Año CXXXVI
 Nº 49.845
Rosario,
domingo  18 de
mayo de 2003
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Editorial
Resolver las tareas

La nueva Argentina que asoma en el horizonte después del traumático triunfo electoral de Néstor Kirchner ofrece un panorama complejo, en el que resta resolver tantos problemas como resulta posible imaginarlo. Y más allá de que el frente social es el que traerá aparejada la mayor cantidad de dilemas, pocas dudas caben de que el principal desafío que deberá encarar la flamante administración pasa por el aspecto económico, algo que por cierto dista de ser novedoso en la Argentina.
La ventaja -si así puede ser denominada- de que gozará Roberto Lavagna para encarar tan titánica tarea es la continuidad de una gestión a la que casi nadie ha dejado de reconocerle méritos. En efecto, desde sectores que integran la centroizquierda del espectro político hasta destacados funcionarios de organismos financieros internacionales -y también parte considerable de los ciudadanos de la Nación- vertieron elogios sobre la gestión del ministro, quien logró conjurar las graves amenazas que se cernían sobre el país después del shock que significaron la devaluación y la pesificación asimétrica. La desaparición del fantasma hiperinflacionario y la estabilización del valor del dólar no pueden ser subestimados como logros, como tampoco la desaparición del tristemente célebre "corralito" y la disolución parcial del "corralón" de los depósitos bancarios.
Sin embargo, lo más duro está por venir. Mientras la agenda externa incluye la firma de un acuerdo a largo plazo con el Fondo Monetario Internacional y la reestructuración de la deuda pública con los sectores privados, el frente interno plantea encrucijadas tan conflictivas como la cuestión de los remates judiciales y la tan reclamada -desde el exterior- reforma del Estado.
Pese a ello acaso lo más importante sea la reactivación del mercado interno, que podría agilizarse mediante mecanismos que aceleraran el retorno del crédito. En tal sentido, ciertamente deberá hacerse hincapié en un presupuesto fundamental y que en el país ha sido reiterada e injustificadamente avasallado: la seguridad jurídica.
Como se ve, la situación proporciona un abanico de desafíos nada sencillos de resolver, sobre todo porque se hallan en juego intereses diversos y en ocasiones hasta contrapuestos. Mucho dependerá de la cordura de la dirigencia y también, claro está, de la paciencia de la gente. Pero el cambio de los tiempos quedó inmejorablemente reflejado en el título de una nota publicada en la sección Economía de La Capital el pasado jueves: "Lavagna debe cambiar el traje de bombero por el de ingeniero". Incuestionable.


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