Año CXXXVI
 Nº 49.784
Rosario,
lunes  17 de
marzo de 2003
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El arquero de Newell's compartió con Ovacion la bronca y el fastidio por su actuación del sábado
Luciano Palos: "Necesitaría una bruja"
No le encuentra explicación al momento que le toca vivir, mientras aguarda con ansiedad el clásico para tomarse revancha

José M. Petunchi / Ovación

Casi veinticuatro horas después de la infortunada noche de sábado en el Coloso, Luciano Palos sigue mascando bronca. El fastidio se le nota en cada gesto, en cada palabra. Y se hace más evidente cuando se le dice que el partido ante Independiente -en el que se comió un gol y compartió la responsabilidad con Domínguez en otro- era una prueba de fuego para ganarse la titularidad para el clásico ante Central del sábado próximo. Ni la tranquilidad de su hogar, en pleno corazón del barrio Carlos Casado, ni la calma que le trajeron los resultados del domingo ("menos mal que Boca quedó primero", dijo en obvia alusión a que Central dejó la punta) mitigaron la calentura. Era tanta la bronca que después del partido no pudo conciliar el sueño. Si hasta estuvo a punto de explotar cuando, llegando a su casa, un par de hinchas le gritaron algo y él casi lo usa como excusa para canalizar su nerviosismo. Si no lo frenaban se iba a las manos. Pero al margen del mal momento, Palos se ilusiona con estar en el clásico. "Después si me toca salir, tal vez no me molestaría, pero ante Central quiero jugar", dijo mientras clama por tomarse revancha cuanto antes.
"Todavía estoy con mucha bronca, quiero ver los goles por TV, porque todavía no los pude ver. Hace desde el viernes a la noche que no duermo, apenas si pude hacerlo una hora", justificó Luciano en una escena dominada por la paz familiar, donde el arquero mantuvo un extenso diálogo con Ovacion.
-¿El viernes no pudiste dormir por la ansiedad y el sábado, por la bronca?
-Sí, el viernes apenas dormí una hora. Y anoche no pude pegar un ojo. Todavía me dura la bronca por lo de ayer (por el sábado). Le contaba a ella (Mariana, su esposa) que tanta mala suerte no puedo tener. Una vez que me dan la oportunidad y pasa lo que pasó no puedo hacer menos que sentirme mal.
-¿En el segundo te debés haber querido morir?
-Sí. Fue una terrible desgracia, y encima con ese gol Independiente se puso en ventaja. Son cosas que pasan, pero te quedás con una bronca bárbara. Por suerte después se pudo empatar y eso es lo único rescatable de la noche.
-En el primero se nota que alcanzás a pedírsela a Domínguez.
-Sí, se la pido, Seba me escucha y quiere sacar el cuerpo, pero le pega en el pecho y va al arco. Ahí te das cuenta de que es un poco de mala suerte, porque es una pelota fácil que la tenía en mis manos y pasó eso. Y en el segundo la quise agarrar y sacar al mismo tiempo, pero se me escapó y casualmente se va para el arco ¡No pudo haber salido para otro lado! No, tenía que ir derecho al arco. Esas son las cosas que te hacen sentir impotente dentro de una cancha.
-En el primero decís que Domínguez quiso sacar el cuerpo, ¿no creés que debiste gritarle más enérgicamente o salir a buscarla con mayor decisión?
-Le grité y me escuchó, porque él la quiere dejar. Fue mala suerte. Pudo haber salido para afuera o para el costado, pero no, fue directa al arco. Ahí te das cuenta cuando estás salado en el fútbol, cuando no ligás, te pasan estas cosas y generalmente terminan en gol.
-¿Y en el segundo?, decías que estabas entre sacarla y agarrarla.
-Sí, la idea era agarrarla, porque me parecía una pelota fácil, no era para complicarse. Se me escapó y pasó lo que pasó.
-¿Y ahora qué?
-A meterle el pecho a las balas. Hay que sacar esto adelante, aguantarme las críticas y ver qué pasa esta semana.
-Ante Independiente era una prueba de fuego para vos, porque dependía de tu rendimiento para ganarte un lugar para el clásico.
-Sí, seguro, porque tenía que dejar una buena imagen y no fue tan así. De todos modos, en lo que más me complicaba, que generalmente era en los centros, estuve bien. Hay que ver qué pasa en la semana, el Bambino tendrá que decidir y seguramente atajará al que vea mejor.
