Año CXXXVI
 Nº 49.701
Rosario,
domingo  22 de
diciembre de 2002
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Análisis
La "revolución" del sentido común

Mauricio Maronna / La Capital

La sociedad demostró que los pueblos no se suicidan. La convicción de que la democracia es la más preciada bala de plata, cuando todo parece derrumbarse, logró que quienes aguardaban el caos estén ahora mordiendo el polvo. Esa es la lección más importante que dejó el 20 de diciembre.
Es verdad que la clase media decidió esta vez guardar mayoritariamente las cacerolas y no ganar las calles. Todas las explicaciones sobre las razones de esa actitud son subalternas si no se toma conciencia de que la Argentina es un territorio al que el mundo le soltó la mano y sigue dinamitado por la injusticia social, la mala política y los pésimos dirigentes.
Cualquier enfrentamiento hubiera desembocado en una espiral de violencia alocada, imposible de contener, que no sólo habría derrumbado otro gobierno sino que habría terminado con la República. Pero en la Casa Rosada no deberían descorchar champán ni creer que el veranito es un plan quinquenal.
La misma sociedad que derrocó a Fernando de la Rúa y a Adolfo Rodríguez Saá con la rebelión de las cacerolas produjo durante los últimos días la revolución del sentido común. Frente a tanta insensatez de la partidocracia, la gente entendió que un soplido bastaba para hacer volar por los aires a un presidente que intenta domar la ola en medio de vientos cruzados, a un Congreso deslegitimado, a un Poder Judicial atravesado por las peores denuncias y a precandidatos presidenciales que no logran superar el misérrimo 15% de intención de voto.
Nadie olvidó (los que lo hicieron público y los que prefirieron el silencio) que un año atrás hubo 33 asesinados como consecuencia de una salvaje represión. Y que la democracia no soporta un muerto más. Un puntilloso repaso de la agenda política dejaría estupefacto a cualquier politólogo extranjero, pero aquí, entre tantas otras cosas, también se evaporó la capacidad de asombro.

Futuro incierto
* El único dirigente que, según la mayoría de las encuestas, le aseguraría el triunfo al justicialismo (Carlos Reutemann) se niega a ser candidato presidencial. Duhalde (el más convencido de los peronistas de que sin el Lole en carrera el poder podría quedar en manos de Carlos Menem, Adolfo Rodríguez Saá o Elisa Carrió) mira el tablero interno y cae en brotes de depresión. "Si las cosas están tan fantásticas, ¿por qué no corrés vos?", le habría dejado como última respuesta el santafesino al jefe del Estado. Un sondeo nacional realizado por Carlos Fara & Asociados, al que tuvo acceso La Capital, refleja que Reutemann es el único peronista que le ganaría en segunda vuelta a Adolfo Rodríguez Saá y también a Elisa Carrió.
* La UCR demuestra con su bochornosa interna que siempre puede estar peor. Aunque ineficaces para gobernar, a los radicales siempre se les valoró su espíritu democrático: las acusaciones de fraude entre Leopoldo Moreau y Rodolfo Terragno terminaron con ese dogma. A una semana de los comicios no se sabe quién ganó, quiénes se encerraron en un cuarto oscuro y cuántos votaron. Las actas parecen llegar en carreta al comité nacional. "Perdón por ser radical", se lee en algunas paredes de Rosario.
* La centroizquierda se fracturó tras la decisión de los socialistas de romper amarras con Elisa Carrió, quien, lejos de preocuparse, les dijo: "Buena suerte y hasta luego". Sorpresa y media: Hermes Binner (uno de los pocos gobernantes que camina sin custodios y sin riesgo a ser insultado) podría ser candidato a presidente.
* Luis Zamora, quien pretendía gobernar el país con asambleas populares, no pudo contener ni a su único compañero de bloque en Diputados. La mujer que figuraba segunda en la lista renunció a ocupar la banca, le dejó el lugar a José Roselli y comenzó a trabajar como secretaria del líder trotskista. Ahora, Marta Castaño reclama que Zamora le pague una suma de dinero que le adeuda y Roselli no se quiere ir porque dice que no entró al Congreso por el carisma de su jefe sino "porque lo eligió la gente". ¿Lo tenían a Roselli? \

Si Salvador Dalí hubiese nacido en la Argentina sería catalogado como un costumbrista más. Frente a tanta sinrazón de los representantes del pueblo, los representados optaron por el raciocinio y evitaron el estallido.
Pero la política es algo demasiado trascendente como para dejarla eternamente en manos de quienes ni siquiera olfatean que hay demasiado olor a gas.
No hay veranito que dure cien años.


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