Año CXXXVI
 Nº 49.668
Rosario,
miércoles  20 de
noviembre de 2002
Min 18º
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cartas
Salvar a los niños

Una sociedad que descuida a sus niños está aniquilando su presente y su futuro. Una sociedad que maltrata a sus ancianos es la evidencia del racismo más descarnado. La Argentina, por decisión de su clase dirigente, se ha transformado en un espacio tanático. Un espíritu de exterminio planificado parece enseñorearse en el territorio. La lógica del ajuste crónico aplicado a las mayorías está rindiendo sus frutos para los mercaderes de la muerte. ¿La pobreza puede ser un negocio? La pobreza es un negocio para los que hacen de la prebenda su "modus vivendi", los que practican el clientelismo con los que menos tienen. Han tomado una decisión y no se animan a hacerla explícita. Están librando una guerra interna basada en el abandono de los infantes, sus padres y sus abuelos. Parece esto increíble pero lo hacen. Siguen en sus internas, similares a "duelos de familias". Además, la indigencia es un negocio para los que canjean "planes" por "apoyos" y arrean como ganado a las personas, para perpetuar los privilegios de los hacedores del mal. La Argentina del presente se asemeja a la Inglaterra de las "leyes de pobres" donde la élite dominante distribuía migajas entre masas hambrientas y continuaba la expoliación. El escritor chino Lu Shin, en su novela "Diario de un loco", lanzaba sobre el final un grito: "Salven a los niños para salvar a la sociedad". El imperativo de esta hora es como ese llamado. Hagámoslo antes que sea tarde.
Carlos Solero


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