Año CXXXVI
 Nº 49.776
Rosario,
domingo  09 de
marzo de 2003
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Los que quieren hacer el amor mientras vuelan ya tienen servicio exclusivo
Una compañía permite realizar esa fantasía sexual

La fantasía sexual de alcanzar el "séptimo cielo" en el aire está ahora a disposición de todo el mundo, gracias a una pequeña compañía aérea canadiense que ha decidido inaugurar vuelos íntimos para parejas. "Unase al Mile High Club", el selecto grupo de quienes hacen el amor en el aire, proclama la publicidad de Love Air, una pequeña sociedad con sede en Whistler.
"Usted y su pareja podrán tener una aventura romántica, segura, divertida e inolvidable en un pequeño rincón discreto y privado, volando por encima de cumbres majestuosas de la costa del Pacífico", dice una voz femenina en un mensaje grabado. Por 165 dólares estadounidenses, una pareja puede tomar el vuelo "quickie" (rapidito) de una media hora, mientras que un "big one" de una hora le costará unos 230.
Desde sus inicios en agosto pasado, alrededor de 75 parejas fueron transportadas por Love Air en un pequeño Cessna, cuya parte posterior fue transformada en una minúscula habitación con cama, con la comodidad de una tienda de campaña.
Ante la creciente demanda, la flota será pronto duplicada con un segundo aparato, un poco más grande, que permitirá recibir a por lo menos tres pasajeros.
Aunque las idas y vueltas al séptimo cielo pararon durante el invierno, "el teléfono no", aseguró uno de sus promotores, Colin Morse. "Love Air comenzó como una broma que hacíamos entre nosotros", indicó este piloto de 39 años, que "por supuesto" hace parte del club.
El y su copiloto Dan O'Brien pensaban hacer algunas expediciones de ese género por una temporada, para tener "buenas historias que contar, en el bar, frente a una cerveza". Porque ya antes estos dos hombres, que organizaban pequeños recorridos aéreos a las Rocosas para turistas, habían visto alguna vez a los enamorados hacer el amor en la parte de atrás del aparato sin ninguna reserva.
"Cuando las personas se mueven a manera de sacudida, el piloto debe controlar una nueva suerte de turbulencias", explicó Colin Morse, comparando la sensación con estar sentado en un auto que se sacude. "Para el piloto es mejor que haya una cortina para no distraerse", agregó divertido.
Pero no hay bromas con la seguridad. Los pasajeros deben abrocharse sus cinturones de seguridad al despegue y al aterrizaje, apagar sus equipos electrónicos y respetar todo el tiempo las indicaciones de la tripulación. Al bajar de nuevo a tierra, los tórtolos se van con un certificado de haber ingresado al club, y como recuerdo, las sábanas rojas que utilizaron en su aventura en el aire. (AFP)


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