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 domingo, 17 de agosto de 2003

Charlas en el Café del Bajo

-Antes de comenzar la charla de hoy, Inocencio, quiero agradecer a Ezequiel, el autor de la Carta de los Lectores que días pasados se publicó en este diario y en la que puso de manifiesto su discrepancia con mi pensamiento respecto de la condición de Jesucristo y la eucaristía. Nos mandó una carta breve pero muy linda que nos halaga. Gracias Ezequiel y como siempre decimos aquí, cada uno debe mantenerse firme en la defensa de su dogma y más firme aún en la tarea de evangelizar. Bien, dicho esto le hago una pregunta amigo. ¿Qué es el éxito?

-Es un frasco de yogur que hace que una mujer tenga una silueta espectacular, es la zapatilla que sólo usan los campeones, es...

-Su ironía pinta acabadamente el concepto de éxito que nos impone esta cultura individualista y tremendamente competitiva de nuestros días. Se nos inculca a cada momento y por los medios que se puedan, que el éxito está íntimamente ligado a cuestiones materiales. Una mujer tiene éxito si tiene un cuerpo bien formado y un rostro bonito; un hombre es de éxito si usa un reloj Rolex y se sube a un BMW y si viste la marca del cocodrilo u otras que andan dando vuelta con el caballo, el jinete y los palos de polo. El mercado asocia el éxito con las marcas y por eso es absolutamente impensado que un tipo de éxito pueda usar zapatillas "Topacio". El concepto de éxito en nuestros días está ligado a cuestiones muy frívolas como cenar en el restaurante de moda (que con mucha frecuencia sólo ofrece como diferencia que los platos cuestan dos veces más que en otros) o en tomar el té por las tardes en la confitería donde, se sabe, asisten los señores y señoras de un ambiente selecto.

-Sí, a tanto llega el paroxismo de este culto que una chica que busca trabajo debe necesariamente tener "buena presencia" y ya sabemos lo que quieren significar muchas veces los anuncios con esto de "buena presencia". Ahora bien: ¿qué es el éxito? ¿Quién es exitoso?

-En mi opinión exitoso es aquel que se supera cada día más en valores esenciales tales como la bondad y el conocimiento. Exitosa es aquella persona que se siente segura de sí misma y que comprende que lo importante no está en el continente, sino en el contenido.

-Le cuento una historia: hace muchos años atrás se realizaba una fiesta de gala en Rosario a la que acudían personas de cierto nivel y de rigurosos trajes de alpaca y zapatos de charol. Había sido invitado a la reunión el hijo de un rico estanciero de la zona. Como a las diez de la noche llegaron todos los comensales acompañados de las damas con vestido largo. Media hora más tarde, y cuando ya se habían degustado los primeros tragos, cayó el acaudalado terrateniente con un jean Fart West, unas zapatillas Flecha y una camisa escocesa. Desde luego todas las miradas de la etiqueta se dirigieron, asombradas, al muchacho que parecía venir directamente de una yerra. No faltó un badulaque que dijera: "¡Qué vestimenta para la ocasión!". Y ni lerdo ni perezoso el despreocupado y talentoso joven respondió: "¡Ah, creí que me habían invitado a mí. Ahora entiendo que era a mi traje!". Dio media vuelta y se fue. El anfitrión quedó pasmado, porque se había desairado nada menos que al hijo de una conocida persona, muy rica de la provincia, que ya no está entre nosotros. Ese muchacho, cuya humildad de corazón no se perdió jamás, dio esa noche una lección de lo que es el éxito. Un tipo de éxito es auténtico, es él mismo. Una persona de éxito se acepta a sí misma tal cual es y acepta a los demás por lo que son y con lo que tienen.

-A algunos padres (creo que a la mayoría) se les hace difícil luchar contra este concepto de éxito que impone el mercado ¿Cómo comprarle las zapatillas marca "Topacio" al nene cuando todos los amigos tienen las que usa Jordan? Y así podrían seguir los ejemplos. Esta cultura del éxito es cruel e hipócrita, porque por un lado proclama que alcanzan la gloria quienes acceden a ciertas cosas materiales, pero por otro lado se niega a una amplia franja del mercado el acceso a tales bienes.

-Esta cultura de un mal entendido éxito conlleva paradójicamente a establecer en la práctica una estructura social que convalida un principio perverso: no sólo que no todos son iguales (lo que es razonable), sino que no todos tienen los mismos derechos (lo que es despótico).

Candi II

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