Año CXXXVI
 Nº 49.826
Rosario,
lunes  28 de
abril de 2003
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Denuncia del arquitecto detenido por el crimen de Florencia Rubino
El falso Loco de la Escopeta halló su casa saqueada al ser liberado
A pesar de que en nada se parece al fotofit policial, pasó 12 horas en una comisaría tras la acusación de sus vecinos. Cuando recuperó la libertad se encontró con que le habían vaciado su vivienda de Funes

Paola Irurtia y María Laura Cicerchia / La Capital

Una ronda de policías armados sacó el martes de la modorra del sueño a un arquitecto que enfrentó durante pocas horas la sospecha de ser "el Loco de la Escopeta" que mató a una nena de 12 años. La acusación lanzada sobre el hombre por sus vecinos, que lo denunciaron por teléfono por tener costumbres raras, ermitañas y retraídas, nunca llegó a formalizarse en la Justicia que ordenó su libertad en menos de 12 horas ante la falta de pruebas para sostener una sospecha formal. El arresto dejó latente el estigma de haber sido sindicado como la persona más buscada por la policía rosarina en los últimos 11 años. Y el día que había comenzado como en una pesadilla derivó en otra cuando el arquitecto llegó a su casa y encontró quela misma había sido saqueada por ladrones.
Quien se erigió como sospechoso del crimen de Florencia Rubino, la nena que recibió un mortal tiro de escopeta en su cara cuando viajaba a bordo de un ómnibus, contraría todos los datos brindados por los fotofits realizados durante el largo tiempo que lleva la investigación policial sobre el hombre que dispara contra colectivos y frentes de negocios en distintas zonas de la ciudad. Es rubio, de ojos claros, delgado, alto, de tez blanca y cabello ralo, largo y lacio. Después de la experiencia, pidió mantener su nombre en reserva. El dibujo del sospechoso buscado por la policía, morocho, de tez oscura, robusto y de cabello negro y corto, acompañaba la orden de allanamiento a la casa del profesional, en Funes.
Las sospechas contra el vecino esquivo se desvanecieron durante las horas posteriores a su arresto. En ese lapso, el hombre de 52 años permaneció en la comisaría 5ª, donde realizó varios test y tuvo entrevistas con cuatro psicólogos forenses. La policía no halló armas en su casa, ni encontró restos de pólvora en su auto. El juez a cargo de la causa, Alfredo Ivaldi Artacho, ordenó su liberación sin siquiera tomarle declaración ante la fragilidad de la acusación.
A pesar de los fundamentos judiciales, el arquitecto no pudo liberarse del estigma de haber sido señalado como un posible sospechoso. "Dijeron mi nombre en los noticieros y me presentaron como el Loco de la Escopeta. Son cosas horribles. Hasta las palabras «loco» y «escopeta» remiten a cosas feas", dijo el hombre a La Capital.
El otro perjuicio que el arquitecto sufrió como consecuencia de su arresto es el saqueo a su casa, que le provocó una pérdida material estimada en unos 7 mil pesos. Los ladrones se llevaron mil dólares, televisor, video y una colección de media centena de discos compactos y películas "que había comprado de a uno" en un negocio que los traía de Estados Unidos. También perdió herramientas específicas para la mecánica de su auto, un Ford Mustang modelo 1979, y una bicicleta china con frenos a disco y doble suspensión que se había comprado el año pasado.
"Fue una situación muy rara, porque parecería que los ladrones hubieran contado con 10 o 15 minutos para robar", señaló el hombre. "Es como si alguien hubiera avisado que estaba por llegar, o que tenían poco tiempo", porque además de la casa revuelta, el hombre encontró un reguero de cajas con ropa y algunos casetes que los maleantes dejaron tirados camino a un terreno aledaño al de su casa. "O sea que cuando llegué estaban robando, alguien les avisó y se les cayó todo en la huida", dijo.
Fuera de las sospechas sobre las personas que podrían haberse enterado de sus movimientos, el hombre sólo puede pensar en que el anochecer hubiese alejado a los maleantes.
Al llegar a su casa, después de estar unas 12 horas en la comisaría, el arquitecto encontró una ventana abierta, las luces encendidas y desde afuera pudo constatar los primeras faltantes. La ventana, de hierro, estaba forzada. Y entre las cosas esparcidas en el patio encontró una campera con llaves y ganzúas.
El hombre descarta que el personal policial que lo arrestó se haya apoderado de alguna de sus pertenencias durante el allanamiento. "Fue todo muy correcto, si es que era correcto realizar esa medida. Porque por una llamada anónima terminé perdiendo toda esa cantidad de dinero", dijo.



La última víctima tenía 12 años y murió en un ómnibus. (Foto: Sergio Toriggino)
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