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 sábado, 02 de agosto de 2003

Zeballos al 700
Salvaje castigo a una mujer en su casa

Rosa Sierra padeció anoche en su casa una desventura derivada de una visita que no esperaba: la de un hombre que irrumpió allí y para llevarse apenas un equipo de música la sometió a una golpiza cruenta. La mujer, de 74 años, fue trasladada con traumatismo de cráneo al Pami I y anoche estaba internada en la sala de terapia intensiva de ese centro asistencial.

Rosa vive en una casa de tres pisos de Zeballos 750. En la portada de su vivienda pueden verse dos placas que, de alguna manera, son la marca de su desdicha. Una es la de su esposo médico, ya fallecido. El otro es de un laboratorio de análisis clínico dirigido por su hija, una bioquímica que también murió. Desde entonces, Rosa había quedado al cuidado de su nieto de cinco años.

Cerca de las once de la noche del jueves, alguien tocó el timbre. Rosa abrió la puerta y se topó con un hombre que al parecer le brindó una excusa creíble para poder entrar al inmueble. "La señora era muy confiada y solía dejar la puerta abierta", contó una vecina.

Aunque anoche, los policías de la comisaría 1ª no tenían precisiones cómo se había desencadenado el atraco porque la mujer no estaba en condiciones de declarar.

Rosa estaba sola y -se presume- el intruso comenzó a buscar elementos de valor. En medio del atraco, el maleante atacó con salvajismo a la mujer. Los investigadores tampoco habían establecido los motivos que llevaron al malhechor a actuar con tanta brutalidad. Algunos vecinos especulaban con la posibilidad de que el ladrón se haya enfurecido ante la ausencia de dinero. "No creo que se haya resistido porque es una mujer de unos 70 años", sostuvo una mujer que vive en la cuadra.

Algunos vecinos de Zeballos al 700 estaban sorprendidos porque no vieron movimientos extraños. Tampoco escucharon gritos, ni siquiera ruidos desacostumbrados. Anoche, los pesquisas no tenían pistas que conduzcan al autor del robo, aunque apuntaban sus sospechas a personas conocidas de la dueña de casa.

Anoche, según contó una chica que vive en una casa lindante con la de Rosa, la mujer estaba estable y lúcida, aunque continuaba en la sala de terapia intensiva.

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La casa de Rosa, en Zeballos al 750.

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