Año CXXXVI
 Nº 49.789
Rosario,
sábado  22 de
marzo de 2003
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Guerra en el Golfo. La capitulación de los soldados de Saddam
Los prisioneros iraquíes, un alivio y también una carga para los vencedores
Bajo la Convención de Ginebra, no siempre respetada, deben ser tratados sin violencia ni humillación

Dieter Ebeling

Berlín. - Levantan las manos y ondean una bandera blanca. Se arrodillan con las manos atadas en la espalda. Sus rostros desprenden miedo y tensión. Esa es la apariencia de los prisioneros de guerra, no sólo los de Irak que se entregan al segundo día de la guerra. Esa la de los prisioneros de guerra en todo el mundo. Siempre. Para la parte vencedora, los prisioneros pueden ser tanto un alivio como una carga. Por una parte contribuyen a que se reduzca el número de posibles enemigos y se puede utilizar su capitulación con fines propagandísticos y para subir la moral a la propia tropa. Pero, por otra parte, los prisioneros de guerra son también una carga para el ejército, sobre todo cuando, como en el caso de EEUU en Irak, se pretende avanzar rápidamente en el país del enemigo.
Su tratamiento está reglamentado claramente. En la Convención de La Haya de 1907 sobre las leyes de guerra se estableció lo que los vencedores deben hacer con sus prisioneros. El espíritu de este tratado se resume en el artículo 4: "Deben ser tratados con humanidad".
Este punto se completó en 1929 con una Convención de Ginebra ("Está prohibido llevar a cabo acciones de represalia contra ellos") y en agosto de 1949 se aprobó la Convención sobre los prisioneros de guerra de Ginebra vigente en la actualidad. Sus puntos básicos son: el que toma prisioneros, debe tratarlos humanamente, sin que esté permitida la violencia o la humillación. Y, además, debe ocuparse de ellos: los prisioneros de guerra tienen por ejemplo derecho a un alojamiento acorde con las circunstancias así como a alimentación, ropa, tratamiento médico y asistencia religiosa.
Los prisioneros de guerra pueden convertirse en una gran carga para el vencedor. Los prusianos se dieron ya cuenta de ello en 1870, cuando, en una época en que todavía no había leyes internacionales al respecto, tenían que hacerse cargo de 350.000 franceses y la cifra continuaba creciendo.
En la guerra del Golfo de 1991, la cuestión de los prisioneros fue arreglada en cuestión de poco tiempo. Unos 70.000 iraquíes fueron albergados bajo supervisión del Comité Internacional de la Cruz Roja, mientras que 5.000 kuwaitíes y 4.299 ciudadanos de las demás fuerzas vencedoras (EEUU, Gran Bretaña, Italia y Arabia Saudita) quedaron libres por la otra parte. Pero 572 kuwaitíes son considerados todavía "desaparecidos".
En ocasiones, los prisioneros se convierten también en rehenes de la política. La guerra entre Irak e Irán se prolongó entre 1980 y 1988, pero no ha sido hasta este mismo mes, quince años después, que Bagdad y Teherán se han puesto de acuerdo nuevamente sobre un intercambio de prisioneros, después de que en los últimos años unos 97.000 pudieran regresar a casa. Ahora serán puestos en libertad 941 iraquíes y 349 iraníes, pero todavía quedan presos.
En la Segunda Guerra Mundial fueron hechos presos 11 millones de soldados alemanes, más de un millón de los cuales murieron durante el cautiverio ruso. El canciller alemán Konrad Adenauer consiguió 11 años después del final de la contienda la liberación de los últimos soldados.
La cuestión de quién es prisionero de guerra está fijada ampliamente en la Convención de 1949 (en ella se incluyen también los periodistas de guerra tomados presos), pero en la práctica resulta polémica. Durante mucho tiempo, Irak intentó tratar de "criminales comunes" a los iraníes hechos prisioneros. Y EEUU, pese a las críticas internacionales, afirmó que los hombres recluidos en la base de Guantánamo en Cuba tras la guerra de Afganistán no eran prisioneros. Según Washington, éstos no luchaban por un país, sino por Osama Bin Laden. (DPA)



Unos 600 soldados iraquíes eligieron desertar en masa.
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