Año CXXXVI
 Nº 49.737
Rosario,
miércoles  29 de
enero de 2003
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"No es rol de la escuela contener jóvenes"
Para el pedagogo español Santos Guerra la tarea de los docentes es formar seres libres y críticos

Marcela Isaías / La Capital

No son pocas las demandas que la sociedad le hace a la escuela: desde que prepare a sus alumnos para el trabajo hasta que los contenga afectiva y socialmente. El pedagogo español Miguel Angel Santos Guerra descree que esta última -la de contener- sea una tarea propia de la institución educativa, más bien se inclina por decir que su función es "ayudarles a pensar, a ser críticos, a ser libres, a respetarse y a convivir". Santos Guerra tiene una especial llegada a los docentes, quizás porque antes de dedicarse a dictar clases e investigar desde el campo universitario (actualmente lo hace en la Universidad de Málaga), y de recibirse de doctor en su materia, trabajó como maestro y director de escuela. Es autor de una vasta bibliografía dedicada al terreno educativo.
-Más allá que se señala a la deserción escolar como un problema común a varios países, hay quienes apuntan a otra "deserción" que es que cada vez mayor cantidad de alumnos promueven de curso sin saber lo mínimo necesario que pide su nivel de escolaridad. ¿Comparte esta idea?
-Me preocupa mucho lo que sucede en las escuelas. En primer lugar, porque es preciso definir bien las pretensiones de una institución que ha de ir dando respuestas a nuevas demandas. No se trata de llenar la cabeza de los escolares de conocimientos inertes. Hace falta ayudarlos a pensar, a amar el conocimiento, a saber buscarlo por sí mismos. Es preciso enseñarles a convivir, a darle una dimensión ética al conocimiento adquirido. Fueron médicos e ingenieros bien preparados los que diseñaron las cámaras de gas en la Segunda Guerra Mundial. Es complejo, pues, analizar el calado de la "deserción". No se puede "medir" fácilmente. Si salen de la escuela con muchos conocimientos pero odiando el aprendizaje se habrá conseguido poco. Si avanzan en el sistema sin haber aprendido solidaridad y justicia se habrá fracasado estrepitosamente. Lo que se ha llamado "promoción automática" ha de ser analizado con sumo cuidado. Hacer repetir el curso puede condenar a los alumnos a una situación de fracaso injusta. Haría falta ayudarles a continuar adaptando los esfuerzos a las capacidades, a los ritmos y a las situaciones de cada uno. Lo cual exige que no se masifique el número de alumnos.
-¿Qué define una educación de calidad?
-La calidad es un concepto enormemente controvertido. Nadie va a decir que es preciso reducir la calidad. El problema estriba en definir lo que entendemos por ella. Y, una vez definido, saber cómo puede alcanzarse. Y algo más: quiénes van a poder acceder a ella. Existen problemas en el lenguaje que, en lugar de ayudar a entendernos, hace que nos confundamos. Uno de ellos es éste. Utilizar el mismo término para definir realidades no sólo distintas sino opuestas. El lenguaje es como una escalera por la que a veces ascendemos hacia la comprensión y la liberación y por la que muchas otras veces bajamos a la confusión y a la dominación. Empezaré diciendo que no hay calidad sin equidad. Una calidad que sólo se pusiese a disposición de unos pocos (los privilegiados del sistema) sería una injusticia. La calidad no puede medirse a través de las calificaciones porque éstas son sólo los resultados de un proceso. Tiene que ver con los procesos, tiene que ver con las actitudes, está directamente ligada a los valores. Hay escuelas que practican la xenofobia, el racismo y la discriminación para seleccionar a sus alumnos y que luego se consideran instituciones de mucha calidad por el hecho de que sus alumnos consiguen buenos resultados en las pruebas homologadas.
-Muchos padres y docentes afirman que la escuela debe ser "un lugar de contención para los jóvenes". ¿Es función de la escuela contener a los jóvenes?
-No creo que sea una función de la escuela contener a los jóvenes. Es su función ayudarlos a pensar, a ser críticos, a ser libres. Es función de la escuela ayudarlos a respetarse, a ser tolerantes, a convivir. Es función de la escuela ayudar a que los alumnos sean ciudadanos responsables y solidarios. Para ello, la escuela tiene que ocuparse no sólo de preparar para el trabajo. Ha de ocuparse también del ocio. Muchas personas han sido destruidas por no tener trabajo o por tener un trabajo malo. Otras muchas han sido destruidas por no tener un buen ocio, por no saber llenar el tiempo libre. ¿Y la sociedad? Hace falta un pueblo entero para educar a un niño. No puede la escuela proponer modelos que niegue la sociedad. No puede defender valores que la sociedad destruye. Eso he querido decir en mi libro "Una tarea contradictoria: educar para los valores y preparar para la vida". Me preocupa mucho la situación de Argentina. He leído que un 50% de los jóvenes sueña con dejar el país. ¿Quién lo va a levantar?, ¿quién lo va a recuperar?, ¿quién lo va a sacar de las crisis? Es necesario pensar qué Argentina les dejamos a los jóvenes, pero también qué jóvenes le dejamos a la Argentina.


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