Año CXXXVI
 Nº 49.672
Rosario,
domingo  24 de
noviembre de 2002
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Análisis político
Ablande por las malas

Jorge Sansó de la Madrid / La Capital

Dudaría de que esta semana no lo convoque", dice la fuente. Revela así que todas las semanas, con algún argumento diferente, el presidente Eduardo Duhalde renueva sus súplicas al gobernador de Santa Fe, Carlos Reutemann, para que acepte postularse como precandidato presidencial del peronismo.
De esa forma también intenta desdibujar una nueva convocatoria que -se dice en Buenos Aires- haría en el transcurso de la semana que hoy se inicia, de modo reservado, el presidente al gobernador para plantearle con los papeles en la mesa, e incluso dispuesto a tratar de evitar la interna y avanzar para ello en una ley de lemas como la del PJ santafesino. "Mirá Lole, palabra más o menos, si vos no sos el candidato, el FMI no firma y sobreviene todo esto", en referencia a una catástrofe resumida en números y porcentajes. Duhalde intentaría así convencer a Reutemann por su condición de hombre providencial y responsable del futuro del país. Nadie puede saber qué pasará si se da ese encuentro pero por ahora otra negativa del Lole gana por muchos puntos en las apuestas.
Ello si se diera el caso de que Reutemann aceptara otro supuesto convite de ablandamiento de parte de Duhalde. Y eso es algo que en estas horas parece ser una posibilidad remota dado el malhumor político que embarga al gobernador quien atribuye una de las peores semanas de su actual gestión a los oficios de los hombres de la Casa Rosada.
"No es Menem, es Duhalde, que en eso es parecido al Turco", dicen en el palacio gubernamental santafesino para explicar algunos sucesos inesperados que les han alterado la calma de modo alarmante. De esa manera, una nota de humor inocente que el gobernador, incomprensiblemente, aceptó en un programa de televisión que se dedica a ridiculizar políticos, terminó dejándolo ofendido. Reutemann no sólo hizo el papel lastimoso que hacen todos los políticos que caen en las redes de la emisión que conduce Mario Pergolini (y por una vez fue uno más del montón, cosa que también lo desquicia) sino que quedó en claro que se prestó voluntariamente al juego y hasta lo trataron de gay. Pretender un rol que no le cuadra es una audacia de la que pocos salen bien parados y Reutemann, que quiso pasar por gracioso, no estuvo entre las excepciones. Haberse mostrado engañado con ese reportaje hubiera resultado peor, habría expuesto una candidez que a esta altura de su carrera política tampoco se le toleraría por lo que tuvo que rumiar su rabia en silencio.
A ello siguieron dos noticias como lo es el procesamiento del presidente del PJ santafesino, Angel Baltuzzi, en una vieja causa judicial en la que ya posee un sobreseimiento de Cámara, en un diario nacional, y la difusión del nombre del ministro de Hacienda, José María Candioti, entre los ricos que temiendo que sus dólares se destiñeran, los sacaron del país frente a los primeros nubarrones en los pronósticos de tormentas, que ellos habrían poseído antes que los demás argentinos.
Candioti logró salvar más de un millón de dólares del temporal pero la ventolera lo terminó volteando del sillón de ministro. O, para ser más precisos, Reutemann lo eyectó para no caerse él mismo de su propio sillón.
Para colmo, en medio de estas aguas encrespadas, el gobernador se vio obligado a seguir remando la enmienda a la ley de lemas. Pero, ahora, sin espacio para postergar esa operación que ya estaba desde hace meses inventariada con debe y haber. Con su holgada mayoría parlamentaria el peronismo aprobará esta semana su más cara pretensión: condicionar a las alianzas opositoras a llevar una única lista de candidatos. La jugada, como ya se explicó el domingo pasado ente espacio, tiene nombre y apellido: Hermes Binner y sus hoy cuasi aliados del ARI.
El PJ se saldrá con la suya. Hará la reforma en el último minuto antes de que los diputados y senadores marchen a las vacaciones hasta mayo (la semana que viene termina el período de sesiones ordinarias en la Legislatura), es decir se queden sin tribuna para gritar su indignación o para trabarle al gobierno algunas leyes a modo de represalia, en los casos en que pudiesen. Pero además el gobierno habrá dado otra señal potente: la definitiva despedida de una eventual reforma de la Constitución provincial.
Ello de por sí solo importaba que la semana era delicada para los estrategas del gobernador. Pero se vino a sumar lo que ellos dicen es una operación y que atribuyen al duhaldismo aun en contra de quienes creen ver la mano del menemismo en ella (ver pág. 6). Esa operación tiene como destinatario, arguyen, ablandar al Lole "por las malas", ya que no se deja convencer por las buenas. Los duhaldistas tienen tantas facturas para cobrarle al santafesino como el menemismo que lo considera un traidor a quien fuera su mentor en la política. Se trata, de ser como asegura la Casa Gris, una operación de pinzas que van cerrando desde afuera hasta llegar al centro, es decir al propio Carlos Reutemann, esperando que éste antes de ese momento reaccione y diga el monosílabo que espera el presidente y que no es el que repite a diario. Por eso Reutemann aceptó que la Cámara de Diputados aprobara el pedido de informes para que Candioti dé a conocer su declaración jurada y como éste se negó a hacerla pública, lo echó. Aun tratándose de un dilecto amigo personal, como es el ex ministro.
El gobernador prefirió exponerse a que el caso se presente como una derrota a manos de tres diputados nacionales del ARI -los autores del informe sobre fuga de capitales- a privarse de enviar a la Rosada el fuerte mensaje que, espera, allá decodifiquen. "Si le exigí a mi ministro que revelara sus bienes es por que yo no tengo problemas en hacer lo mismo con mi declaración jurada", creen algunos que es el mensaje de un Reutemann curado en salud desde que el menemismo ya lo hizo temblar una vez al exponerlo por haberse olvidado de declarar sus millones en Europa en ese documento que guarda el escribano mayor de gobierno y que ahora estaría completo. Es de esperar, sólo así podrá negarse a una invitación del presidente para "charlar" o en su defecto seguir diciendo que no. Máxime si el convite sobreviene al apriete que, de ser como dicen en la Casa Gris, están sometiendo al gobernador.



(Ilustración: Chachi Verona)
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