Año CXXXVI
 Nº 49.815
Rosario,
viernes  18 de
abril de 2003
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La posguerra. Durante días la gente se llevó todo lo que pudo
La guerra deja tras de sí a un pueblo armado hasta los dientes
Sin seguridad, los depósitos de municiones iraquíes quedaron al alcance de los saqueadores

Carsten Hoffman

Bagdad. - El pueblo iraquí entra en la posguerra armado hasta los dientes. Quien no había sido provisto por el régimen de Saddam Hussein con ametralladoras y pistolas pudo abastecerse durante los saqueos en todo el país. Se perfila un grave problema de seguridad en Irak después de que los militares estadounidenses expulsaran a las tropas iraquíes sin lograr llenar el vacío de poder.
Tras el derrumbe de las estructuras militares y policiales, las puertas de los depósitos de municiones quedaron abiertas de par en par. Durante días, las personas cargaron con todo lo que pudieron. En Bagdad incluso se podían ver niños y jóvenes con cinturones de balas y armas llevándolas a sus casas. Muchas veces, ni siquiera hace falta buscar. En las trincheras abandonadas hay armas. Hace pocos días, todavía había ametralladoras montadas sobre tanques vacíos, como en varios suburbios de Bagdad. En los bordes de las calles había diseminadas granadas convencionales y granadas antitanque.
La derrota en Irak generó un pueblo fuertemente armado. ¿Desaparecieron cientos de miles o millones de armas de guerra? El jefe de policía iraquí Alla Hussein, uno de los primeros funcionarios del nuevo grupo de seguridad en el país, tampoco lo sabe. "Es un número enorme", aventura.
El ejército iraquí contaba con al menos 350.000 soldados activos. Sólo la Guardia Republicana, la tropa de élite de Saddam Hussein, contaba al menos con 26.000 hombres. A eso se sumaban distintas unidades paramilitares, como la milicia del partido Baas y grupos de combatientes voluntarios. El número de reservistas se estimaba en 650.000.
Una nueva emisora de radio llama ahora a devolver las armas robadas. "Quien no las entregue, será castigado. Quien las utilice, será castigado aún más", advierte el jefe de policía. "Muchos devolverán las armas, porque no son necesarias en tiempos de la nueva libertad", agrega. Sin embargo, en los primeros días tras la caída del régimen, esto parece poco probable. Las armas son una especie de reaseguro, y tras la anarquía criminal, Irak podría verse amenazado por una fase de tensiones políticas y étnicas.
El líder shiíta ayatolá Mohammed Bakir el Hakim cree que es posible una guerra civil. "Las circusntancias actuales hablan a favor de ello. Dependerá en gran parte de la coalición angloestadounidense", dijo en una entrevista. Hakim, que dirige en Teherán el Consejo Supremo para la Revolución Islámica en Irak pidió nuevamente el repliegue del ejercito norteamericano del país.
"Lo principal es que los ciudadanos se sientan seguros" afirma convencido el jefe de policía Hussein, quien espera que el peligro de la guerra civil no sea demasiado grande. "Seguramente habrá problemas. Pero el pueblo iraquí es bueno y evitará la confrontación directa", agrega. (DPA)



Una niña iraquí carga una ametralladora pesada.
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