Año CXXXVI
 Nº 49.691
Rosario,
sábado  14 de
diciembre de 2002
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Miguel Angel, un cinco de otros tiempos que palpita el fútbol de ahora
Entrevista: Perico Raimondo sabe más por Diablo
Nació en Central, pero fue un símbolo de la etapa más gloriosa de la historia de Independiente, el Rey de Copas

Alejandro Cachari / La Capital

Cualquier hincha de fútbol que se precie de tal y que curse entre 30 y 40 años alguna vez fue hincha de Independiente. Sin ponerse colorado, el futbolero cuyo corazón no pertenece al Rojo debe reconocer -en líneas generales por supuesto- que tuvo allá por la década del 70 cierta sana, o no, envidia por aquel plantel místico que ganó todo lo que le pusieron adelante.
La formación sale sola. Santoro, Eduardo Comisso, Miguel Angel López, Garisto o Pancho Sa y Elvio Ricardo Pavoni; Pastoriza, Raimondo y Semenewicz; Bernao, Yazalde y Tarabini. Después llegó una de las parejas más renombradas del fútbol argentino: Bochini y Bertoni. No hay que olvidarse del Mencho Balbuena, ni de Maglioni.
El personaje en cuestión es Perico Raimondo. Aquel 5 de otros tiempos que arrancó en Central en el 64, se fue dos años más tarde porque llegó Carlos Timoteo Griguol y no había lugar para él, se exilió dos temporadas en Atlanta y después se instaló en la historia grande de Independiente hasta fines del 74. Un año en River, el 75, el del bicampeonato después de 18 años con Labruna en el banco de suplentes, otro en All Boys y el final de la carrera en el modesto Barquisimeto de Venezuela.
"El campeonato de Independiente fue una gran satisfacción. Me hizo recordar tiempos pasados, de los nuestros. Me emocionó mucho", le contó Perico a Ovacion unas pocas horas después de cumplir 59 años, hace dos días, el 12 de diciembre.
Como buen veterano de un fútbol distinto, en el que la mística ocupaba un lugar preponderante y la bohemia era casi una obligación, Raimondo, que todavía festeja el título rojo, reconoce que "ahora es diferente, es otra historia, otro fútbol. Se juega distinto. Se piensa menos. Antes el jugador era mucho más pensante. Ahora se transporta mucho más, se amontona todo el mundo en el medio. Por eso en la época nuestra salían buenos partidos, se llegaba con mucha más claridad al arco contrario.
-¿Se piensa menos o hay menos tiempo para pensar?
-Hay menos tiempo para pensar. Ahora con el pressing el jugador no puede pensar, porque cuando usted paró una pelota, automáticamente el rival lo anticipa.
-¿Cuando empezó a mutar el fútbol? De aquel juego mucho más noble a este apretado y estudiado hasta el último detalle.
-En los últimos 10 años. Creo que para eso influyeron los técnicos. Ahora se buscan los resultados. Entonces están apretados y empiezan con el pressing, que vamos a jugar con el 8 carrilero, que esto, que aquello.
-Lo que pasa es que si no se juega así empiezan los problemas. Que es lo mismo que decir que si no se mete en esa estructura corre serios riesgos de perder la mayoría de los partidos. No aggiornarse es peligroso más allá de que no comparta la metamorfosis que vive el fútbol.
-Por eso digo que ahora cambió, se juega de esa manera. Si no reunís esas condiciones no podes jugar. Se terminaron esos jugadores que paraban la pelota en la mitad de la cancha, que pensaban, miraban y metían pelotazos de 20 metros. Ahora, antes de que la pelota te llegue a la cabeza te cabecean la cabeza. Ojo que no es que antes no estábamos bien físicamente. Hacíamos doble turno y pretemporada como cualquiera. Pero ahora el jugador es más un velocista. Los marcadores de punta van a 100 kilómetros. Antes usted tenía un Pavoni, un Marzolini que tocaban para los costados. Lo que pasa es que ahora los volantes van y vienen, van y vienen. Cuando jugábamos nosotros por ejemplo, el Pato (Pastoriza) era el que organizaba, yo pensaba y Semenewicz el que corría. Antes se cubría más las espaldas de los compañeros. Ahora no, ahora es todo velocidad. Cuando paraste una pelota te matan.
-Pero los cambios son muy notorios, Perico. Antes, por ejemplo, era muy común que el jugador le pegara con las dos piernas. Ahora la pierna menos hábil está de adorno.
-Tal cual. Antes se manejaban bien las dos. Ahora usan una sola y la otra la tienen para apoyarse.
-¿Por qué?
-Quizás en la época nuestra había más potrero. ¿Usted se acuerda de la pelota de trapo? Uno le pegaba contra la pared y quizás eso le daba más dominio.



Raimondo hoy, cuenta las vivencias del 5 de ayer.
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