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 domingo, 24 de agosto de 2003

Se paran en las esquinas a la espera de vender sexo a otros hombres
Menores se ofrecen como taxi boys en el centro de Rosario
Desplazaron a las prostitutas de San Juan y Mitre. Dicen que no encontraron otro modo de subsistencia

Pablo R. Procopio / La Capital

"Un polvo lo cobro 20 pesos". Darío tiene 24 años y varias noches se instala en la esquina de San Juan y Mitre. Es uno de los cerca de 25 taxi boys que trabajan en esa zona del centro rosarino. Y quizás sea el mayor del grupo. Entre ellos hay pibes de 16 y 17 años que ejercen la prostitución homosexual. El recrudecimiento de esta actividad sacó a la luz la pasividad de las autoridades policiales, incluso ante la certeza de la participación de menores.

Desde hace dos años, cuando la crisis no daba respiro, un grupo de jóvenes invadió la zona de San Juan y Mitre hasta desplazar a las prostitutas, por aquel momento únicas cautivas de ese microclima. Hoy sólo quedan cuatro o cinco chicas. En su lugar, hay varones que ofrecen sexo a otros hombres como -según dicen- "única" posibilidad de subsistencia y una manera de ganar "guita fácil" buscando "pasarla bien".

Después de las 20, el radio que ocupan las calles San Luis, Sarmiento, 3 de Febrero y Mitre empieza a enrarecerse. Unos 10 o 15 de los aproximadamente 25 pibes en total, se juntan en pequeños grupos por esquina a la espera de "un tipo que quiera sexo".

El momento pico se da después de las 22, cuando los clientes se asoman con mayor asiduidad. "Son casi siempre hombres de 45 a 65 años; el otro día salí con uno que podría ser mi abuelo", relató Darío. Más espeluznante aún resulta saber que varios de quienes se ofrecen abiertamente son menores, mientras que los mayores de 18 comenzaron en la actividad cuando todavía no llegaban a esa edad. Como Cristian (22), que se vende desde los 17 años, cuando apenas terminaba el secundario.

Los potenciales adquirentes del servicio sexual pasan en auto o caminando para ver el panorama. Muchos de ellos son verdaderos habitué que buscan siempre al mismo taxi boy.

El lugar está preparado para ese comercio: parece tierra de nadie. Un par de hoteles de medio pelo otorgan el marco infaltable. Sus dormitorios reciben a quienes no tienen a dónde ir. Pero los taxi boys prefieren los autos. "Los que vienen en coche suelen pagar mejor, hasta 40 pesos por media hora", contó Darío. Los vehículos estacionan luego en lugares oscuros del parque Independencia o el Monumento, y a veces salen hacia las rutas. El muchacho se mostró desprejuiciado: "Soy gay y hago lo que me pidan", descerrajó.

-¿Por qué te dedicás a esto?

-No sé, para tener plata. Aunque mi caso no es como el de otros. Vivo con mi vieja y no me falta un plato de comida. En cambio, los demás tienen que mantener una casa y algunos tienen hijos chiquitos, por eso se quedan más tiempo en las paradas.

-¿Ninguno trabaja?

-Unos pocos son albañiles o laburan en supermercados, pero cobran una miseria.

-¿Existe la clientela femenina que viene en busca de hombres?

-No, aunque varios tipos traen a sus mujeres para hacer una fiesta de tres.

-¿Cuánto cobran?

-Yo cobro 20 pesos un polvo, pero hay flacos que hacen lo mismo por cinco y otros por cuarenta. Y podés llegar a tener tres o cuatro clientes por noche.

-¿Qué hacen con la plata?

-La gasto en ropa, en recitales, voy al cine... Aunque algunos se patinan la guita para chupar y drogarse; y trabajan sólo por un papel de merca (cocaína), o un porro (marihuana). Bueno, yo también me doy de vez en cuando.

-¿Ocultás esta vida entre quienes te conocen?

-Algunos pibes del barrio saben lo que hago y creo que mi vieja sospecha porque de repente aparezco con ropa nueva y los clientes me llaman a mi casa. Pero cuando veo que pasa alguien conocido por la parada, disimulo, me pongo a caminar, o hago que estoy esperando el colectivo.

-¿Y si tuvieras trabajo?

-Me dedicaría a otra cosa y tendría relaciones sólo con quien me guste.

-¿Quiénes son sus clientes?

-La mayoría tipos grandes. Hay de todo...

-¿Son conscientes de que tienen una actividad peligrosa?

-El miedo siempre está porque nunca sabés al auto de quién te subís. Sin embargo, esto es más tranquilo que el trabajo de las prostitutas y los travestis, que están mucho más expuestos. No sé por qué, pero a ellos les va peor. Nosotros no sufrimos golpes o violaciones.

-¿Cómo se llevan con la policía?

-A veces nos levanta por averiguación de antecedentes (Moralidad y el Comando Radioeléctrico) y nos larga después.

-¿Y los menores?

-Acá hay cuatro o cinco que si los agarra la cana después tienen que ir los padres a buscarlos a la seccional. Y si no van, los llevan en patrulleros hasta sus casas.

Los taxi boys parecen ser una novedad en la noche oculta de Rosario, aunque ellos aseguran estar desde hace varios años.

"Ese loco me está esperando", dijo Darío cuando era entrevistado por este diario. A no más de un metro y medio, un muchacho de unos 35 años aguardaba sonriendo. De repente, el taxi boy desapareció con su ocasional pareja.

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Un taxi boy espera clientes en San Juan y Mitre.

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