Año CXXXVI
 Nº 49.824
Rosario,
sábado  26 de
abril de 2003
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El trigo y la directa, una yunta que se las trae
Un trabajo elaborado por el Inta Marcos Juárez destaca los resultados y la importancia de la SD en el cultivo de trigo en la región pampeana norte

Necesidades mutuas. Por su aporte a la cobertura del suelo y el tipo de sistema radicular, el trigo contribuye a la rotación en siembra directa, mientras que la administración del agua que permite este sistema de siembra le viene muy bien a un cultivo que durante gran parte de su ciclo experimenta una baja ocurrencia de lluvias.
Jorge Fraschina, Carlos Bainotti y Juan Salines, del Grupo Mejoramiento de Trigo de la estación experimental Marcos Juárez del Inta, elaboraron un trabajo sobre la importancia y posibilidades del cultivo de trigo en siembra directa en la región central norte.
Allí señalan que el factor clave para alcanzar mejores resultados en la agricultura de secano es tratar de maximizar el uso del agua de lluvia por parte de los cultivos.
La técnica de siembra directa tiene un impacto directo sobre la capacidad de infiltración del suelo, debido a que modifica favorablemente algunos factores que actúan sobre ella, como son la permanente cobertura con rastrojos y la acumulación de residuos orgánicos en los primeros centímetros de suelo.
El cultivo de trigo "contribuye a la sustentabilidad de esta modalidad de producción ya que realiza un importante aporte a la cobertura de suelo con sus residuos de cosecha y tipo de sistema radicular".
Asimismo, la acumulación de agua en el perfil de suelo en el momento de la siembra "es importante para todos los cultivos, pero lo es especialmente en el caso del trigo por la baja ocurrencia de lluvias durante gran parte de su ciclo".
Partiendo de adecuados niveles de agua acumulada, un cultivo de trigo bien implantado puede afrontar el período invernal normalmente seco durante el cual transcurren importantes etapas de desarrollo como son el macollaje y gran parte del encañado. Posteriormente, en el momento de espigazón, que eligiendo adecuadamente la variedad y época de siembra debería ocurrir inmediatamente pasado el riesgo de heladas tardías, la probabilidad de lluvia aumenta y la disponibilidad hídrica generalmente resulta suficiente para abastecer el llenado de grano.
Como ejemplo de eficiencia en el uso del agua por parte del cultivo de trigo en siembra directa, los especialistas mencionan las mediciones obtenidas en los ensayos de variedades realizados en campos de productores del sudeste de Córdoba y que arrojaron valores de entre 10 y 13 kilogramos de grano por cada milímetro de agua consumida.
"Para el caso de trigo, tanto el cultivo antecesor como el sistema de labranza modificarán la acumulación de agua en el suelo y, por lo tanto, la disponibilidad hídrica inicial del cultivo", destacan, y enfatizan que "esta situación es especialmente importante en la región norte triguera, donde el maíz y las variedades de soja precoces de siembra temprana que maduran durante el mes de marzo, resultan buen antecesor de trigo".
El Inta Marcos Juárez advierte que las pérdidas de humedad de suelo posteriores a la madurez fisiológica del cultivo antecesor, dependerán del manejo realizado en cada situación y "es aquí donde adquiere mayor importancia ajustar debidamente la técnica de barbecho químico".

Elección de Variedades
Si bien dentro de la estrategia de manejo del cultivo de trigo en siembra directa la mayor atención se debe poner en la elección de lotes con buena disponibilidad de agua y en la implementación de una equilibrada suplementación de nutrientes para cada situación, la experiencia reciente del Inta Marcos Juárez muestra que "también resulta importante la elección de variedades y fechas de siembra adaptadas a esta modalidad de cultivo".
Junto a esta última pauta se debe mencionar también la necesidad de utilizar semilla sana, curada y con adecuado desarrollo de grano, que permita alcanzar la cantidad de plantas recomendada para cada variedad y época de siembra, apuntando a lograr una buena implantación. Una buena implantación es la clave para mejorar la eficiencia en el uso del agua y de los nutrientes disponibles.
Con respecto a la elección de variedades de trigo para siembra directa, la sugerencia es tratar de caracterizar previamente cuál será el ambiente de producción. "Si bien en general se sigue observando buena adaptación de las variedades que permiten una siembra temprana, en los buenos ambientes se alcanzan iguales rendimientos con variedades de ciclo corto con buen potencial de rendimiento", indican.
La siembra temprana de trigo asegura una mejor implantación del cultivo y ofrece condiciones más favorables en las primeras etapas de desarrollo, y por lo tanto un mejor uso del agua almacenada en el suelo.
Cuando los ambientes de producción de trigo son mejores, con mayor disponibilidad hídrica y adecuado nivel de nutrientes, las diferencias entre ciclos desaparecen y prevalece el potencial de rendimiento de la variedad.
En las dos últimas campañas y en varias regiones del área central norte, se observó daño de frío por heladas durante la implantación del trigo en siembra directa y también se pudo verificar que existen diferencias entre cultivares frente a este tipo de estrés. "Los resultados fueron coincidentes con observaciones registradas en años anteriores e indicaría que debería replantearse el uso de estas variedades susceptibles en condiciones de siembra directa con abundante rastrojo en superficie, debido a que las posibles pérdidas de área foliar no siempre podrían ser compensadas en todos los ambientes", destaca el trabajo.
Para la elección de variedades de trigo con buena adaptación a siembra directa, el Inta recomienda prestar especial atención a su comportamiento frente a enfermedades producidas por parásitos necrotróficos, es decir aquellos que tienen posibilidades de transmisión a través de los rastrojos como son la septoriosis de la hoja, la mancha amarilla y la fusariosis de la espiga.
Actualmente, el área de mayor expansión del trigo en siembra directa es la dedicada al doble cultivo trigo/soja en rotación con maíz y soja de primera siembra. En este sistema de producción, la secuencia trigo/soja con buenos rendimientos suele ser una alternativa de excelente rentabilidad. Para ello, el cultivo de soja de segunda siembra debe ser implantado lo antes posible.
"La situación ideal sería llegar a sembrar la soja de segunda hacia fines de noviembre o principios de diciembre, aquí es donde adquiere importancia la elección de variedades de trigo de siembra temprana con madurez rápida, como así también las de ciclo más corto, que al permitir una cosecha más temprana tenderá a mejorar el resultado global de la secuencia trigo/soja", subraya el informe del Inta.
Para facilitar la implantación de la soja sobre trigo, "también debe prestarse atención al tipo de rastrojo que deja el cultivo de trigo, debido a que algunas de las variedades difundidas tienen marcada tendencia a vuelco en condiciones favorables, lo cual origina pérdidas de rendimiento antes y durante la cosecha, pudiendo también ocasionar dificultades y demoras para la siembra de soja".



La sustentabilidad es un factor clave en la siembra.
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