Año CXXXVI
 Nº 49.826
Rosario,
lunes  28 de
abril de 2003
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Análisis del ARI
Lilita no pudo nacionalizar su mensaje y sufrió el "voto útil"

Javier Felcaro / La Capital

No hubo milagro que salvara a Elisa Carrió del arrastre del voto útil que en la última semana, y merced a una fuerte instalación de algunos medios de comunicación porteños, torció voluntades progresistas e independientes hacia Néstor Kirchner o Ricardo López Murphy. Claro que toda regla tiene su excepción.
El cuarto lugar conformó a los aristas, pese a que la mujer que se atrevió a encarar una campaña con sello anti realpolitik -sin un peso y cerrándoles el paso a los empresarios- y sólo sacándole lustre a un nivel intelectual que eclipsó a sus rivales, no logró capitalizar (salvo en los grandes centros urbanos y en la provincia de Santa Fe) la empatía popular que la convirtió en líder mediática desde su etapa de denunciante tiempo completo.
"Si perdemos no será por escándalo", fue el vaticinio tempranero que deslizaron desde el búnker del ARI en el hotel Regente, mientras que frente a las cámaras encendidas y los micrófonos abiertos se reservaban un lugar en el ballottage, dando por descontado el aval de los indecisos.
Más allá del caso Rosario, ciudad que se consolida como cuna del voto orientado hacia la ética y que en poco tiempo testeará su influencia en la puja provincial (ver páginas 13 y 14), Carrió padeció los efectos de eso que alguien se atrevió a definir irónicamente como "la opción por el menos malo frente al monstruo".

Puertas adentro
Pero también hubo errores clave puertas adentro. Queda para la autocrítica la resistencia a mostrar -según reflejaron las encuestas previas- condiciones para la gobernabilidad, el factor que dominará el nuevo escenario político.
También la imposibilidad de ampliar una coalición estratégica para cosechar más adhesiones (ahora se comprueba que tal vez era necesaria) como consecuencia de "el modo de construir poder de Lilita", según el reproche que no dejan de reiterar los que dieron el portazo (socialistas y Juan Carlos Dante Gullo) o se bajaron de candidaturas sin escindir (Mario Cafiero).
Sin embargo, la diputada refrendó las críticas cimentando su posición de no construir poder en base al reparto de cargos, convencida de que esa era la mejor vía para no reflotar el nefasto karma de la Alianza.
La performance de Carrió tiene su faz positiva si se evalúa que el ARI es una fuerza novel en el anémico espectro político argentino, vacío de propuestas.
Pero podría haber sido superior: un año atrás, cuando el clamor de que "que se vayan todos" llegaba a su clímax, la chaqueña era la única con chances ciertas de sentarse en el Sillón de Rivadavia.

El tábano
No obstante, la fe sigue intacta. "Si sacamos más del 15 por ciento es un triunfo", se sinceró una fuente arista consultada por La Capital poco antes de la apertura de las urnas.
Es que ya estaba al tanto de la decisión de Lilita: continuar consolidando su sueño dorado de ser la única opción al bipartidismo y el tábano que ahora desafía con no negociar votos en el ballottage. Anoche, Carrió fumó tranquila.


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