-¿Se desequilibraron un poco después del primer gol al ser un error compartido entre Domínguez y vos?
-No creo que haya pasado eso. Estábamos jugando bien. Fueron goles nuestros. El equipo no merecía otro resultado que no fuera el triunfo.
-Sí, todo lo bueno y lo malo lo hicieron ustedes.
-Sí, claro, hicimos los cuatro goles. Ya está, ya pasó. Hay que dejar eso atrás, corregir errores y sacar esto adelante, porque se viene el clásico frente a Central, es un partido especial y trascendente para nuestro futuro.
-El hecho de saber que te jugabas tal vez la titularidad para el clásico, ¿te puede haber jugado en contra?
-Puede ser. Se hablaron muchas cosas en la semana. Creo que la presión la metieron, pero eso hay que dejarlo de lado, porque era una gran oportunidad y había que salir tranquilo a la cancha. Tengo los suficientes partidos como para no ponerme nervioso y empezar a demostrar en la cancha.
-Entonces, ¿atribuís lo que pasó a la mala fortuna?
-Sí, puede ser. Porque en los entrenamientos las cosas me salen bien, y uno dice por qué tanto misterio si en los partidos hay que volcar todo lo bueno que uno hace en la semana. Pero no te salen, y decís ¡pucha que es lo que pasa! Hasta el primer gol estaba tranquilo, estaba haciendo las cosas bastante bien, después llegó ese gol y a lo mejor me caí un poco. Fue una desgracia. Pero tampoco hay que echarle la culpa a la mala suerte, porque uno sale a la cancha y no sale a jugar con la mala suerte, sale con lo que sabe hacer y punto.
-Tu carrera está marcada por situaciones como estas. No es la primera vez que esperás con mucho entusiasmo y después las cosas no te salen como esperabas.
-Sí. A esta altura no sé que pensar. Ni bien terminó el partido no sé a quién le dije que iba a ir a una bruja para que me saque el gualicho que me hicieron, porque estoy tanto tiempo esperándolo y cuando me toca siempre me pasa lo mismo. Nada sale como lo imagino. No lo puedo creer. Porque en los entrenamientos hago las cosas bien y en los partidos me sale todo mal. Ya no sé qué pensar.
-¿Te ves el sábado en el Gigante como titular?
-Ojalá que juegue. Yo lo único que quiero es jugar el clásico, después si no sigo jugando, a lo mejor no me molestaría, pero ante Central es un partido que quiero jugar.
-Esa es una expresión de deseos, ¿pero íntimamente te ves o no atajando ante Central?
-Creo que sí (la primera risa durante la nota). No creo que el técnico me saqué por un partido. Eso lo va a decidir el Bambino, no sé qué pasará por su cabeza, pero él seguramente va a poner al que mejor esté.
-Y vos que creés, ¿quién está mejor de los dos?
-(Se ríe) No sé como decirte, creo que los dos arqueros estamos teniendo mala fortuna. Porque es así, cuando el equipo no liga y pasan estas cosas, la culpa es siempre del arquero. Está bien, yo me hago cargo de los goles.
-Cuando el Bambino se iba el sábado a la noche de la cancha dijo que te había notado muy nervioso y que iba a tener que trabajar mucho en eso.
-No, no es que estaba nervioso, estaba muy fastidioso, con mucha bronca. Cuando pasan estas cosas seguramente a cualquier jugador le agarra bronca. Pero si vos decís que hace 20 partidos que estás jugando y te pasa eso, es una cosa, pero me pasa a mí cuando me dan la posibilidad, entonces la bronca es mucho mayor y no se me va a ir hasta el sábado que viene. No veo la hora de que llegué el partido para sacarme esta espina.
-¿Querés tomarte la revancha ya?
-Sí, seguro, porque lo pienso por dentro y no le encuentro explicación a este momento. Ojalá ya fuera el sábado para poder revertir esta imagen.
-Cuando hablás no dejás margen para pensar que no vas a atajar.
-Y... todo jugador quiere estar en ese partido. Siempre voy a hablar de que estoy entre los once, nunca me voy a considerar en el banco de suplentes o fuera del equipo.



"Desde el viernes que no puedo dormir", dijo Palos.
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