Año CXXXVI
 Nº 49.664
Rosario,
sábado  16 de
noviembre de 2002
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cartas
Los dilemas de Carrió

Ante el correcto planteamiento que ha hecho la bancada socialista en la Cámara de Diputados, por parte de Rubén Giustiniani, de la demorada ley que regule el tema del aborto en la Argentina, veo con preocupación la postura que adopta la candidata a presidente por el ARI, Elisa Carrió. Según declaraciones en la que se define como "militante en contra de esa ley", y ante lo cual manifiesta que se le presenta a ella un dilema, se ve que en realidad el dilema no es tal, porque Carrió ya se define a priori como una militante en contra del proyecto. El proyecto presentado lejos está de ser el mejor, pero sí plantea un avance en una discusión necesaria que cualquier sociedad, no sólo la de nuestro país, debe darse. Es de extrañar que Carrió no considere el hecho principal de su condición de mujer, y que no se ponga o por lo menos trate de ponerse en lugar de aquellas mujeres que recurren al aborto en condiciones de clandestinidad e ilegalidad. Sin dudas Carrió no tiene dilema alguno, ya que lejos de cuestionarse por lo menos el espacio reservado a la libertad individual, ella está favoreciendo determinado tipo de prácticas y conductas que perjudican, sin duda, al sector más débil de la sociedad. En el proyecto Giustiniani son tres las causas en las que se permite el aborto: cuando corra riesgo la salud física y/o psíquica de la madre; cuando se esté frente a un caso de estupro o violación; cuando no existe posibilidad de vida extrauterina del feto. En tales condiciones mínimas, que según mi criterio tendrían que ser más amplias, lo que más se pone en cuestión es el tema de salud psíquica y quién dictamina. Los hospitales públicos tienen entre sus profesionales a psicólogos y asistentes sociales que bien podrían dar un dictamen, salvo que se considere a la salud psíquica como algo esotérico o ajeno al área de la salud. Otro punto importante del proyecto es la despenalización de la figura del aborto en el Código Penal. Si esto no ocurre, el panorama seguirá siendo el mismo que hasta ahora. Las mujeres de clase media o alta seguirán practicándose los abortos en adecuados consultorios provistos con las condiciones de seguridad e higiene necesarias para reducir los riesgos del mismo a cambio de una considerable suma de dinero. O sea que, al igual que el divorcio en su momento, el número de abortos no aumentaría ni bajaría por la existencia de esta ley. Pero sí sucedería que las mujeres más humildes seguirían concurriendo a prácticas abortivas en condiciones de extrema precariedad y que aún con infecciones importantes se niegan hasta último momento -cuando generalmente ya es demasiado tarde para sus vidas- a concurrir a centros asistenciales públicos por el temor de quedar detenidas y ser procesadas, se seguirían viendo impedidas de ir al hospital público. Carrió no tiene ningún dilema porque al oponerse al proyecto Giustiniani, lo que está haciendo es dejar que las mujeres más humildes sigan muriendo de infecciones por abortos mal practicados y dejar que estas mismas mujeres sean detenidas y procesadas cuando llegan a atenderse en condiciones extremas a un hospital público. ¿A quién defiende la doctora Carrió?
DNI 14.440.679


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