Año CXXXVI
 Nº 49.825
Rosario,
domingo  27 de
abril de 2003
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Dos mujeres que se confiesan
"Locas y fuertes", de Adriana Varela y Cristina Lobaiza, aborda el amor y las relaciones de pareja

Laura Vilche / La Capital

Dos mujeres (Adriana Varela y Cristina Lobaiza) psicólogas y psicoterapeutas, psicodramatista una y estudiante de astrología la otra, se juntan para escribir sus relatos íntimos. Años atrás, una fue la terapeuta del hijo de la otra, pero ahora, lo que las une es más íntimo y existencial: son profesionales, madres y se acaban de separar de sus parejas. Y se sienten solas, con distintos matices, sufren la ausencia de un hombre en sus vidas.
Esta podría ser la síntesis de la historia a partir de la que nació el libro "Locas y fuertes (Relatos de Mujeres)", de Editorial Del Nuevo Extremo. Un conjunto de relatos, sensaciones, secretos, sufrimientos y alegrías de dos mujeres. Un texto que será calificado en el prólogo por el psicoanalista Eduardo "Tato" Pavlovsky como un "un vuelo sin escalas, para nadar-leyendo, en la cresta de la ola".
"Nadar-leyendo". He aquí, del propio Pavlovsky, la fórmula (palabra-palabra) que repetirán las autoras a lo largo del libro (y más de una veintena de veces) para contar sus vivencias.
Así, Varela y Lobaiza comenzarán relatando que el hijo de Cristina fue el "paciente-niño" que las unió en un momento a ambas y a sus "funciones-eje" (de madres y terapeutas). Dirán que tiempo después se encontraron para pensar los relatos que integrarían el libro con sus "detrás-debajo", o sea, compartiendo el dolor de la pérdida de sus respectivas parejas. Y ambas, autodenominándose "mujeres-sujeto", organizarán el texto, al que llamarán "producción-reproductiva", en "temas-madre": seis capítulos o "movimientos" donde contarán situaciones vividas o reflexionarán, entre otras cosas, sobre la soledad, el desamor, el cuerpo y el amor.
En una abundancia de binomios de palabras unidas por guiones (¿invitación a otra lectura, ejercicio gramatical, guiño?) ambas autoras nadarán-leyendo, escribirán-sufriendo o relatarán-sintiendo cómo le encontraron la vuelta a la vida sin ellos, los hombres. Cómo es vestirse para salir y que ellos no estén, cómo es criar a los hijos sin ellos, cómo es ir a una fiesta sin ellos, cómo es pasar una Navidad sin ellos, cómo es llegar a la noche y estar sola en la cama sin ellos, y hasta cómo es cuidar a dos perros demandantes sin ellos.
Y en algún párrafo, al referirse a sus hombres, dirán que lo que escriben es una "producción-para vos" y en otro reclamarán un papá para sus hijos hablando de "ilusión-padre". En alguna página reconocerán sus "expectativas-hombres" antes de ir a una reunión, contarán cómo se enfrentaron al "objeto-masarcilla" cuando se animaron a pisar un "atelier-santuario" de escultura, o bien, rescatarán al amor hablando de él y su "des-medida".
"Locas y fuertes" es el título de un puñado de historias femeninas que bien podrían ser las de cualquier persona en estado de fragilidad o desconsuelo frente al desamor. "Cuando me dicen quiero estar un tiempo sola, encontrarme a mí misma, disfrutarme, hacer lo que deseo, yo escucho: tengo miedo a volver a enamorarme y sufrir ad hoc, no me siento segura de conquistar a nadie, estoy enojada con los hombres y no pienso dedicarles mi atención...", se leerá en un fragmento de la cresta de la ola (al decir de Pavlovsky).
Por fuera de la marea de guiones, las autoras lograrán buenos pasajes en "Soledad como resultado" y "Pidiendo un padre". Allí, sin demasiadas explicaciones transmitirán cómo lo que a veces duele, también puede hacer sonreír al más vulnerable. Tal el caso del hombre que le dirá a la mujer, en siete breves escenas, que es lo mejor que le pasó en la vida, que es su modelo, su ídola, que se siente sostenido y cada vez crece más con ella; pero terminará diciéndole que por todo eso necesita encontrarse, apropiarse de su historia y hacerlo solo. Y finalmente, le pedirá que se separen. O aquellos párrafos donde la mujer se explica por qué él la dejó. Se dirá que él se disoció, que así se defendió del dolor (no la dejó porque no la ama) o que le resulta excesivo el tamaño de su pareja en función del vínculo complicado que tiene con la mujer en general y la patológica relación con su madre. Pero, por último, se dirá que todas esas son "elucubraciones" y rematará: "Este pibe no elige estar conmigo, dirige su deseo hacia otra mina, es con ella con la que se acuesta".
Ni tan locas, ni tan fuertes (Ni mucho menos locas-fuertes). Sólo relatos de mujeres solas o en soledad.



(Ilustración: Chachi Verona)
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