Año CXXXVI
 Nº 49.776
Rosario,
domingo  09 de
marzo de 2003
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Hawaii: Ríos de fuego
Trekking hasta la boca del volcán Kilauea. Los guías aseguran que ver fluir la lava es una experiencia fascinante

Cuando hace veinte años el volcán Kilauea despertó de su letargo, los nativos de Hawaii se acostumbraron a los ríos de lava que fluían con fuerza y bajaban por sus laderas. Hawaii es una de las seis islas de este archipiélago de los Estados Unidos, situado en medio del Pacífico, que tiene 25 millones de años y está formado casi totalmente por rocas volcánicas.
Algunas veces, en los primeros tiempos, el Kilauea tuvo erupciones violentas, como si quisiera mostrar cuánta ira guardaba en el interior de su enorme cráter. Después, y con la misma sinrazón, esos cauces furiosos se tornaron mansos ríos de fuego.
Ahora, este show de la naturaleza es el centro de una propuesta turística reservada sólo a quienes se animan a acercarse a esos ríos calientes, emprendiendo un trekking hasta la boca misma del volcán.
Para los hawaiianos el Kilauea, furioso o sosegado, es el hogar de la diosa Pele, a quién adulan y homenajean, porque creen que sin esas lisonjas la divinidad puede enojarse, abandonar su aparente tranquilidad y lanzar males a quienes osan acercarse a su altísima morada.
Los guías cuentan que a veces Pele provoca en la gente deshidrataciones, insolaciones y golpes de calor, y que también repentinamente suele escupir cenizas que forman nubes bajas y espesas que dificultan el camino de regreso. Pero todos insisten porque nada es tan fantástico como "oler" al Kilauea. Y aseguran que ver fluir la lava, sentir su energía y olfatear el sulfuro que emana del gigante de fuego es una experiencia irrepetible.
Mientras tanto, en el Observatorio del Parque Nacional Volcanes de Hawaii, donde se encuentra el Kilauea, informaron que ya ascendieron hasta su boca más de 4 mil personas, y que las condiciones de seguridad permiten que los visitantes tengan un contacto cada vez más cercano con la lava.
En Hawaii, la pequeña gran isla del archipiélago, parece que todo mal se convierte en bien. No hay más que ver que la ira del gigante, esa lava espesa y caliente, se convierte en perfecta tierra costera, pesada y oscura.
Y como si toda esa belleza no alcanzara, también en Hawaii está el cerro Mauna Kea, de unos 4.000 metros de altura, hay plantaciones de orquídeas -se producen más de 1.500 especies-, y un paraje llamado Hilo con un gran centro comercial y un moderno aeropuerto, de los once que operan en el archipiélago.
Pero si de playas se trata, sin duda Waikiki es la más famosa, la estrella brillante del Pacífico. Su nombre, en lengua nativa "aguas tranquilas", no condice con las emociones fuertes que buscan los surfistas en las enormes olas del sofisticado enclave.
La industria turística de Hawaii comenzó en esta playa a comienzos del siglo pasado, cuando se construyó el emblemático hotel Moana. Con la guerra la actividad mermó, pero en 1959, cuando llegó el primer jet de pasajeros, el turismo despegó.
El auge se ubicó en la década del •70, cuando visitantes de todo el mundo elegían como destino de sus viajes al bello archipiélago. Actualmente unos 6 millones de turistas cada año, gastan aproximadamente 8 millones de dólares, lo que representa el 70 por ciento de las divisas que ingresan al Estado.
Tierra de exuberancias y leyendas, Hawaii también fue el escenario de la trágica historia del capitán inglés James Cook. Un día, mientras realizaban una ceremonia religiosa, a bordo de sus canoas hechas de madera y fibra de coco, creyeron divisar la isla flotante en la que el dios Lono había prometido regresar.
Pero en realidad quien llegaba era Cook, que en esa ocasión fue recibido casi con amabilidad. Pero el desdén que el marino demostró hacia algunos sitios sagrados y su maltrato con las mujeres, desconcertaron a los nativos.
Tiempo después, cuando una tormenta lo obligó a buscar refugio en las islas, una simple disputa culminó con la muerte de Cook y de varios de sus hombres, en uno de los lugares más bellos del planeta.


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