Año CXXXVI
 Nº 49.720
Rosario,
domingo  12 de
enero de 2003
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"Oficio de aurora" recopila los poemas de Alcira Fidalgo
Recuperan la obra de una escritora desaparecida en la dictadura
82 autores fueron víctimas de la represión entre 1976 y 1983. La mayoría no ha sido reeditada

Osvaldo Aguirre / La Capital

Según un informe de la Sociedad de Escritoras y Escritores argentinos (SEA) al menos 82 escritores desaparecieron en el país durante la última dictadura militar. Al margen de algunos nombres conocidos, como los de Rodolfo Walsh o Haroldo Conti, se trata de creadores todavía desconocidos, y cuyas obras permanecen en el olvido. En ese marco cobra importancia la reciente edición de "Oficio de aurora", una recopilación de textos de Alcira Fidalgo, poeta jujeña desaparecida en 1978.
El volumen, publicado por Libros de Tierra Firme, reúne poemas, dibujos y fotos que fueron conservados por la familia Fidalgo. Una parte de los papeles de la escritora se perdieron en la Escuela de Mecánica de la Armada, donde permaneció cautivo, apunta en el prólogo Reynaldo Castro, quien preparó la edición.
Fidalgo nació el 8 de septiembre de 1949, en el seno de una familia de artistas e intelectuales. La casa donde se crió, en San Salvador de Jujuy, fue librería de arte, lugar de paso inevitable para los escritores que visitaban la provincia y usina de Tarja, una de las más importantes revistas literarias publicadas en del interior del país.
En 1967 comenzó a estudiar Derecho en la Universidad de Buenos Aires. La muerte de Ernesto Che Guevara en Bolivia la conmovió particularmente, cuando comenzaba a interesarse por actividades políticas. La militancia tuvo una gravitación creciente en su vida al punto que tres años después abandonó la carrera y volvió a San Salvador de Jujuy con su esposo, Tulio Valenzuela, quien llegaría a ser dirigente de Montoneros.
El ideal de sacrificio que manifestó la generación del 70 quedó registrado en algunos escritos de Fidalgo, donde se lee que "la vida no es el bien supremo del revolucionario". La política postergó a la literatura y los textos permanecieron inéditos en vida de su autora, para circular entre amigos y familiares.
Perseguida por la policía, Fidalgo y Valenzuela se desplazaron primero a Salta y luego a Buenos Aires, donde se separaron. Ambos siguieron caminos diferentes: mientras Valenzuela (también detenido-desaparecido) persistió en la actividad política, Fidalgo abandonó la militancia en mayo de 1976, después de pasar cinco días detenida. Sin embargo, permaneció en la mira de los victimarios, ya que el 4 de diciembre de 1977 fue secuestrada a la salida de un cine, en Buenos Aires, por un grupo de tareas dirigido por Alfredo Astiz. Los últimos testimonios la ubican en el centro clandestino de la Esma, donde desapareció en febrero de 1978.
"Los poemas de Alcira Fidalgo no son de una militante que alguna vez escribió versos -dice Reynaldo Castro-, son textos de una poeta que fue detenida-desaparecida por la última dictadura militar argentina" y que deben ser preservados no sólo en función de la memoria social sino "para no perder el sentido crítico de nuestra existencia".
El desarraigo y la distancia de la tierra natal son los motivos principales en los primeros textos de Fidalgo. Los poemas, por lo general, aspiran a la ligereza del mismo viento que se añora.
El núcleo de la obra parece definirse en torno a los textos escritos a partir de 1976, cuando la ausencia de compañeros y amigos pasa a ser el eje de la escritura. En "Como una simple manera", rehace los ritos cotidianos (la comida, poner flores en la mesa, comprar el diario) para hacer presente a quien ya no está. "Entre las cosas más comunes/ y sencillas/ te hago vivir conmigo", dice al respecto otro poema. La escritura compensa la pérdida y a la vez hace tomar conciencia de ella: "He perdido el espejo/ donde mi vida se miraba", se lee.
La muerte aparece así observada como un peligro cada vez más cercano. En medio de su desesperada situación, sin salida a la vista, Fidalgo intentó apostar al futuro: "Nuestro final será/ -de alguna forma-/ el encuentro de todos/ con su oficio de aurora", dice. Algo que ella alcanzó quizá sin darse cuenta.



Alcira Fidalgo, con su esposo Tulio Valenzuela, en 1970.
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