La escudería Minardi, jaqueada por problemas económicos, finalmente pudo presentar oficialmente ayer en Melbourne sus autos para la temporada 2003, que comienza oficialmente el domingo con el Gran Premio de Australia.
La presentación de la escudería que tiene como jefe al australiano Paul Stoddart fue muy celebrada por los simpatizantes en la plaza de la Federación, en Melbourne, con los dos pilotos de Minardi, el holandés Jos Verstappen y el británico Justin Wilson, bañados en medio de la multitud.
De todas formas la realidad por la que atraviesa Minardi está lejos de propiciar un clima de festejos. Por el contrario, sus apuros simbolizan la crisis que vive la categoría madre del automovilismo mundial, signada por la desigualdad presupuestaria entre los equipos y enmarcada en la desaceleración de la economía mundial.
"No es ningún secreto que con el presupuesto de Minardi se puede pagar la cuenta de una cena de (todo el equipo) McLaren. Y nosotros estamos apenas un par de segundos detrás de ellos. Entonces, ¿quién hace mejor su trabajo?", señaló Stoddart.
Precisamente esta fue una de las razones que llevó al presidente de FIA, Max Mosley, a producir cambios reglamentarios sin precedentes con un único objetivo: obligar a las escuderías a bajar sus gastos y al mismo tiempo emparejar las diferencias que, con la supremacía de Michael Schumacher y Ferrari como máximos exponentes, amenazan con convertir a la Fórmula 1 solamente en un producto.
La crisis también tiene que ver con las luchas de poder. Los cambios introducidos por la FIA (Federación Internacional de Automovilismo), con el acuerdo del dueño del negocio de la Fórmula 1, el británico Bernie Ecclestone, han potenciado las quejas de los grandes consorcios de automóviles (BMW, Daimler Chrysler -Mercedes-, Fiat-Ferrari, Ford-Jaguar y Renault), que amenazan con formar su propia categoría a partir de 2008.
En declaraciones que publicará la revista alemana Stern en su edición de hoy, Ecclestone volvió a la carga contra los constructores y los consorcios que se han organizado en el Campeonato Mundial de Grand Prix (GPWC, por sus siglas en inglés).
Los constructores llegaron a la Fórmula 1 para mostrar sus productos "y ahora rompen la porcelana y ya nadie podrá ver el show. Eso es una locura", afirmó Ecclestone, quien acusó a las escuderías de ser "demasiado egoístas".
"Entiendo parcialmente las críticas a los nuevos cambios (en la reglamentación), pero de alguna manera debíamos parar con los gastos exorbitantes. Los equipos fueron suficientemente tontos como para no ponerse de acuerdo acerca de los cambios necesarios", agregó el británico.
Pero como no está dicha la última palabra, el jefe de McLaren- Mercedes, Ron Dennis, y el de Williams-BMW, Frank Williams, están dispuestos a ir a los tribunales de arbitraje para frenar los cambios impuestos por la FIA. (Télam-SNI)
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