Cristian Guevara salió a trabajar como todos los días, a la mañana bien temprano, pero dos delincuentes le salieron al cruce cuando encaraba el viejo colectivo con el que repartía jugos y gaseosas. Le sacaron unos pesos e inmediatamente después lo fusilaron con dos disparos, uno en una pierna y otro, letal, en la cabeza. Guevara cayó fulminado en la puerta de su casa de barrio Ludueña, donde vivía con su mujer embarazada de seis meses y cuatro hijos. Murió poco después en un Hospital de Emergencias. El crimen llenó de consternación a sus vecinos y amigos de San Lorenzo al 5200, donde vivía desde hacía años. La policía rastreaba la zona en busca de los asesinos, ya que sospecha que son delincuentes muy jóvenes que se habrían escondido en una villa miseria ubicada muy cerca de allí. Todo sucedió alrededor de las 6.30. Guevara salía de su casa para comenzar su tarea como repartidor de los productos Narampol. El proveedor dejaba todas noches estacionado frente a su vivienda un viejo ómnibus Mercedes Benz 1114 reformado como vehículo utilitario. Todas las mañanas pasaba a buscar a un grupo de compañeros y de allí iban a cargar las botellas y bidones de gaseosas y jugos. Fuentes policiales indicaron que la víctima llevaba encima muy poco dinero cuando aparecieron los dos delincuentes. Eso ocurrió en el momento en que el muchacho estaba a punto de subir al rodado. Un vocero de la Brigada de Homicidios de la policía local sostuvo que Guevara tal vez hubiera intentado resistirse al robo y que por ese motivo le pegaron un tiro en una pierna. La misma hipótesis manejaba Carlos Casella, jefe de la seccional 12ª. "El primer disparo fue porque ofreció resistencia. Luego lo mataron sin piedad", dijo el comisario. Tras los disparos, los agresores huyeron y el herido fue llevado por familiares y vecinos al Hospital Clemente Alvarez donde murió una hora después. La huida de los asaltantes fue observada por un testigo que vive a la vuelta de la víctima y que fue contactada por los policías de la seccional 12ª. Esta persona vio huir a la carrera a dos jóvenes de entre 18 y 20 años. Pudo describirlos físicamente y dijo cómo estaban vestidos. "Era un excelente muchacho que trabajó toda la vida", manifestó uno de sus compañeros sentado junto a otros en el umbral de la casa de San Lorenzo 5225. Adentro de la vivienda estaban reunidos los familiares directos de la víctima que prefirieron no hacer comentarios. "Por favor entiendan", sugirió un allegado como para ahuyentar a los periodistas. Además de tener un hijo en camino, Guevara era padre de cuatro chicos de una pareja anterior, según contaron en el grupo amigos. La lluvia que caía intermitente durante la mañana hacía más fuerte el aire de tristeza en toda la cuadra. "Sólo a la gente buena le pasa esto", expresó una vecina que se llegó hasta la casa de Guevara conmovida por la noticia que había escuchado por radio minutos antes.
| |