Año CXXXVI
 Nº 49.683
Rosario,
miércoles  04 de
diciembre de 2002
Min 15º
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Un habitante asustado

Soy un habitante de esta ciudad de la zona de Corrientes y Urquiza y estoy asustado por la inseguridad que padecemos, especialmente durante las noches de los fines de semana. Quisiera dejar de ser habitante para pasar a ser ciudadano, pero es evidente que mientras esto siga así sólo tendremos derechos políticos, votar cada dos o tres años. Pero con esto no basta para ser ciudadano, existen otros derechos consagrados en la Constitución que hacen a lo civil, a lo social, etcétera. Sobre esto el Estado y sus instituciones siguen ausentes. Vivimos encerrados en nuestras casas, con temor, reclamando por el derecho a la seguridad. No pasa un fin de semana sin que se produzca una pelea de patotas con roturas de vidrieras -como lo ocurrido la semana anterior en el comercio de Urquiza y Corrientes- o la rotura de vidrios en las oficinas de Sancor, de Urquiza al 1300, grafitis en varios edificios, orinadas y otras cosas en las puertas, y una cantidad de tropelías que me sería largo enumerar. ¿Dónde están las autoridades? ¿Dónde está el periodismo de Rosario tan presto para la investigación y la denuncia? ¿O los derechos, para que estos actuales habitantes puedan ser ciudadanos, no interesan? ¿Es tan difícil controlar estos temas, es tan difícil saber quiénes son los dueños de todos estos tugurios que nos rodean y que tanto daño le hacen a la juventud? Hablo de los bailables, quioscos, bares, que venden desde bebidas alcohólicas hasta drogas. En el barrio todos vemos que no se hace nada y esto nos lleva a pensar mal, por ejemplo: ¿no será que las autoridades que tienen que controlar son los dueños o los socios de los comercios en donde se violan de las normas, donde sólo interesa el lucro personal a costa de la salud de nuestros jóvenes y la seguridad de nuestros vecinos? ¡Sí, no hay otra explicación! Queremos ser ciudadanos, poseedores de todos los derechos garantizados por las leyes, entre ellos el derecho a la seguridad, si no seguiremos siendo habitantes asustados.
Héctor M. Martínez


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