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 domingo, 03 de agosto de 2003

A cuatro años del incendio del ómnibus que dejó 13 muertos en Fighiera
Causa estancada y sin testigo clave
Murió Fanny López, quien vio al hombre que llevaba el bolso con el artefacto iniciador del fuego en el micro

Jorge Salum / La Capital

Fanny López, la única testigo que estaba en condiciones aparentes de identificar al hombre que puso una bomba incendiaria en un micro en el que murieron 13 personas, en un parador de la autopista Buenos Aires-Rosario, pereció en un accidente rutero en la provincia de Jujuy. Para los investigadores del caso, que ocurrió el 11 de agosto de 1999, la desaparición de esta mujer los deja sin "una pieza clave" de una pesquisa que ya lleva casi cuatro años prácticamente en el mismo lugar donde se inició: no hay culpables, sospechosos, móvil ni pistas seguras.

López murió mientras viajaba en un tour de compras desde la provincia de Salta, donde vivía, hacia alguna localidad fronteriza de Bolivia. El accidente ocurrió en Jujuy y según los datos que pudieron recabar allí los detectives locales, todos los ocupantes del vehículo perecieron.

Los pasajeros viajaban en un minibus o una camioneta utilitaria contratada especialmente y el accidente se produjo cuando uno de los neumáticos sufrió un reventón. El desperfecto ocurrió cuando el vehículo circulaba por un tramo sinuoso de la ruta y al parecer se desbarrancó hacia un precipicio.

Aunque ocurrió los primeros días de mayo, el dato recién llegó a los investigadores de las Tropas de Operaciones Especiales (TOE) de la policía de Santa Fe hace unos 20 días. Ahora los detectives de esa fuerza, que tienen a su cargo las pesquisas, ya tienen confirmado los detalles más gruesos del accidente, e incluso el deceso López, a través de las consultas que hicieron en las últimas semanas con policía jujeña.


Hace cuatro años
Fanny López viajaba en el interno 40 de la empresa Almirante Brown que había partido de La Plata y se dirigía a la localidad salteña de Aguas Blancas, cerca del límite con Bolivia, repleto de pasajeros. El micro pasó por Retiro, hizo dos breves paradas en San Isidro y San Nicolás para recoger pasajeros y finalmente se detuvo en el parador de la autopista Pedro Eugenio Aramburu ubicado en el acceso al pueblo de Fighiera, unos 40 kilómetros al sur de Rosario.

Era una parada habitual y se extendía por 40 minutos para que los pasajeros pudieran cenar.

Fue allí donde el ómnibus se prendió fuego y se convirtió en una trampa mortal para 13 personas que no descendieron y en ese momento dormían a bordo del coche. Entre las víctimas había un bebé cuyo cadáver la policía encontró tres días después debajo de uno de los asientos del coche.

Muy pronto se supo que el incendio había sido intencional. Pericias realizadas por separado por la Brigada de Explosivos de la policía provincial, la policía científica de la Gendarmería Nacional y por agentes del Federal Bureau of Investigation (FBI) de Estados Unidos especialmente traídos al país por las TOE, revelaron que al fuego lo desencadenó un artefacto que alguien dejó en el baño del micro y luego se extendió rápidamente a toda la unidad.

Fue entonces cuando el relato de Fanny López adquirió importancia para los investigadores. Según la mujer, ella pudo ver a un hombre extraño al pasaje que se subió al ómnibus con un bolso de viaje, entró en el baño y cuando salió ya no lo llevaba con él. Los peritos concluyeron que el artefacto explosivo estaba dentro de ese bolso.

López iba a bordo del micro de Almirante Brown porque trabajaba como bagallera: compraba cosas en Bolivia a bajo costo y las trasladaba hasta la ciudad de Buenos Aires, donde las vendía a un precio superior. Llevaba años haciendo la misma rutina y vivía de eso.

Su testimonio acerca de aquel misterioso hombre la convirtió muy pronto en una testigo clave de la causa, pero su aporte se desdibujó notoriamente cuando identificó en un álbum de fotos a un ex chofer de la empresa Almirante Brown y luego, en una rueda de detenidos, dijo que se parecía "bastante" a la persona que subió aquel bolso.

Ese hombre es el rosarino Eduardo Antonio Escudero, quien fue imputado de incendio intencional seguido de muerte y pasó 101 días preso hasta que la jueza de Instrucción Alejandra Rodenas, quien tiene a su cargo la investigación de las 13 muertes, tuvo que liberarlo por falta de pruebas. Hoy no hay nadie que lo vincule seriamente al atentado y él trata de reconstruir su vida después de haber quedado sin trabajo a raíz de la imputación que le hicieron.

Después de la liberación de Escudero, los detectives de las TOE salieron a buscar a otro sospechoso que se parecería mucho al hombre que describió Fanny López y al propio Escudero, aunque nunca pudieron hallarlo. Según contaron en su momento, este hombre —que estaría vinculado al ambiente de las empresas de transporte de pasajeros e incluso conocería al dueño de la Almirante Brown, Horacio Serrano— desapareció casi misteriosamente y nunca más pudieron ubicarlo.

Había caído bajo sospecha por la declaración de una mujer que lo conoce bien y que vive en una ciudad balnearia de la provincia de Buenos Aires.

Pero Fanny López aún era importante para los detectives porque en caso de que finalmente encuentren a este hombre, sólo ella podría reconocer si es o no el que vio dejar el bolso que desencadenó el incendio aquella noche de agosto de 1999.

La muerte de Fanny López se conoce a pocos días de cumplirse cuatro años del atentado incendiario. Después de la liberación del chofer Escudero, quien cayó bajo sospecha porque había sido despedido de la empresa Almirante Brown cuatro meses antes, volvió las pesquisas a fojas cero.

En el expediente judicial que maneja Rodenas no hay una hipótesis dominante, pero la sospecha más fuerte es que el atentado pudo ser parte de una guerra entre empresas de ómnibus por controlar las rutas hacia la frontera con Bolivia, que es por donde se transporta mercadería de contrabando, drogas y personas que ingresan ilegalmente al país sin documentos.

En algún momento las pesquisas pusieron bajo la lupa a un fuerte empresario salteño, dueño de la empresa La Veloz del Norte y de otros negocios. Sin embargo, nunca hubo una evidencia concreta que lo vinculara con el atentado, el crimen más luctuoso en la historia de la provincia.

Ahora las únicas esperanzas de los investigadores parecen estar depositadas en hallar al misterioso hombre cuyo rastro perdieron hace meses en algún lugar del sur del país, se dice que una provincia patagónica. Sin embargo, se trata de una pista tan débil como las otras. La de Salta, que es la que más convencía a los detectives de las TOE, nunca se investigó a fondo y a cuatro años del episodio es difícil que la reactivación que parece estar impulsando ahora la jueza Rodenas consiga algún resultado.



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Al interno 40 alguien le prendio fuego en 1999.

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