Año CXXXVI
 Nº 49.742
Rosario,
lunes  03 de
febrero de 2003
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El arzobispo emérito de Santa Fe está viviendo en una cómoda casa en La Falda
El retiro de Storni transcurre entre el paisaje y la tranquilidad serranos
"Acá no hay nadie para entrevistas", respondió molesto el sacerdote ante la requisitoria de La Capital

Luis Emilio Blanco / La Capital

La Falda, Córdoba (enviado especial). - "Acá no hay nadie para entrevistas" fue lo primero y lo último que dijo el hombre antes de girar sobre sus talones y cerrar violentamente la puerta por la que se había asomado para ver quién agitaba el badajo de la campana de bronce. Esas seis palabras, pronunciadas entre la sorpresa y la indignación, fueron las primeras declaraciones que el arzobispo emérito de Santa Fe, Edgardo Gabriel Storni, formuló -tal vez sin querer- a la prensa desde que explotó el escándalo que lo alejó de su cargo acuciado por denuncias sobre presuntos abusos sexuales a seminaristas.
Habían pasado las siete de la tarde y el sol seguía golpeando fuerte en este tradicional centro turístico del cordobés valle de Punilla. Luego de una larga y agobiante jornada de averiguaciones, La Capital había logrado localizar la casa en la que Storni vive desde hace un mes. Sólo quedaba intentar obtener la versión directa del prelado sobre los hechos que se le imputan.
"Acá no hay nadie para entrevistas" fue la cortante respuesta brindada al cronista de La Capital tras presentarse. Transpirado, sin su conocida barba, informalmente vestido -holgada camisa blanca con rayas negras y pantalón gris oscuro- el arzobispo emérito de Santa Fe mostró detrás de su escueta declaración un dejo de indignación: como si la curiosidad lo hubiera trampeado, el propio Storni pareció sentirse sorprendido y molesto por no haber podido eludir esta vez la requisitoria de la prensa.
A casi tres cuadras del portal de la parroquia Santísimo Sacramento, en el chalé ubicado en Bella Vista 161, transcurren desde hace un mes los días de quien fuera por casi dos décadas uno de los hombres más poderosos de Santa Fe. La casa de dos plantas, revestida en piedras blancas y ubicada en un terreno con 40 metros de fondo, tiene un pequeño jardín cercado por una tapia de piedra y una tranquera de madera.
La casa que el Arzobispado santafesino compró para que Storni se instale está emplazada en un barrio tranquilo sobre una calle poco transitada, próxima a una curva con pendiente. Desde allí puede observarse el tranquilizador paisaje de las Sierras Chicas del corazón del Valle de Punilla.
Más allá del aire serrano y la belleza del paisaje, Edgardo Storni parece haber encontrado -hasta ahora- en La Falda un ámbito propicio para retirarse con tranquilidad y emprender nuevas actividades. Al menos así surge de la recorrida realizada por este medio para encontrarlo: la mayoría de los consultados dijeron desconocer el tema o prefirieron mantener distancia.
Aunque la ciudad está rebosante de turistas, todo el vecindario parece estar al tanto del pasado del nuevo morador pero todo se comenta por lo bajo y los medios locales ni siquiera trataron el tema. Sin embargo, unos pocos mostraron cierta indignación por su presencia y acusaron a la Iglesia local de "hacer la vista gorda".
En este sentido, el sacerdote de la parroquia Santísimo Sacramento se negó a dar precisiones respecto de su relación con Storni y sobre las actividades que el sacerdote santafesino realiza en esta ciudad.
Se comenta que a Storni se lo ve a veces regando las plantas del frente de la casa. Incluso un vecino deslizó, ante el continuo flujo de visitantes de la curia, que el prelado "estaría preparando a un grupo de seminaristas para rendir exámenes de teología". Precisamente, el hombre comentó que "una de las una de las pocas veces" que lo vio salir a la calle fue para despedir a un grupo de seminaristas que lo había visitado.
Desde la calle se advierte que Storni no está solo en la casa. Una vecina comentó que está viviendo con la hermana, su marido y los hijos, pero la referencia familiar no pudo ser confirmada.
El arzobispo emérito también tiene ayuda para las tareas del hogar: cuenta con la colaboración de un jardinero y una empleada doméstica, aparentemente recomendados por la parroquia local.
De acuerdo con lo observado ayer, Storni estaría pensando en realizar modificaciones en la casa. Entrada la tarde, un hombre y una mujer tomaban medidas de las ventanas y del tapial que da sobre la línea de edificación de la calle Bella Vista, quizás con el objeto de enrejar el frente por cuestiones de seguridad.



La casa que la Iglesia adquirió para Storni.
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