Sin recambio, la rectificación de motores de autos creció un 30 %

También influyó la reactivación del agro. En el país se reparan unos 300 mil motores anuales

Los talleres rectificadores de motores incrementaron su actividad casi un 30 por ciento en el primer semestre del año, de la mano de la reactivación del agro y la falta de renovación del parque automotor. Este fenómeno también impulsó la demanda de piezas menores, cuyas fábricas planean incorporar más personal a sus plantillas durante el resto del año.

Según relevamientos empresarios difundidos en la Feria Internacional de Rectificación Automotriz (Fira), se rectifican por año unos 300 mil motores en más de 1.300 pequeños y medianos talleres de todo el país, en un negocio que da empleo a 30 mil trabajadores en forma directa.

La rectificación es la reparación del motor fuera del vehículo, que tercerizan los mecánicos talleristas, y que según el modelo y el trabajo a realizar tiene un precio que oscila entre los mil y los tres mil pesos para un auto mediano con siete años de rodado.

El presidente de la fábrica de válvulas rafealina Basso SA, José Luis Basso, dijo que "el mercado de reposición mueve 300 millones de dólares anuales en el país, de los cuales una parte cada vez más significativa corresponde a la reparación de motores", y sostuvo que "el incremento en las rectificaciones oscila entre el 25 y el 30 por ciento en el primer semestre del año".

Según precisó el empresario en la presentación de la Fira, la plantilla de trabajadores de las compañías que proveen las piezas menores aumentó un 15 por ciento en ese período, y "si se dan algunas condiciones va a haber un crecimiento significativo del empleo, del 15 ó 20 por ciento más en el segundo semestre".

No obstante, el caso de Basso es particular: su producción se dirige en un 92 por ciento a la exportación, al igual que el de su principal competidora rafaelina, Edival, que destina un 70 por ciento de sus ventas al mercado externo.

Las exportaciones del sector se dirigen a Brasil, Estados Unidos y varios países europeos, y apuntan tanto a las terminales extranjeras como a los distribuidores de repuestos originales para automovilistas particulares.

Distinta es la situación de Taranto, cuyos ejecutivos transmiten el mismo optimismo pero trabajan básicamente en la sustitución de importaciones.

Con dos fábricas cerca de La Plata, tres en San Juan y una distribuidora en Avellaneda para sus juntas de cilindros, retenes y embriagues, Taranto incorporó 70 operarios a su planta, que ya contaba con 400 a fines del año pasado.


Efecto dominó sobre los más chicos
El auge, además, no se circunscribe a las firmas más grandes, y alcanza a autopartistas del interior con planteles más chicos.

La cordobesa Persan, que produce pistones con 150 empleados, afirma estar trabajando a un 80 por ciento de su capacidad productiva, y con un nivel de ventas un 50 por ciento por encima del primer semestre de 2002.

El director de la compañía, Juan Altolaguirre, comentó que "hubo una reactivación del campo que motorizó reparaciones de tractores, camionetas y otros vehículos", pero aclaró que "eso puede tener su techo, y también puede ser temporario".

Otro caso paradigmático es el de 300-Indy, una pyme radicada en Rafaela y proveedora de Edival, Perkins y Deutz, que desde la devaluación duplicó su plantilla de trabajadores, de 15 a 30 personas.

Los proveedores locales de piezas nuevas de las terminales, sin embargo, no hacen una lectura positiva del auge de las reparaciones: "El hecho de que se rectifiquen cada vez más motores es una muestra de que el parque automotor está envejeciendo aceleradamente", se quejó un empresario del rubro.

Hay más de 1.300 talleres de la actividad.