Año CXXXVI
 Nº 49.672
Rosario,
domingo  24 de
noviembre de 2002
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El cazador oculto: La ficción se ríe de la infidelidad

Ricardo Luque / La Capital

Quién no tiene un primo, un tío, un amigo, un compañero de trabajo que vivió una historia de amor como las que, cada noche de domingo, cuenta "Infieles". El programa, uno de los platos fuertes del último tramo del año de Telefé, se propone poner en blanco sobre negro una realidad cotidiana. Porque, aunque trate de esconderse bajo la alfombra, la vida está teñida de pequeñas traiciones. Y no hace falta aclarar que la infidelidad, por más que se intente disfrazarla con las mieles del romanticismo, no es más que la traición a la palabra empeñada ante la ley o el altar en el matrimonio. Lo curioso es que, pese a la vileza del acto, la devaluada televisión argentina no sólo no lo cuestiona sino que lo glorifica, y el público, que al fin y al cabo es quien manda, lo disfruta. Para que se entienda: el boom televisivo del año, "Son amores", cuenta la historia de un referí de fútbol que vive un apasionado romance con la esposa del presidente de la asociación de árbitros. El triángulo amoroso es la piedra angular de la trama de la tira de Pol-ka que, gracias a la irresistible pasión voyeurista de los televidentes criollos, consiguió superar en las mediciones de audiencia a "El show de Videomatch". Pero que a los argentinos se entusiasman con las historias no es ninguna novedad. "Gasoleros", la tira que erigió a Adrián Suar como el nuevo rey de la TV, fue un éxito mientras el romance entre Roxi y Panigassi era prohibido. Porque, en honor a la verdad, la historia se desinfló cuando la pareja abandonó la clandestinidad y se dejó ganar por la rutina del matrimonio. "Campeones" dio una vuelta de tuerca a la situación y, sin correr el centro de interés, deslizó la traición de la pareja a la amistad. Porque Guevara cumplió un sueño masculino: enamoró perdidamente a las mejores amigas. Y, acaso sin quererlo, reveló que así como hay maridos y esposas infieles, también hay amigas capaces de cometer la peor de las traiciones sin que se les mueva un pelo. Pero la televisión no se quedó ahí y, cámara oculta mediante, demostró que también hay empleados, políticos, empresarios, policías y hasta periodistas infieles. Y eso, lamentablemente, no es ficción.


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