Año CXXXVI
 Nº 49.784
Rosario,
lunes  17 de
marzo de 2003
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El paisaje, un motivo para nada inocente
Una exposición en el Castagnino muestra los diversos intereses estéticos y políticos de artistas del siglo XX

"Tres miradas sobre el paisaje" es una exposición realizada en el Museo Castagnino (Pellegrini y Oroño) a partir de la integración de tres propuestas curatoriales, que plantean diversos intereses sobre una temática que, con matices y en distintas épocas, ha ocupado un lugar central en el arte argentino.
María de la Paz López Carvajal, a cargo de la colección del museo, analiza el recorrido de algunos artistas en las primeras décadas del siglo XX, según diferentes ejes temáticos: "El paisaje extranjero", realizado por los pintores que, como era costumbre, viajaron a Europa para estudiar en academias; "Los modernos", que hace referencia la influencia sobre los artistas de los distintos movimientos generados o ya establecidos por esos años en el Viejo Continente, y "El paisaje argentino", que expresa las búsquedas de un arte nacional. La serie "La vida de un día" de Fernando Fader, igualmente ilustrativa de este último segmento, adquiere una significación especial ya que es la primera compra realizada por la Comisión de Bellas Artes en 1917 y revela sobre qué principios se formó la colección del primer museo de la ciudad.
Mirta Sellarés, historiadora e investigadora del museo, aborda el paisaje desde la búsqueda de la identidad y la problemática social, se trata de una mirada sobre el paisaje de la región a través de "El paisaje del Litoral", y otra sobre la formación de la ciudad tanto en un sentido positivo como de denuncia de las problemáticas sociales en "El paisaje ciudadano como afirmación de la identidad" y "Suburbio, inmigración y trabajo", respectivamente.
En tanto, Roberto Echen, coordinador del Espacio de Arte Contemporáneo del museo, eligió exposiciones renovables para dar cuenta de la mirada contemporánea. La primera fue realizada, como curador invitado, por Leo Battistelli. Esta "tercera mirada" aparece como mucho más fragmentada, cuestionadora y, a la vez, en construcción.

De allá y de acá
Al analizar el paisaje extranjero, López Carvajal observa que desde el siglo XIX y luego de que el arte se convirtiera en una vocación entre los criollos, el viaje de los artistas argentinos a Europa fue considerado una condición en su formación. A fines de siglo XIX y a principios del siglo XX el sistema de becas y subsidios nacionales, provinciales y municipales alcanzó su mayor grado de desarrollo, tuvo importante número de beneficiarios y los destinos mayormente elegidos fueron Italia, Francia y España.
París, capital del arte internacional en la primera mitad del siglo XX, se convirtió en el lugar preferido por la mayoría de los jóvenes pintores, quienes conocieron in situ los lenguajes de las vanguardias, dejaron influenciar sus producciones por las nuevas corrientes y a su regreso, renovaron el ambiente artístico local. Así, los paisajes exhibidos de este segmento evocan la experiencia del viaje y revelan la mirada de los artistas argentinos sobre estas vistas de ciudades y de la naturaleza, no sólo en el plano anecdótico y literario sino en el de la construcción simbólica del lenguaje en un marco de asimilaciones, influencias e interpretaciones nuevas.
En tanto, las pinturas de paisajes de la primera décadas del siglo XX evocan la naturaleza vernácula en variadas interpretaciones y encarnan los discursos ideológicos en debate en esos años, centrados en el problema modernidad y tradición.
A principios de siglo XX -explica López Carvajal- y luego del aluvión inmigratorio, la búsqueda de la definición del "ideal nacional" era una de las preocupaciones fundamentales de intelectuales y artistas. La estética del grupo Nexus -constituido en 1907 e integrado entre otros por Ripamonte, Quirós y Fader- sólo se acercaba al impresionismo por la apropiación de ciertos rasgos de su técnica, pero influirá notablemente la producción de los pintores de paisajes hasta entrados los años 30 con sus ideas de definición del arte nacional a través de una pintura animalista, costumbrista y de paisajes del interior que permitía reconocer "la patria" en sus imágenes.
Como contrapartida los primeros modernismos en el país fueron iniciados por artistas y escritores luego de una estadía en Europa: promovieron la inserción de sus experiencias internacionales, reelaboraron los modelos externos y estructuraron e impulsaron un lenguaje estético legitimador de lo "nuevo". Esto se constituyó en forma paralela al ideal nacionalista en las décadas del 20 y del 30, y se evidenció en obras con influencias del simbolismo, el constructivismo cezaneano, el cubismo y el fauvismo.

El paisaje del Litoral y la ciudad
Sellarés centra su atención en otras problemáticas, donde lo social adquiere una gran importancia. La ribera del Paraná, las islas, el desarrollo urbano del Litoral -observa- impactaron tempranamente a los cronistas y viajeros que pasaron por estos lares. Luego los que decidieron radicarse en la región y los que se formaron en los talleres y academias de los primeros maestros plasmaron en sus obras plásticas las características culturales y la humanización del paisaje litoraleño.
En tanto, el paisaje urbano -advierte- es expresión de una ciudad cosmopolita que fue tomando diversas definiciones tratando de explicar su identidad. Se la denominó "ciudad fenicia" por su condición portuaria y comercial, "hija de los barcos" por su población marcadamente inmigrante, "hija de sus propias obras", porque surgió sin acto fundacional. "Los artistas rosarinos -dice- han manifestado a través de su producción artística aspectos del desarrollo urbano. El paisaje, el conflicto, las costumbres, las construcciones edilicias, los barrios con sus calles y rincones, la ribera del Paraná, los pescadores realizando sus tareas cotidianas se reflejan en obras que en algunos casos se tornan testimoniales de la transformación material introducida al paisaje".
A partir de mediados del siglo XIX con la llegada de inmigrantes, Rosario se pobló de conventillos e inquilinatos para brindar alojamiento desde a obreros portuarios, textiles y fabriles, hasta a guapos y prostitutas. El suburbio generalmente acogió a aquellos menos favorecidos, que en su mayoría venían buscando un lugar para trabajar y poder vivir dignamente. En general lograron sus objetivos y con sus manos hicieron una ciudad rica y moderna que no siempre les devolvió a todos por igual los resultados de sus logros.



"La Paz moderna", una pintura de José Malanca.
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