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 domingo, 17 de agosto de 2003

Mamas: El control evita riesgos

A partir de la pubertad, los senos sufren alteraciones causadas por la actividad hormonal o las dietas, y aunque la mayoría son cambios benignos, algunos pueden no serlo. Por eso es importante conocer las afecciones más comunes y sus síntomas.

La mamas se van modificando por motivos hormonales durante la menstruación y el embarazo, pero también por hábitos como el tabaquismo, consumo excesivo de alcohol, exposición al sol sin la protección de un filtro o una alimentación rica en grasas. Si a esto se añade que pueden existir factores hereditarios que incrementen el riesgo de sufrir tumores, no es exagerado afirmar que toda mujer debería realizar un autoexamen de los pechos a partir de los 18 años y visitar al ginecólogo periódicamente.

El 99 % de los casos de cáncer que reciben terapia oportuna, no representan una emergencia médica.

Es necesario recordar que las mamas están formadas, sobre todo, por tejido adiposo, y que debajo de ella se encuentra la glándula mamaria. Esta última es una estructura comparable a un racimo de uvas, donde el lugar de los frutos es ocupado por diminutas glándulas, llamadas acinos, y en vez de tallos se encuentran una serie de conductos que forman los lóbulos mamarios.

Los lóbulos sufren cambios notables cuando son estimulados por distintas sustancias, como la prolactina, que se genera al concluir el embarazo para estimular la producción de leche. Las hormonas sexuales son las responsables de las alteraciones más frecuentes, por lo que es conveniente que toda mujer tenga información para no alarmarse innecesariamente.

Días antes del inicio del ciclo menstrual tiene lugar la liberación de cantidades considerables de estrógeno, hormona que estimula a la glándula mamaria para que aumente de tamaño, por lo que se llega a sentir dolor. Coincidentemente con la llegada de la menstruación, el organismo produce progesterona, otra hormona que hace que la mama se desinflame aliviando las molestias.

Los quistes se identifican fácilmente mediante la autopalpación o durante la visita médica. No deben despertar preocupación aunque alcancen dimensiones de varios centímetros, porque en muchos casos son benignos y se generan casi siempre por ligeras variaciones en la producción hormonal.

Es recomendable poner atención a las secreciones del pezón, ya que es una anomalía relativamente frecuente en las mujeres después de los 30 años. Su aparición no debe despertar preocupación especial, ya que la mayoría de las veces es inofensiva, pero tampoco se debe dejar de lado.

Toda sospecha debe confirmarse a través de una intervención que sirve para tomar parte del tejido afectado con el fin de estudiarlo. También se puede recurrir a otras técnicas, como la mamografía, que es una radiografía de la mama desde varios ángulos, útil para mujeres mayores de 40 años; o la ecografía, que es el estudio de tejidos internos a través de ultrasonido u ondas acústicas de alta frecuencia.

Las mujeres ya han tomado conciencia acerca de la importancia de conocer las mamas y protegerlas, ya que en sólo 10 años bajó la incidencia del cáncer por haber aumentado el control periódico en las mayores de 30 años.

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Las sospechas deben confirmarse con estudios.

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