Año CXXXVI
 Nº 49.813
Rosario,
martes  15 de
abril de 2003
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cartas
La mirada de Alí

El pequeño Alí nos mira impotente desde su camilla en Irak. Su familia fue asesinada por los ataques de las tropas imperiales. Ahora, en la milenaria Bagdad, ondea la bandera de las barras y las estrellas, los fetiches del Imperio reemplazan a los íconos del poder fenecido. Pero el cuerpo del niño Alí quedó mutilado para siempre, sus brazos le fueron arrancados del tronco por los bombardeos de la aviación anglo-norteamericana. ¿Un exceso de la guerra? ¿Un efecto no deseado? No, la marca del imperio en uno de los tantos de miles de cuerpos inocentes. Las poblaciones civiles del mundo debiéramos tomar en cuenta que la impiedad más absoluta es la divisa de los poderosos del planeta. Los mercaderes, como siempre, continuarán con sus negocios. Primero el de los pertrechos para la invasión, ahora la etapa reconstructiva de edificios. La lógica de la muerte planificada, incluye el rubro de los negocios. Claro, según la cínica expresión de Mr. Murdoch, "bussines are bussines". ¿Pero y los arsenales con armas químicas, excusa de la campaña invasora al Golfo? Mientras la soldadesca mercenaria del imperio festeja su cruzada redentora, Alí como miles de niñas y niños de Africa, Asia y Latinoamérica seguirán mirando azorados y preguntándose acerca del porqué de las guerras. Interrogándose sobre sus culpas inexistentes, salvo la de haber nacido en territorios ricos en recursos minerales, recursos de los que están ávidas las corporaciones del capital mundializado. Tratarán de entender, mientras sufren cuán perversa es una sociedad que los condena a malvivir, para que los magnates y banqueros mantengan sus privilegios, utilizando la sangre de los inocentes como combustible de su maquinaria infernal.
Carlos Solero


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