Año CXXXVI
 Nº 49.793
Rosario,
miércoles  26 de
marzo de 2003
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Un ejemplo de alfabetización

En medio de la crisis de valores, de la falta consideración hacia el semejante y de sensibilidad por los desvalidos, carenciados y marginados, quien ponga una cuota de solidaridad o de asistencia merece ser reconocido. Y si el tema tiene que ver con la educación, en este caso con la alfabetización de los chicos de la calle, se torna difícil hallar los adjetivos adecuados para ponderar la iniciativa. Nos referimos al grupo de maestras aprendices y jubiladas que, sin percibir otra retribución que la satisfacción de cubrir un vacío que el Estado no ha podido resolver, se han entregado a la tarea de alfabetizar a los chicos de la calle, intentando nivelarlos para reinsertarlos en el sistema formal.
   El proyecto denominado Aulas Solidarias cuenta con el auspicio del Ministerio de Educación de la provincia, pero nada más que eso; no existe presupuesto para pagar a los maestros; sí cuenta con el apoyo del padre Tomás Santidrián y percibió un subsidio durante el último año de 500 pesos mensuales de la Municipalidad de Rosario, imprescindible para la compra de algunos artículos; subsidio que aún no fue confirmado para el presente año. Por lo demás todo es obra del esfuerzo de las maestras que en ocasiones deben costear de su propio bolsillo los gastos. Participan unos diez docentes, junto a profesores voluntarios de educación física, inglés y tecnología.
   Los resultados ya están a la vista, unos doscientos chicos han pasado durante el último año, y desde este lunes —tras inaugurarse el nuevo ciclo en una casa prestada— comenzaron a asistir otros 100 alumnos. El concepto que mueve a los docentes se sintetiza en enseñanza y contención; “contenidos, ya que sin oportunidades la igualdad es una utopía; mientras que la educación hace libre a un pueblo”, recuerda con oportuno concepto una de las coordinadoras y pioneras de la iniciativa, Ana Josefa Martin.
   La tarea de estas docentes, que bien podrían estar en sus hogares usufructuando un merecido descanso por los años de servicio entregados, se torna por momentos verdaderamente titánica, si se tiene en cuenta que deben luchar contra las adicciones, como la droga, el alcoholismo y el delito. Se trata de que los chicos, además de hallarse contenidos, aprendan a pensar por sí mismos y que cuenten con los instrumentos para poder incorporarse a la sociedad. Una iniciativa invalorable por estos tiempos, que ojalá logren sostenerla y otros intenten imitarla.


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