Año CXXXVI
 Nº 49.679
Rosario,
domingo  01 de
diciembre de 2002
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Análisis político
La ley de la discordia

Jorge Sansó de la Madrid / La Capital

En la fábula de Esopo un zorro apetece del racimo de uvas que tiene colgando de su pico un cuervo que se encuentra posado en una de las ramas más altas de un árbol. El zorro sabe que a menos que logre convencerlo de algún modo subliminal el cuervo no soltará el bocado y a la tarea se dedica.
Los peronistas han hecho el jueves lo del cuervo. Se han nutrido durante más de una década de la ley de lemas, ahora simplemente se subieron a una rama más alta y con dientes más apretados. Suponer que el gobernador Carlos Reutemann -que dedicó una semana a sondear a los dirigentes más importantes de su partido sobre el dilema de derogar o reformar la ley de lemas- se exponga a ser responsable de una eventual derrota del PJ santafesino en las próximas elecciones por haber derogado el sistema electoral vigente, iría en contra de la lógica con que se mueve el mandatario.
Todas las opiniones recogidas por el gobernador entre los suyos fueron unánimes, más allá de las formalidades orgánicas que, ciertamente, no existieron. "¿Qué pasa si por derogar la ley de lemas en el PJ se desatase una interna feroz por la sucesión y ello llevara a que se perdiera la elección provincial? ¿Alguien cree por ventura que Reutemann va a pagar ese costo? ¿Que va a cargar sobre sus espaldas una derrota partidaria con lo que ello significa en el peronismo y con lo que importaría para su propia proyección?".
Paradójicamente estas tres preguntas funcionan como respuestas desde lo más alto del poder oficial de la Casa Gris cuando se pregunta por qué se reformó la ley de lemas y el gobierno se expuso a la polémica que la decisión desató. Aunque nada dicen de por qué el oficialismo se anticipa a apretar los dientes en torno al racimo de uvas.

