Año CXXXVI
 Nº 49.776
Rosario,
domingo  09 de
marzo de 2003
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cartas
Todo imperio tiene su fin

A lo largo de la historia, las más grandes culturas e imperios han tenido su época de surgimiento, esplendor y decadencia. Civilizaciones como la persa, la griega o la egipcia son un claro ejemplo de ello. Sin ir más lejos, el imperio romano se consolidó por siglos, llegando a expandir sus fronteras a lugares inusitados. Obviamente que también le llegó su momento final en el año 476 después de Cristo. Si se tratara de analizar la realidad actual a nivel mundial, claramente se podrían percibir ciertas cosas. De alguna manera, el mundo entero está siendo testigo del lento proceso de decadencia del imperio norteamericano. Tal proceso comenzó hace ya varios años, pero en los últimos tiempos se fue intensificando. Existen algunos indicadores que pueden dar cuenta de la situación: el valor de la moneda de un país o comunidad determinada es el fiel reflejo de ese país o comunidad y a la vez representa su poderío económico. En los últimos tiempos la moneda considerada como más fuerte del mundo, el dólar, perdió su valor en relación al euro. En realidad, esto no es la primera vez que sucede. La cuestión es que cada vez se repite con mas frecuencia. Cambiando de plano, se pueden buscar otros tipos de indicadores que permitan vislumbrar la lenta decadencia del imperio norteamericano: el atentado a las torres gemelas en Nueva York, el 11 de septiembre de 2001, puso al descubierto las falencias que el gobierno de los Estados Unidos se jactaba de no tener. Y no sólo eso, sino que sembró pánico en una población que nunca se hubiera imaginado en tal situación. Como si fuera poco, los yanquis atacaron, destruyeron y devastaron el pobre país de Afganistán, pero no pudieron capturar a Osama Bin Laden, a quien sindicaron como responsable del ataque a las torres gemelas. De esta manera, los norteamericanos no lograron cumplir sus objetivos, motivo por el cual, ahora ponen la mira en Irak, por el petróleo y para tratar de reivindicarse de lo poca exitosa que fue la misión en Afganistán, cuyo fracaso el gobierno estadounidense no admite públicamente. Otro indicio claro y que tiene que ver con lo económico, es el recorte presupuestario del 40% destinado al programa espacial que se implementó hace un par de años. Esto viene a que si bien hay muchas hipótesis acerca de la reciente desintegración del transbordador Columbia, una fuerte conjetura está asociada a la idea de que la tragedia está vinculada directamente con el recorte presupuestario de la Nasa. Y esta merma de fondos destinado a los programas espaciales evidencia una situación económica bastante crítica. En fin, estos hechos son una ínfima parte del proceso de decadencia del imperio de América del norte.
Juan Manuel Martelloto


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