Año CXXXVI
 Nº 49.783
Rosario,
domingo  16 de
marzo de 2003
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Valencia: Jugar con fuego
La ciudad española se dispone a celebrar sus famosas fallas. Año tras año, los ninots arden en llamas

Aurelio Alvarez

En Valencia se juega con fuego. Para quien piensa que lo contrario es "curarse en salud", en esta ciudad mediterránea se equivoca. Y es que estamos en plena época de fallas, las fiestas centrales de esta urbe y su comunidad autónoma, reconquistada a los moros, hace siglos, por el Cid Campeador. El tránsito vehicular se vuelve un caos. Calles cortadas por las actividades de los casales falleros, responsables de cada uno de los más de 300 monumentos que se quemarán el 19 de marzo como es costumbre, convierten la vida cotidiana en un desafío a la habilidad y paciencia de conductores y peatones.
Desde el 1º de este mes, a las 2 de la tarde, una multitud de propios y extraños se dan cita en la plaza del Ayuntamiento para presenciar la mascletá, espectáculo pirotécnico con estallidos rítmicos y sincronizados de tracas -bombas de estruendo y cohetería-, que ponen aroma de pura pólvora en el aire que se respira. A su término quedan al descubierto blancos puestos donde se ofrecen al paso exquisitos buñuelos de calabaza y churros con chocolate.
Las Saturnales, fiestas paganas del Imperio Romano, son el antecedente más lejano de las fallas. Con hogueras, los antiguos despedían la estación más fría del año y daban la bienvenida a la primavera. Más tarde, en el siglo XVI, los carpinteros aprovecharon estas fechas para rendirle culto al patrono, San José, y lo hicieron quemando madera. La costumbre derivó en la construcción de los ya famosos ninots, artísticas figuras barrocas de cartón piedra y madera, de colorido impactante, que constituyen un canto a la sátira y al sentido del humor. En cada barrio despiertan el entusiasmo, aluden a personajes o sucesos que han sacudido a la opinión pública en el último año, y resumen el trabajo de miles de personas dedicadas devocionalmente a su realización. Un ninot será indultado y esto significa que se salvará de las llamas, para formar parte de un museo que conserva a otros anteriores, rescatados del rito del fuego.
So pena de quedar fuera de concurso, porque un jurado determina quién se lleva premio en distintas categorías, la falla no se puede plantar (armar totalmente) hasta cuatro días antes de la crema. En la misma jornada las comisiones falleras realizan su ofrenda floral ante la Virgen de los Desamparados, patrona de Valencia.
La ciudad por fin estalla el 19. Este año, apenas pasada la primera hora del día, en el pintoresco paseo de la Alameda se desatará la Nit de Foc (Noche del Fuego), está prevista la pirotecnia del artificiero Antonio Caballer. Al mediodía, en el puente San José, uno de los varios que cruzan el viejo cauce del río Turia, hoy convertido en un extenso parque que culmina la Ciudad de las Artes y las Ciencias, las falleras mayores (se pueden equiparar a reinas de cada falla) acompañadas de sus cortes de honor depositarán una ofrenda floral ante la imagen del patriarca.
A partir de las 22 comenzará la serie de cremás. Las primeras son las de las fallas infantiles y sobre el filo de la medianoche, todas las de la ciudad. Particular atención converge en torno de la que haya obtenido el primer premio de la sección especial, para finalizar con la de la plaza del Ayuntamiento. Todo será entonces humo, toneladas de pólvora terminarán consumiéndose en el ritual y miles de fuegos artificiales cruzarán el cielo, cargado de mil colores. La algarabía valenciana habrá llegado entonces a su punto más alto.



Las carrozas desfilan por las calles de Valencia.
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