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 sábado, 02 de agosto de 2003

Por la ciudad
Una apología del centro rosarino

Adrián Gerber / La Capital

El centro de Rosario concentra el 40 por ciento de las fuentes de trabajo de la ciudad, el 38 por ciento de los viajes de colectivos y la gran mayoría de los edificios históricos. Es el corazón y una de las imágenes de la ciudad. Por eso, el sorprendente auge y florecimiento que experimenta desde hace ya varios meses está repercutiendo positivamente en el ánimo de todos los rosarinos. El movimiento que se ve por sus calles a toda hora y las verdaderas muchedumbres que lo invaden por las tardes y sábados durante todo el día verdaderamente sorprenden. Y más si se piensa que hace sólo un par de años atrás el clima que se respiraba entre los comerciantes era de enorme escepticismo.

Durante la década del 90 distintas voces, la mayoría de ellas interesadas, se alzaron con indisimulable euforia para pronosticar la muerte del centro de Rosario. Argumentaban, grosso modo, que los hábitos de consumo habían cambiado radicalmente -dato que es real- y que el centro no sobreviviría a la irrupción de los grandes shopping que se iban a abrir en otros sectores de la ciudad.

A fines de esa década, y de la mano de la profunda depresión económica, el centro profundizó un proceso de deterioro edilicio, urbano y de servicios que parecía no tener fin.

La Municipalidad anunciaba periódicamente proyectos de revitalización que nunca se concretaban (la última intervención que se hizo en las peatonales fue hace más de 15 años), mientras los comerciantes no reaccionaban ni parecían dispuestos a cambiar. Permanecían ajenos al problema como si la solución no dependiera también en parte de ellos.

Pese a esta inacción, la tendencia claramente se revirtió desde fin del año pasado de la mano de la reactivación económica. Y también ayudó que hoy por hoy no hay otro lugar de la ciudad que compita con la variada oferta comercial que tiene el centro. Los grandes shopping que iban a desembarcar quedaron por ahora sólo en promesas. Así, se abrió una extraordinaria oportunidad para que el centro se consolide como el tradicional lugar de concentración de los rosarinos.

Y el puntapié inicial lo dieron esta semana la Municipalidad y los comerciantes de la peatonal San Martín, quienes comenzaron a ejecutar un proyecto de recuperación de esa calle. Una iniciativa que va por buen camino, pero que debería convertirse en una política más global para revitalizar todo el centro.

El protagonismo de los comerciantes en esta política es fundamental. Tienen que superar el individualismo extremo que los caracteriza y entender, de una vez por todas, que cuanto mejor le vaya al centro en su conjunto, mejor le va a ir a cada uno de ellos por separado. No sólo el Estado debe invertir en la recuperación del área central, sino también el sector privado.

Pero al centro no sólo hay que abordarlo desde el punto de vista comercial, sino que debe ser también visto como el paseo más importante de la ciudad. Es el espacio público con el cual se identifica la mayoría de los rosarinos. Es un lugar de encuentro donde se ven la cara todos los sectores sociales. Es la antítesis de un modelo de ciudad donde cada clase social vive encerrada en su barrio; compra, pasea y se entretiene en lugares diferentes; y jamás se cruzan en la vida.

Por eso debe ser defendido y se le debe devolver el esplendor que tuvo décadas atrás con un programa de recuperación que no puede dejar de contemplar:

* Un plan de restauración de los inmuebles de valor patrimonial que son los que caracterizan al centro de Rosario. Los recientes trabajos en los edificios de la Bola de Nieve (Córdoba y Laprida), del ex Banco Francés (Sarmiento y San Lorenzo, donde funcionó la Vidriera de Cordic) y los de Córdoba y Corrientes, son un ejemplo a imitar.

* Tareas de embellecimiento: limpieza y pintura de fachadas de comercios y viviendas, nuevas luminarias, y renovación de veredas y del mobiliario urbano (bancos, cestos, cabinas telefónicas).

* Limpieza y mantenimiento permanente y sistemático de todo el área.

* Un servicio de seguridad más efectivo.

* Vendedores ambulantes y artesanos: se deberían habilitar lugares específicos de la ciudad donde puedan trabajar.

* Artistas: los artistas callejeros le dan mucha vida al centro. El municipio podría alentar a músicos, bailarines y pintores -respetando cierta calidad- a instalarse en distintos puntos del centro.

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