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 miércoles, 20 de agosto de 2003

El sablazo de los pingüinos

Darío del Arco

Un misil, en la línea de flotación. Así fue definida anoche en la Casa Rosada la movida con que Néstor Kirchner le quitó de un plumazo a Daniel Scioli el manejo absoluto de la Secretaría de Deportes y Turismo de la Nación. Desde la vereda del ex motonauta, en tanto, se enmarca la renuncia obligada de Germán Pérez en la guerra sorda que, desde hace más de diez días, libra el vicepresidente contra algunos sectores del gobierno, incluido el primer mandatario.

La decisión del presidente echa más leña al fuego de la hoguera que, inexplicablemente, Kirchner y Scioli supieron encender, prematura y peligrosamente a menos de tres meses de gestión oficial.

El domingo, el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, había puesto ya un corsé sobre la figura política del ex deportista, a quien sospechan influenciado por Eduardo Duhalde. Sin vueltas, Fernández lo excluyó de la estructura que representa al gobierno y le duplicó la apuesta en temas ríspidos como aumentos de tarifas y leyes del perdón.

"El presidente trabaja con sus ministros de modo absolutamente cohesionado. El vicepresidente manifestó una expresión distinta a la del gobierno (en el tema de las leyes de punto final y obediencia debida). Eso es lo que ha pasado. De ahí a que exista riesgo institucional, no", dijo Fernández.

Una manera clara de dejarlo afuera no sólo del gobierno en sí, sino también de lo que es el kirchnerismo o los sectores sobre los cuales el primer mandatario deposita su confianza. A partir de esa declaración, Scioli cree intuir un tránsito difícil en la administración Kirchner, cuando no, un ingrato caminar por el desierto.

Y, a sólo horas de haber reincidido con declaraciones en el terreno económico, el vice recibió el sablazo inesperado.

"Sí, le está sacando la caja política", reconocían anoche allegados a Scioli, quien se enteró de la movida de su compañero de fórmula tarde y cuando ya no había margen para el retroceso. Pérez recibió el pedido de renuncia cerca de las 17.30, a través de una comunicación telefónica. "Lo llamo en nombre del presidente para pedirle la renuncia a su cargo y solicitarle que haga usted lo propio con aquellos funcionarios que ocupan cargos políticos", le dijo frío y seco el jefe de Gabinete.

Pérez habló con Scioli. El vice se mostró confiado en revertir la situación en una eventual reunión con el propio Kirchner pero, pronto, comprobó que ya era tarde.

Mientras colaboradores de Scioli no encuentran otro justificativo a los pedidos de renuncia que aniden en la lucha interna entre el vice y el presidente, en la sede del Ejecutivo prefieren aportar argumentos vinculados con una reestructuración.

"Es impensable que se vaya a desatar una crisis como algunos quieren instalar", dijo el domingo Alberto Fernández. Anoche en sectores empresarios, en algunos obispos, e inclusive en algunas embajadas no imperaba esa misma certeza.

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