Año CXXXVI
 Nº 49.825
Rosario,
domingo  27 de
abril de 2003
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Berisso
Fiesta en la calle Nueva York
Recordarán la pujante industria frigorífica. Habrá murgas, carrozas, autos antiguos y colectividades

Corina Canale

La Nueva York es una calle de la ciudad bonaerense de Berisso, corta y empedrada, con casas bajas de madera y chapa, sombreada por plátanos añosos. Tiene una historia de esplendores que comenzó allá por 1886, y se afianzó a principios del siglo pasado, cuando hombres y mujeres vestidos de blanco la recorrían camino a los frigoríficos Armour y Swift.
En estos días la gente de Berisso está preparando la "Fiesta de la calle Nueva York", que por un día, el próximo 25 de mayo, le permitirá a esta calle, ahora silenciosa y alejada del trajín cotidiano del trabajo, recuperar un poquito del esplendor de antaño.
Por iniciativa de la "Asociación amigos de la Nueva York", desde las seis de la tarde y hasta la medianoche, la calle se poblará de murgas, carrozas, autos antiguos y el colorido desfile de las colectividades, grupos de hombres y mujeres descendientes de los primeros inmigrantes que trabajaron en los saladeros, establecimientos precursores de los frigoríficos.
Durante la "La fiesta de la Nueva York" el bar Inglés, fundado en 1814, reunirá a los bebedores de cerveza helada, y por un momento Rubén Omar Salerno imaginará que el tiempo no ha pasado, y tal vez se anime a instalar algunas mesas sobre la ochava.
Salerno, cantor de tangos de raíces calabresas, conoce como pocos la historia de esta calle. "Ahora viene muy poca gente", dice señalando el salón vacío, donde apenas hay un mostrador largo, mesas arrimadas a la pared y mucha nostalgia.
Una radio suelta los acordes de un tango y el hombre, mirando tanto espacio vacío dice, como explicando: "aquí se bailaba". Pero enseguida la realidad lo gana y con resignación afirma: "a veces hago algún festival, pero la gente no tiene una moneda".
La fisonomía de la calle no ha cambiado nada; mirando las fachadas se nota que allí funcionaron negocios, algunos almacenes, tiendas o barberías, pero lo cierto es que la actividad comercial ya no existe en la Nueva York.
Salerno aún recuerda a un legendario personaje, el "canario" Gutiérrez, oriundo de las islas españolas, que se dedicaba a trasladar las casas de chapas movibles de un barrio al otro. La mirada se le pierde vaya a saber hacia qué recuerdos del pasado cuando dice "había gente, había ganas de vivir".
Mientras la calle ahora silenciosa muestra los trabajados dinteles altos de las casas viejas, Marcelo Arrieta, para los pescadores "el manduba", también miembro del Ente de Turismo, dice que "el 25 de mayo se va a presentar la maqueta del Monumento al Sagrado Corazón, allá, en el fondo de la Nueva York". El proyecto es emplazar en ese predio la obra de Moreira, escultor platense, que parece que va a tener más de treinta metros de altura, un atractivo más para quienes impulsan la recuperación histórica de la Nueva York a través del turismo.

Enormes murales
El color aparece en los enormes murales que reflejan la historia de la ciudad, obra de pintores que aprendieron ese arte en México. En esta calle, y en muchas otras de Berisso, hay más de cien murales que plasman la esencia del pueblo.
En la Nueva York también nació, allá por 1921, Manolo Reche, que sería un aguerrido hombre del sindicalismo local, quien comenzó su vida laboral en La Fonda del Aguila, el viejo fondín donde recalaban a comer los hombres solos.
Después, como no podía ser de otra manera, Manolo se calzó los estoquinetes blancos y trabajó en el frigorífico, donde conoció a Cipriano Reyes, el viejo gladiador sindicalista que fundó el gremio de la carne.
Más o menos a mitad de la calle está el pasaje Wilde, y allí un gran arco con la leyenda "Mansión de los obreros-1920", que recuerda al viejo hospedaje que cobijó a rusos, albaneses y polacos, y también a sirios, armenios, ucranianos y españoles, más allá de que la principal inmigración en Berisso fue la italiana. Esos hombres no sabían que ese lugar sería declarado en 1978 sede de la Fiesta Provincial del Inmigrante, que comienza el 4 de septiembre y finaliza a principios de octubre, un derroche de música y danzas sobre la avenida Montevideo.
Berisso también se prepara para realizar su primera Fiesta del Vino de la Viña, en el centro cívico, tal vez para la vendimia del año que viene, y entre los planes de desarrollo turístico figura la implementación de un servicio de catamaranes que una la ciudad con Puerto Madero.
Pero más allá del desarrollo y el progreso, los tiempos de oro de los frigoríficos han marcado profundamente a esta comunidad. No fue raro, entonces, que el ganador del concurso municipal "Cuentos fantásticos" fuera el cuento de Miguel Angel Escudero "El fantasma del Swift". El autor relata el encuentro de un viejo trabajador que deambula de noche por la calle Nueva York y su charla con una joven, vestida de blanco, a la que ve atravesar los muros silenciosos del viejo frigorífico, relato en el que no falta la sirena que anuncia el cambio de turno ni los olores típicos de un día de faena.



La calle recupera su fulgor de antaño el 25 de mayo.
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