Año CXXXVI
 Nº 49.664
Rosario,
sábado  16 de
noviembre de 2002
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La paridad, una constante en la historia de enfrentamientos

Pablo F. Mihal / Ovación

Más allá de que argentinos e italianos no tienen un rico historial entre ambos en lo que a test match se refiere -de hecho de las ocho veces que jugaron, dos fueron en mundiales y en otras tantas oportunidades por Copa Latina-, la paridad entre ambos seleccionados es notoria. Basta con ver los números para dar fe de ello.
El primer test match que disputaron ambos países fue el 24 de octubre de 1978 y, ante la sorpresa de muchos, Italia fue el ganador. En el estadio Barraglini de Rovigo, el equipo que entonces dirigía el francés Pierre Villepreux se impuso en el amistoso por 19 a 6, tras un partido que tuvo un constante desarrollo favorable para el ganador.
Desde aquella primera vez hasta el segundo choque tuvieron que pasar casi nueve años. La cita fue fuera de lo común ya que volvieron a verse las caras en la primera Copa del Mundo.
Los Pumas habían perdido con Fiji en su presentación en el Mundial por lo que el cuerpo técnico argentino decidió hacer siete cambios para enfrentar a los italianos. Con mucho esfuerzo, luchando hasta el final, sin sacar ventajas claras y jugando por momentos mal, Los Pumas derrotaron a Italia por 25 a 16 y cosecharon así su primer triunfo en un torneo ecuménico.
A finales de junio de 1989 y previo a la gira que realizarían días después por Nueva Zelanda, Los Pumas volvieron a jugar con Italia. Fue un único test match de la gira que los europeos realizaron por diversos puntos en su primera visita al país y que incluyó a Rosario (donde obtuvo una victoria frente al seleccionado local por 27 a 23).
Ese test se jugó en la cancha de Vélez Sarsfield y el capitán de Los Pumas fue Marcelo Loffreda, hoy entrenador del quince argentino. Más allá del triunfo por 21 a 16 que obtuvieron, Los Pumas se retiraron del José Amalfitani silbados por las casi 45.000 almas que fueron a presenciar el partido, expresando su parecer sobre la magra tarea que le cupo al equipo. El público esperaba un partido abierto, un triunfo claro, una despedida a toda orquesta. No fue así, ya que el seleccionado nacional tuvo muchos problemas para superar a un rival que estaba un escalón más abajo.

Por la obligación de jugar
El siguiente choque entre argentinos e italianos fue en 1995, en el Mundial de Sudáfrica. El partido fue bastante particular ya que argentinos e itálicos habían sido vencidos por Samoa e Inglaterra y ninguno de los dos tenía ya chances en los cuartos de final pero debían jugar el partido que les correspondía en su grupo para cumplir con el fixture. Así lo hicieron y el triunfo fue para el conjunto de George Coste por 31 a 25.
El seleccionado argentino y el italiano empataron al término del primer tiempo en 12 puntos, pero Los Pumas se desdibujaron por completo en los 20 minutos iniciales de la etapa complementaria y aunque reaccionó al final, no le alcanzó para quebrarle el brazo a la historia.
Dos argentinos nacionalizados fueron los que paradójicamente sellaron la suerte de Los Pumas. Entre el cordobés Diego Domínguez (un try, dos conversiones y cuatro penales) y el rosarino Mario Gerosa (un try), señalaron 26 de los 31 tantos de Italia.
Antes de fin de año, otro partido sirvió para que Los Pumas fueran por el desquite. En una de las pocas actuaciones en el interior del país, Argentina enfrentó a Italia en San Miguel de Tucumán, por la segunda fecha de la Copa Latina (donde intervinieron además Francia y Rumania) y tuvo su vendetta. Con comodidad superó al conjunto peninsular por 26 a 6. Esa ansiada revancha de la derrota sufrida en Sudáfrica fue posible gracias a un mejor funcionamiento colectivo, ya que aún sin brillar y con algunos altibajos redondearon una actuación aceptable.
Dos años después de ese partido, en la segunda edición de la Copa Latina, argentinos e italianos no lograron sacarse ventaja y empataron en 18. El apertura Juan Fernández Miranda embocó un penal en tiempo de descuento y salvó a Los Pumas de lo que hubiera sido una justa derrota.
El estadio Leonardo Garilli de Piacenza fue el escenario del cuarto enfrentamiento y mudo testigo del triunfo local por 23 a 19, victoria que equilibró la balanza en el historial.
Italia tuvo el dominio territorial del primer tiempo y se las ingenió para controlar a los tres cuartos argentinos que no fueron lanzados con claridad por Gonzalo Quesada. Agustín Pichot, en tanto, pretendió jugar desde la base pero nunca logró quebrar la ventaja. En el complemento Italia aflojó pero el equipo argentino se mostró lento, sin creatividad y sin reacción. Esto hizo que el técnico argentino José Luis Imhoff decidiera reemplazar la pareja de medios por los hermanos Nicolás y Juan Fernández Miranda, quienes les dieron más vuelo a la pelota. La reacción fue tardía y si bien acortó las distancias en el marcador no alcanzó para dar vuelta la historia. Fue otro triunfo italiano.
El 15 de julio de 2001 se llevó a cabo el último test match entre ambos equipos. Fue victoria de Los Pumas por 38 a 17 en un partido en el que fueron 15' de inspiración y 80' de esfuerzo. Argentina mostró lo peor en la defensa (Italia trajo un equipo disminuido y no era para tener los problemas que tuvo) y en la obtención, y lo mejor en los chispazos de algunas de sus individualidades (como Quesada) y en la utilización de los contraataques, tanto por el lado abierto de la cancha como por el ciego.


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