Año CXXXVI
 Nº 49.672
Rosario,
domingo  24 de
noviembre de 2002
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España
Empate con incidentes entre Barça y Real Madrid

Llueve sobre el Camp Nou. Llueve lentamente sobre la cabeza de los 100 mil aficionados que fueron a vivir el partido del año. El agua ya empapó la cabeza y la indumentaria de cada uno de los protagonistas. Van 74 minutos de juego cuando Luis Figo, el judas de Cataluña, camina hacia el banderín del córner a ejecutar el tiro de esquina. Y ocurre lo previsible: la gente se levanta, se avalancha sobre el ex barcelonista que se "vendió" al merengue y comienza la otra lluvia. La de silbidos, escupitajos y todo tipo de objetos contundentes que tiene como destino el cuerpo del portugués. Luego la imagen se repite en el otro banderín y la situación se hace incontrolable. La consecuencia es lógica, el partido se suspende durante 15 minutos y las imágenes recorrerán el mundo. No se trata de fútbol, pero si de lo más llamativo que tuvo este Barcelona-Real Madrid que empató cero a cero y aburrió.
¿Hubo fútbol? Poco, muy poco. Hubo 22 jugadores que intentaron realizar algo de eso. Sin Zidane (lesionado) y sin Ronaldo (se engripó y no jugó), Real Madrid saltó al Camp Nou a romper el maleficio de 19 años sin victorias en el Nou Camp por la Liga. Con Solari y Cambiasso desde el inicio, la intención en los primeros minutos del equipo merengue fue la de arrinconar a un Barcelona que salió en esa etapa a jugar con la libreta de Van Gaal bajo los pantalones. Así el partido pintó a un equipo, el visitante, presionando y a otro, el local, que se dedicó a especular.
En ese contexto, Riquelme no pudo hacer valer su habilidad y el que debió estar más atento fue Bonano, que si bien no tuvo grandes problemas siempre respondió con seguridad. Por cierto, Saviola miró gran parte del encuentro desde el banco de suplentes, todo un desperdicio para este Barcelona que no encuentra el rumbo. Y encima cuando ingresó faltando cinco minutos, el holandés Van Gaal lo puso por Juan Román.
Hubo un intento de animar la fiesta cuando empezó el complemento. Ahí, de la mano de Riquelme, Barcelona llegó y tuvo varias oportunidades para abrir el marcador (incluso le anularon mal un gol a Kluivert). Pero la osadía catalana duró 20 minutos. No mucho más y el partido volvió a caer un terreno fangoso, de piernas fuertes y poco imaginación.
Hasta que llegó el tiro de esquina para Real Madrid y Figo, el que era ídolo catalán y decidió emigrar a Madrid a cambio de unos cuántos millones, fue a ejecutarlo y comenzó la lluvia de proyectiles. Allí terminó el partido. Los jugadores fueron a los vestuarios y después de 15 minutos volvieron al campo para terminar un partido que se promocionó como una gran producción de Hollywood y terminó siendo una película de terror. Y de las malas.
Cuando pasen los años, la memoria no recordará este partido por los goles o los lujos. Simplemente porque no los hubo. Este Barcelona-Real Madrid, se recordará como el partido en el que Figo, los tiros de esquinas y la catarata de proyectiles e insultos, fueron los grandes protagonistas.



Riquelme se la lleva ante la marca de Makelele.
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