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 domingo, 03 de agosto de 2003

LECTURAS. UN PROBLEMA DE VIDA O MUERTE
Estalla la bomba demográfica
Ciencia. "La tierra explota". Giovanni Sartori y Gianni Mazzoleni. Taurus. Buenos Aires, 2003. 243 páginas.

El politólogo florentino Giovanni Sartori ha dedicado últimamente sus energías a analizar un problema del que “pocos quieren hablar”: la Tierra está superpoblada y la loca carrera demográfica sigue sin mayores frenos. Por eso “La tierra explota”.

“En 1.500 éramos sólo 500 millones; en 1900, 1.600 millones; hoy somos 6.000 millones”, enumera Sartori, quien es autor de la primera parte del libro, un compendio de artículos publicados en la prensa italiana. El veterano ensayista, famoso por su capacidad argumentativa y su pluma impiadosa, la emprende contra muchos poderes a la vez. A Bush lo llama “el tejano tóxico” por haber hundido el Protocolo de Kioto. También lo critica por haber anulado, apenas llegó a la presidencia, la vital financiación estadounidense a los programas de control de natalidad en el Tercer Mundo. Ataca una y otra vez al Vaticano y “al papa Wojtyla” por su dogmática lucha contra los sistemas de contraconcepción. Pero la emprende también contra organismos y figuras políticamente correctos, como la FAO , la Unicef y el Nobel indio Amartya Sen. Su modo de argumentar es duro, hecho en la escuela del “pamphlet”, pero siempre con datos a la mano y argumentos impecables. Un ejemplo: aporrea a la Unicef porque “denuncia el drama de 30 mil niños que mueren cada día de enfermedades curables, pero no considera un drama en cambio que cada día la población del mundo crezca en más de 230 mil personas”. El mismo tono desconsiderado aplica Sartori al Vaticano, recordando que Pablo VI desechó el informe de los teólogos convocados para la encíclica Humanae Vitae (1968), porque “luego de tres años de trabajo la comisión había decidido que la prohibición de la contraconcepción no se podía sacar ni de las Sagradas Escrituras ni de la tradición, la teología o las leyes naturales de la Iglesia”. En cuanto al papado de Wojtyla, “ha encontrado una vía de salida en la tesis de que el crecimiento demográfico alcanzará su punto «natural» de equilibrio y parada con la educación y el desarrollo”, excluyendo, claro está, de esa educación a las técnicas contraconceptivas. Pero esa “detención «natural» llegará, según prevén los demógrafos, cuando seamos 10 o 12 mil millones y entonces será demasiado tarde”.

  Tanto los artículos de Sartori como la segunda parte del libro, escrita por el periodista Gianni Mazzoleni y apropiadamente designada Profundizaciones, abundan en información estadística que da escalofríos.

  La conclusión de fondo del libro es que la explosión demográfica está llevando rápidamente al planeta a un punto de no retorno y no hay políticas eficaces a la vista que la contrarresten.

  Entre los muchos datos estadísticos preocupantes, los autores dan cuenta de éste: la última previsión de la ONU sobre la curva de crecimiento debió modificarse para arriba: seremos 8 o 9 mil millones en 2025 y 11 mil millones en 2050. Y las previsiones de la ONU han acreditado históricamente su confiabilidad. Es la “bomba demográfica” que trajo a la atención pública en 1968 Paul Ehrlich. Poco después llegaría (1972) el informe “Los límites del crecimiento” del Club de Roma, verdadero parteaguas en la historia del debate ambiental. La izquierda marxista italiana de entonces lo desechó como “un embrollo burgués”. Y un economista católico lo rebatió llegando a afirmar que la Tierra es capaz de alojar sin problemas a entre 40 y 50 mil millones de personas. Por fortuna, algo se ha evolucionado desde entonces, aunque no lo suficiente.

  Sartori-Mazzoleni hacen reiterados esfuerzos para desmontar un tópico que se repite entre los ambientalistas, incluidos los serios: que el colapso casi inminente del planeta (2050, según el World Wildlife Foundation) es culpa casi exclusiva del derroche irracional del Primer Mundo. Pero los autores argumentan, de manera convincente y con información científica, que el problema de fondo es el demográfico. La crisis del agua potable, la futura aceleración del efecto invernadero, no ya sólo por los países ricos sino por China e India, el descenso y contaminación de las napas freáticas, son resultado de esta reproducción alocada de nuestra especie. Concluyen que únicamente la combinación sistemática de escolarización, serios programas de control de natalidad y secularización decidida de la sociedad pueden hacer algo para evitar la debacle final. La tecnología y la ciencia ayudan, pero no parecen ser, a esta altura de la crisis, el factor decisivo. Después de todo “la píldora” existe hace 40 años. El nada reconfortante mensaje de Sartori y Mazzoleni es que el punto de no retorno está cada día más cerca, mientras el tiempo para cambiar conductas y hábitos mentales se acaba.

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