Año CXXXVI
 Nº 49.741
Rosario,
domingo  02 de
febrero de 2003
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Panorama político
El garante

Darío Del Arco

Jugó a resistir las condiciones que pretendía imponer el FMI. Pero, ahora, con el acuerdo firmado, parte de los deberes cumplidos y las cartas echadas, Eduardo Duhalde ha resuelto convertirse en el mejor garante de las obligaciones contraídas con el organismo internacional.
Tanto es así, que el propio presidente -en una actitud inédita- fue hasta los tribunales para pedirle a la Justicia que de señales inalterables de que habrá comicios generales el próximo 27 de abril.
La celebración de las elecciones es uno de los requisitos que, oportunamente, le impuso el Fondo a Duhalde, un hombre cuya figura nunca cayó demasiado simpática, ni siquiera a la hora de negociar.
El "apriete" del Fondo fue el que obligó al presidente a dejar de coquetear con la fantasía de su propia postulación si las elecciones se postergaban para octubre. Y el que lo llevó, además, a jugar todo el poder del peronismo bonaerense en favor de la postulación de Néstor Kirchner.
Duhalde tomó conciencia -finalmente- que, en algunos puntos ya no tiene retorno. Y, por eso, ha dado señales claras a los alquimistas del gobierno de que ya no es necesario ni conveniente alimentar atajos para conservar el poder.
Pero, el acuerdo con el Fondo no sólo llevó a Duhalde hasta el escritorio de María Romilda Servini de Cubría. También lo impulsó a estampar la firma sobre un decreto de necesidad y urgencia que -a pesar de los sueldos congelados desde hace años- habilita una suba de tarifas que promete hacer estragos sobre el bolsillo de los que menos tienen.
Así, lo que al comienzo fue presentado por el gobierno -y especialmente por el ascendente Roberto Lavagna- como un acuerdo bueno sin más, empezó a desteñir hasta el punto de colocar al jefe del Palacio de Hacienda bajo la sospecha de no haber dicho todo lo que negociaba, ni todo lo que se firmó.
Ahora, una misión del Fondo vendrá a la Argentina. Dicen que los enviados analizarán el aumento tarifario y explorarán el camino a seguir a partir de la firma de la Carta de Intención.
Puede inferirse, entonces, que se comenzarán a ejecutar algunos de los puntos acordados y, por eso, habría que ir pensando en la reformulación de la banca pública, la modificación de la ley de entidades financieras, algunas variaciones en la política monetaria y pautas de ajuste que cumplir.
En la Rosada saben que tiraron de la cuerda hasta donde los dejaron. Pero también son conscientes que ahora deben cumplir a pie juntillas lo prometido, bajo el riesgo de hacer polvo los acuerdos si se salen de la ruta.
En la Carta, las cosas quedan claras. Cualquier cambio brusco en las reglas de juego podrían significar automáticamente la autodestrucción de las coincidencias que hoy parecen arrimarle oxígeno a esta administración.
Tal vez por eso, la sobreactuación de Duhalde destinada a garantizar elecciones en abril. Tal vez por eso, el aumento en las tarifas -que aún pueden subir más- aunque sea una medida antipopular en medio de la ya desatada campaña electoral.
Tal vez, por eso, la determinación de Duhalde de convertirse en "el garante".
Mientras, la política doméstica sigue su derrotero. La pelea Menem-Duhalde no afloja, aunque haya trasladado el escenario de enfrentamiento.
La Justicia se ve hoy cada vez más involucrada en la interna peronista, mientras desde uno y otro lado se toman tiempo para resolver cómo continuar la batalla en el terreno estrictamente político.
La creación de una comisión de acción política en el seno del PJ, derivada del Congreso de Lanús, es una espina incrustada en el cuerpo menemista.
Si la Justicia no convalida los neolemas aprobados en Lanús, esa comisión podría designar a dedo a Kirchner como el candidato oficial, capaz de utilizar los símbolos partidarios.
Una amenaza demasiado fuerte para todos los que saben que el sello del peronismo arrima a las urnas un porcentaje nada desdeñable de votos.
La pelea no muestra signos de final. En tanto, cada uno de los adversarios internos busca su mejor perfil.
Kirchner dará a conocer en las próximas horas su candidato a vice. La figura de Lavagna -junto a la de Scioli, Balestrini, Alak y Juan José Alvarez- integra todas las listas de especulaciones.
El propio Duhalde cree que el ministro puede darle satisfacciones a su ahora delfín, pero se mueve con cuidado. Sabe que no será fácil defender al economista de los ataques opositores y que, nunca ha dado demasiado resultado, incorporar supuestas bondades económicas como temas de debate electoral.
Aunque no lo ha descartado y hasta se sentiría seducido por la figura de Lavagna abriendo definitivamente el corralón, Kirchner, por su parte, presiente dificultades y alguna que otra incomodidad.
Por eso salió a distanciarse del aumento de tarifas asumido por la administración nacional en el convencimiento de que no es él quien debe amortiguar parte del impacto.
A 87 días de las elecciones, mientras Carrió, López Murphy, Rodríguez Saá, Menem y Kirchner buscan su espacio, no son pocos los temas a resolver en la Argentina.
Uno de los más graves es que casi el 60 por ciento de los argentinos son pobres o indigentes. Aún a pesar de esa cifra aterradora, nadie se le escucha decir cómo hará para dejar de lado ambiciones partidarias o personales para atender el hambre más urgente.



(Ilustración: Chachi Verona)
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