Año CXXXVI
 Nº 49.741
Rosario,
domingo  02 de
febrero de 2003
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Análisis: La feroz interna de la buena pipa

Mauricio Maronna / La Capital

Cuando Carlos Reutemann meditaba su postulación a la Presidencia también evaluaba, para el caso que resultara electo, intervenir la provincia de Buenos Aires. El plan del Lole no salió a la luz hasta que La Capital lo publicó el domingo 12 de enero. Que quien (cuanto menos) duplica en imagen positiva a todos los precandidatos (del signo que sean) esté hoy fuera de carrera, estresado y recluido en un paraje bucólico revela el estado de las cosas: el poder intimidatorio de la vieja política y los aparatos, tan vigentes hoy como antes de la revolución cacerolera.
Si hay algo más odioso e insufrible que la ola de calor, eso es la interna peronista: un aquelarre de mentiras, trampas y triple discurso que gana espacio en los medios pero satura hasta el paroxismo a la sociedad. Aunque el verano sea poco motivante para ver los programas políticos que permanecen en los canales de cable, resulta didáctico observar a los políticos levantando acusaciones, prometiendo vaguedades y creyendo hablarle a una multitud de potenciales votantes cuando, en realidad, hacen tesis solamente frente a su propio espejo.
"Como el peronismo tiene hoy dos modelos en pugna no puede ni debe haber internas", sostiene Cristina Kirchner, en un argumento tan liviano e insustancioso como un copo de azúcar. ¿Qué mejor forma que una interna abierta para que los justicialistas diriman su liderazgo, tal como prometió Eduardo Duhalde a principios de año? ¿No es inconstitucional presentar tres candidatos llevando en sus boletas el símbolo partidario sin una ley de lemas que lo haga sustentable?
Pero, aprovechando el viento de cola que el duhaldismo recogió en el congreso de Lanús, los seguidores del bonaerense siguen acorralando a Carlos Menem contra el rincón y no dudan en pegar debajo del cinturón. Si bien el rol de víctima pobre e inocente que quiere representar el riojano no cuaja con los estropicios de la década pasada (un estilo de mezclar política y negocios que hoy merece el repudio de casi el 60% de la sociedad) la única verdad es la realidad.
¿Imagina el lector las cosas que se habrían dicho y escrito si el que "visitaba" a la jueza María Romilda Servini de Cubría era el ex presidente? Cuanto menos, la mítica "servilleta" de Carlos Corach se habría convertido en un mantel. Pero ningún político, sociólogo o analista dijo esta boca es mía, simplemente porque es "políticamente incorrecto" sostener que Menem tiene razones jurídicas que lo avalan para pedir internas abiertas.
"Los peronistas merecemos perder las elecciones", sentenció el gobernador Rubén Marín, en una confesión que lo releva de toda prueba. El pampeano es un ejemplo de la confusión que invade al PJ: se probó en julio el traje de vicepresidente de Reutemann, después le envió una carta acusándolo de ser funcional al duhaldismo y, por último, debió soportar a pie firme el envenenado cántico contra el "gorila musulmán" que estalló en las gargantas de los morrudos barones del conurbano.

Veranito en peligro
Pero no hay "veranito" económico que dure cien años ni cortinas de humo que finalmente no se disipen. Las portadas de los diarios ya no expresan con títulos catástrofe la insoportable ola de calor, el "apasionante" (Duhalde dixit) caso García Belsunce ni la tropelía de los hermanos Conzi.
El viernes, los argentinos corroboraron en la fría letra de la estadística el termómetro verdadero que marca la calle: 21 millones de pobres y casi el 30% en situación de indigencia.
A quienes se golpean el pecho creyendo que estar fuera de los manuales del mundo es el certificado de un "nuevo modelo" (un eufemismo que ni siquiera puede explicar cómo se esquilmó el salario de los trabajadores), el dramático cuadro de situación debería obligarlos a encontrar consensos básicos, despegarse del consignismo oxidado y noticiarse de que, en Argentina, todo, siempre, puede estar peor.
"Ir por el bronce es una estupidez porque te cagan las palomas, pero tampoco hay que ir por el barro, porque ahí te cagan los chanchos", fue la escatológica definición de un histórico dirigente del peronismo (refritada en Noticias por el periodista Silvio Santamarina).
Cuando uno de cada cuatro argentinos no tiene ingresos para alimentarse, no hay intersticio alguno para aspirar individualmente al bronce. Y es suicida embarrarle la cancha al adversario para pelear solamente por el "escudito". Aunque las cacerolas se hayan ido de vacaciones, ¿quién no está harto de semejante chiquero? \Pese al gesto sobreactuado de Duhalde, en su visita de cortesía a los Tribunales, el cronograma electoral se parece a un castillo de arena que puede ser derribado por la primera ola. Si ese escenario se produce, todas las miradas volverán a concentrarse en un nombre y en un apellido: Carlos Reutemann. Su mano derecha, Alberto Hammerly, blanquea hoy en La Capital esa opción, como diciendo: "El que avisa no es traidor" (ver página 3).
El futuro político se parece a las cajas chinas utilizadas en la obra "La historia interminable", de Michael Ende. O, para no ir demasiado lejos, al cuento de la buena pipa: un eterno círculo vicioso sin final.



Desde que dijo "no" su imagen positiva aumenta. (Foto: Marcelo Bustamante)
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