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 domingo, 17 de agosto de 2003

Análisis: El museo de las grandes novedades

Mauricio Maronna / La Capital

"Yo veo al futuro repetir el pasado, veo un museo de grandes novedades", escribió Cazuza allá lejos y hace tiempo.

Las palabras del genial compositor brasileño calzan como un guante para graficar algunas de las sensaciones que produjeron las detenciones de Roberto Cirilo Perdía y Fernando Vaca Narvaja.

"Acá están operando los peores esperpentos de la Argentina. Solamente un ciego podía no ver que tanta pirotecnia contra los viejos jerarcas de la dictadura iba a ser utilizada por los históricos factores de poder. Sabíamos de reuniones inquietantes entre tipos pesados de la corporación judicial y de las Fuerzas Armadas. Acá tiene el resultado", relata a La Capital un senador nacional que talla fuertemente en las grandes ligas de la política, "extremadamente preocupado" por los efectos colaterales del promocionado Estilo K.

Ningún jurista de fuste encuentra sustento legal para eventuales condenas al hoy piquetero Perdía o al gomero Vaca Narvaja. "Salvo que exista en algún lugar escondido del Código Penal la figura de «entregador de compañeros», todo se parece a una operación destinada a ofrecerle a la derecha la teoría de la compensación, esa que manejan los árbitros de fútbol sacapartidos. De todas formas, esa sería la justificación más neutra y menos preocupante", se explaya el calificado informante.

"¿Ustedes piensan anular todos los indultos?", preguntó hace días un legislador en medio del torbellino de versiones sobre la total caída de las leyes de impunidad. "Y sí, algunos quieren eso, qué sé yo...", contestó, acalorado, el ministro heredado del duhaldismo. "No sé si está enterado, pero el presidente estará en problemas: Miguel Bonasso no podría ser candidato a diputado nacional, él también fue indultado en su momento", lo puso sobre autos el senador. La Cámara alta convertirá en ley durante los próximos días la nulidad de la obediencia debida y el punto final, pero los indultos siguen vigentes.

"El establishment estaba esperando esos indultos para morderle la yugular a (Néstor) Kirchner recordándole lo de Bonasso. Cogote (como le dicen al escritor) y el subsecretario de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde, son dos nombres que caen en la derecha como una piedra en el estómago", explica otra fuente. De la mano del oscilante juez Claudio Bonadío aparecieron Perdía y Vaca Narvaja como moneda de cambio para calmar a las fieras.

Mientras el jefe del Estado goza de una notable imagen positiva (el consultor Rosendo Fraga sostiene que tres de cada cuatro ciudadanos aprueba su gestión) merced a su estilo de campaña permanente, su inquebrantable decisión de combatir la corrupción y su estilo poco solemne, el regreso de las sombras del pasado (y el runrún permanente de conspiraciones en ciernes) parece no provocarle mayores dolores de cabeza.

Lo único que puso en alerta a su mesa chica fue la sorprendente toma de distancia del vicepresidente Daniel Scioli, conductor de una ambulancia que parece querer recoger a los poderosos heridos tras el paso del huracán.

"¿A quién responde Scioli? A Eduardo Duhalde, no lo dude. El Cabezón calma la ansiedad de los peronistas que no digieren a Lupín diciéndoles que no es tiempo de hacer boludeces, pero en la intimidad camina por las paredes", vuelve a sorprender el interlocutor.

Está convencido de que el límite de la paz concertada será la actitud del presidente frente a quienes piden que rompa definitivamente con el "pejotismo" y busque una nueva alianza con sectores sociales y partidos abroquelados en la centroizquierda. "Eso sería fatal para todos, como la reedición de los episodios de 1974. Me causa gracia cuando los medios creen que los futuros líderes de la oposición serán (Elisa) Carrió o (Ricardo) López Murphy. La Gorda se quedó sin discurso y el Gordo está más achanchado que el helicóptero de (Juan Carlos) Romero. ¿Todavía no se dieron cuenta de que el peronismo jamás podrá convivir con dos liderazgos? Si Kirchner no se peroniza (sic), hasta los menemistas terminarán cerrando filas con Duhalde", proyecta la fuente mientras juguetea con la cucharita en el pocillo del último café.

"Nunca se olvide que la gente no puede vivir comiendo presos eternamente. Sirve, y mucho, para engañar al estómago pero no alimenta: la economía está parada y con (Roberto) Lavagna no se puede joder mucho, si lo aprietan va a saltar como un resorte", abunda el legislador, que, al final, no se priva de ratificar el pragmatismo a prueba de refutaciones que tienen los justicialistas: "Ojo, ahora estamos con el viento del sur, no somos Chacho Alvarez. A Kirchner le vamos a votar la obediencia debida, el punto final y todo lo que quiera... El desfile es demasiado largo y no hay que atalonarse de entrada".

El dirigente se levanta y pide dos cosas: que sus palabras sean tenidas en cuenta y que su nombre permanezca en el anonimato. "Lupín reconcilió a la gente con la política, y eso es invalorable, pero más allá de la onda progresista, al final del recorrido los argentinos miden la temperatura con el bolsillo", suelta como último aporte.

Tal vez nunca haya escuchado a Cazuza, pero coincidiría con el estribillo de otra de sus canciones más logradas: "Ideología, necesito una para vivir".

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Kirchner goza de su luna de miel con la sociedad.

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