Año CXXXVI
 Nº 49.841
Rosario,
miércoles  14 de
mayo de 2003
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Música / Televisión
"Ojos de video tape": Un enfoque distinto que muestra el otro costado de los famosos

Pedro Squillaci / La Capital

Para que las historias lleguen al corazón tienen que salir del corazón. El enfoque es crucial, tanto que hay grandes momentos que pueden pasar inadvertidos si no se le da el enfoque justo. En "Ojos de video tape" se apuesta a hablar desde adentro, desde los afectos. Y lo hace. El ciclo, dedicado a rescatar personajes y lugares de la región, arrancó con Darío Grandinetti. Pese a retratar a una figura conocida, el envío no cayó en lugares comunes y evitó el elogio fácil. Su fuerte fue mostrar la ternura. Algo que será la marca registrada del envío.
"¿A vos te parece que soy un amargo? No, yo soy un tipo normal", dice el actor, desde la mesa de un bar. Para desandar la historia de Grandinetti se mostraron fotos en blanco y negro de cuando era chico y de su paso por los coros de la escuela. Las imágenes alternan con testimonios de sus maestros que dan cuenta de cómo era aquel niño antes de ser la estrella que es.
El formato del programa es ágil, se divide en tres bloques y está planteado de tal manera que cuando llega el final da ganas de seguir mirando. No se abusa de los primeros planos, no tiene ritmo de videoclip y deja que los textos fluyan. A excepción de un efecto visual y sonoro que con la intención de resaltar algunas palabras del personaje hace que la voz, con cámara, se torne confusa.
Grandinetti habla de su barrio (Córdoba y Fraga), y con un dejo de tristeza dice: "Mis amigos no están más". Los relatos de sus padres y de Héctor Barreiros, el director teatral que le dio el empujón inicial para que empiece en el mundo de las tablas, sirven de introducción a la vida artística de Darío.
Las imágenes de "Darse cuenta" (primer protagónico de Grandinetti) se van intercalando con las que ubicaron al actor en el plano internacional, como "El lado oscuro del corazón" y "Hable con ella". Aquí, la madre cuenta cuando Darío la llamó por teléfono para contarle que actuaría en una película de Pedro Almodóvar. "De acá a Hollywood estás a un paso", le cuenta la mamá chocha de la vida.
La vida privada y la polémica no tiene espacio en el envío, en una intención clara de la producción de marcar diferencias con otros programas biográficos capitalinos. Su mujer (Marisa Mondino) sólo aparece en una foto , y su nombre no se menciona en todo el programa. Apenas sobrevuela el terror que tuvo el actor por su familia cuando recibió amenazas por la exhibición de "El cartero".
Para el final, mientras suena "Brillante sobre el mic", de Fito Páez, se muestran algunas de las perlitas. La idea es ofrecerle al televidente las partes más humanas de los testimonios. Pero es innecesario. Lo más humano de los testimonios se vio en la media hora del programa.



En el nuevo envío se repasó la vida de Grandinetti.
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