Subido en la rama
En todo caso son más deducibles las razones por las que Reutemann se ha subido a la rama más alta posible. Despegarse de toda polémica que lo distraiga de sus planes ha sido siempre su norma y ello podría ser una explicación, si bastase. Es cierto que no repetirá la gobernación y que por ende otros deberán pelear el derecho a calzarse la banda cuando él se la saque el 10 de diciembre de 2003, pero no está dicho que no vaya a ser candidato a nada.
Ahora bien, supongamos que efectivamente llegado el momento el Lole termina no figurando en las boletas de su partido, no bendice a ningún candidato en particular y, además, no hace campaña por su partido (cosa por demás improbable). Nadie puede pensar que un triunfo opositor en Santa Fe, después de veinte años de dominio justicialista, dejaría de ser leído en cualquier rincón del país -sobre todo en la prensa nacional- como una derrota de Reutemann en su propio territorio. El hombre de proyección nacional más expectable que tiene hoy el peronismo inauguraría su nueva etapa (la de la posgobernación) con una derrota que, sin importar cuán culpable pueda ser, se le atribuiría de manera ineludible.
Todo lo demás, las idas y venidas, nutrirá lo anecdótico. El diputado Jorge Giorgetti, el único peronista en no votar la reforma, es un conocedor acabado de la lógica reutemista. ¿Por qué Giorgetti pidió el jueves que el gobernador vete la ley sabiendo que eso precisamente es lo que Reutemann no puede hacer ni hará y que, además, estaba cantado, sería ese el principal argumento con que los partidos opositores pivotearían para intentar frenar la vigencia de la enmienda? \Una vez aprobada una ley por la Legislatura para que tenga vigencia plena debe reunir dos requisitos: ser promulgada por el Ejecutivo y publicada en el Boletín Oficial. La publicación alimenta la presunción de que la norma es conocida por todos los ciudadanos y por ende nadie tendrá derecho a argumentar ignorancia en caso de no observarla o violarla. Pero en el primero de los requisitos existe una modalidad alternativa que provoca el mismo efecto en caso de que el Ejecutivo no la promulgue pero tampoco la vete, esto es la rechace como le reclama la oposición. Como le pidió Giorgetti y entonces la norma no entra en vigencia.
Esa alternativa es la promulgación ficta que se produce cuando sin haber decretado el veto pero tampoco emitido un decreto promulgatorio, las normas entran automáticamente en vigencia a partir de los diez días desde su sanción. Esto es lo que parece que hará Reutemann para demostrar, como viene sosteniendo, su total ajenidad a la suerte de la ley del doble voto simultáneo. "Es una decisión partidaria, con la que no me voy a meter", viene diciendo desde hace tiempo. Y para reafirmar que se trata de una cuestión meramente partidaria, los exponentes más notorios del Pj publicaron en los diarios solicitadas apoyando la reforma. Pero además el gobernador también sostuvo eso de que "es un salto al vacío, un camino a lo desconocido poco rato antes de que se aprobara la enmienda. Si piensa eso y se los advirtió y los diputados y senadores peronistas igualmente siguieron adelante con la reforma, más ajeno a la cosa no puede exhibirse.
De allí que la oposición se esfuerce primero en demostrar ante la ciudadanía que el gobernador no está tan lejano de la decisión ni es un extraño en la estrategia partidaria justicialista. Socialistas, demoprogresistas y radicales, cada uno con su color y sabor propios, han coincidido en señalarlo desde el escepticismo y en reclamarle primero que impida el tratamiento legislativo de la modificación a la ley de lemas y ahora que la vete.
Unos con más ardor que otros. Los socialistas con el intendente Hermes Binner a la cabeza haciendo punta en la ofensiva y los usandizaguistas desde la retaguardia, más moderados que ninguno. Todos comprometidos con una derogación de esa norma a la que accederán sólo si primero se hacen del gobierno y para esto es, por lo menos para los planes socialistas, un verdadero escollo que se les impida ahora formalizar alianzas con varios sublemas. Para los usandizaguistas que los mal pensados siempre han visto mejor relacionados con los reutemistas que con los socialistas (hay que convenir que no han hecho mucho para revertir esa imagen) difícilmente digieran una alternancia electoral en la que no siendo ellos quienes desalojen al peronismo del poder, el que se alce con esa hazaña sea el socialismo de Binner.
¿Por qué Horacio Usandizaga dice como al pasar que el 10 de diciembre de 2003 se irá a su casa dando a entender que abandonaría la política activa en el preciso momento en que se discute una enmienda a la ley de lemas? El senador nacional radical ha dejado de ser aliancista desde hace mucho. En privado, dicen algunos, atribuye a Binner el desengaño. Y aunque ya no tenga, como ha dicho y es evidente, los bríos de 20 años atrás eso puede alcanzar para entenderle cierto cansancio pero no sus declaraciones en torno a la reforma de la ley de lemas.
Cierto es que parte, desde que hiciera su autocrítica por haber pergeñado su implantación, de reclamar su derogación tanto como sabe que es una presea que el PJ no cederá fácilmente. Pero de allí a actuar de modo tan idéntico a Reutemann mueve a la reflexión. El gobernador dice que reformar la ley de lemas "puede ser un salto al vacío, un camino a lo desconocido" y antes había dicho que si por él fuera "las próximas elecciones habría que hacerlas sin ley de lemas". Su partido piensa distinto y actúa distinto, él es uno más y nada puede hacer. Usandizaga dice "en nuestra experiencia, la Alianza no nos ha dado resultados" (y es cierto) con lo que da a entender que no discrepa con que en la ley de lemas se condicione la posibilidad de que los partidos para hacer alianzas deban llevar una única lista de candidatos. Y agrega: Reutemann no tiene nada que ver con el proyecto de reforma que presentó un legislador del mismo modo "en que De la Rúa no lo tenía cuando yo presentaba un proyecto en el Senado y él era el presidente". Su partido, la UCR, dice que Reutemann sí tiene que ver y por eso le pidieron una entrevista y rechaza la reforma.
Las alianzas para el PJ no son un problema. Todos los partidos que se le acercan están dispuestos al abrazo del oso que siempre les propina. Pero sí lo son para la mayoría que gobierna el radicalismo que, por lo que dice su líder, está menos dispuesto que nunca a formalizar alguna coalición. Por un lado u otro, ambos parecen coincidir al respecto.
Tanto en el PJ como en la UCR la cuestión más seria podría terminar siendo la interna. A los usandizaguistas les ha resultado más fácil entenderse mejor con el reutemismo que con los celestes, blancos u otros sectores integrados por correligionarios. En el PJ, la demostración de Giorgetti, el jueves, ha evidenciado que las aguas subterráneas están menos tranquilas de lo que la superficie demuestra. "Si siguen cometiendo estos abusos de actuar en nombre de una decisión partidaria cuando el partido no se ha reunido, no tiene presidente ni vice, vamos a pedir internas y que en lo posible se hagan con las nacionales", vocifera el rafaelino en un mensaje cifrado que parece más dirigido a la Casa Gris que a sus propios compañeros de bancada y de conducción partidaria.

Entre la cal y la arena
Por su parte, los socialistas parecen tener motivos de satisfacción y de enojo por igual. Poco disimulan el deleite de sentirse la piedra de la discordia y se ilusionan con desarrollar una musculatura que les permita dejar de ser el chico de la historia. Aunque cuentan para ello con un acuerdo provincial con el ARI de Elisa Carrió, figura que, esperan, les traccione suficiente votos para ungir a Binner como el próximo gobernador, para dolor de Reutemann y Usandizaga juntos. La reforma a la ley de lemas les condicionaría severamente un acuerdo con el partido de la diputada chaqueña y candidata presidencial a quien las encuestas la dan creciendo y auguran un eventual triunfo en segunda vuelta el próximo 27 de abril.
"Tengo la esperanza de que Reutemann la vete porque es una persona decente y porque esta reforma conspira contra la democracia", ha dicho el intendente Hermes Binner edulcorando su reclamo de modo cuidadoso y considerado como hacía el zorro de la fábula ante la negativa del cuervo a soltarle el racimo de uvas. Después de cansarse de pedir y rogar, le dijo que en realidad consideraba que cantaba mejor que todos los animales del bosque. Algo así como decirle a Reutemann que es decente cuando se sabe que es un elogio que el mandatario aprecia. El zorro tanto insistió en halagar y adular al cuervo pidiéndole que lo favoreciera con su canto que el ave sucumbió y cuando abrió el pico para graznar dejó caer el racimo de uvas. Binner quiere que el Lole cante pero éste parece dispuesto a no abrir la boca, al menos por diez días.


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