Año CXXXV
 Nº 49.658
Rosario,
domingo  10 de
noviembre de 2002
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El viaje del lector
Buenos Aires: Un café y un cortado

María Lourdes Castro (*)

Mientras recorría la avenida de Mayo de Buenos Aires de pronto me encontré frente a los portones de madera del café Tortoni, un edificio espectacular, de una arquitectura exquisita, que invita a cruzar el umbral. Ingresé por curiosidad y descubrí un mundo lleno de matices.
Fue uno de mis lugares favoritos de mi viaje a Buenos Aires. El café Tortoni, es como el Gijón de Madrid, pero tres o cuatro veces más grande, monumental y majestuoso. En su interior posee espejos enormes, columnas de madera altísimas, lámparas preciosas, mesas de billar, pinturas, dibujos, poemas sobre el café y placas grabadas que hacen honor a determinadas celebraciones.
Al entrar descubrí que para verlo todo no bastaba una simple pasada. Dos, tres y hasta cuatro veces fueron necesarias para no perder detalles del lugar. Al fin decidí avanzar poco a poco y leerlo todo, pared por pared. Se me acercó un camarero y con la amabilidad que caracteriza a los argentinos me explicó la historia del café, me comentó del actual dueño y me mostró el libro histórico que guarda testimonio de los personajes ilustres que pasaron por sus mesas. Allí estaba Lorca, Alberti, Ramón Gómez de la Serna y muchísimos pintores, escultores, poetas y periodistas.
El camarero me llevó a la biblioteca del café y puso ante mis ojos dos libros que se han publicado sobre el bar y me obsequió revistas que edita el propio local cada seis meses.
Cuando salí empecé a caminar por las calles del corazón porteño y a distinguir la Plaza de Mayo, la Casa Rosada, la avenida 9 de Julio, el Obelisco, el Congreso, la calle Florida, Puerto Madero, varias parejas bailando tango por las calles y simpáticos señores que en las puertas de sus comercios cantaban "¡Cuero, cuero, vendo cuero...!". Entonces respiré con profundidad y dije para mí: "¡Dios mío, estoy en Buenos Aires!".
En esta ciudad todo es inmenso, grande, enorme. Parece que la tierra no tiene fin, se extiende y se extiende, y a lo alto los porteños crecen como queriendo alcanzar el cielo.
Después de mi encuentro providencial con mi "querido" café visité el Teatro Colón. ¡Otra gran joya del país! Es un edificio inaugurado el 25 de mayo de 1908 con la ópera Aída. Ostenta un estilo ecléctico, que combina renacimiento italiano y barroco francés, todo hecho de mármol traído de Europa. Está adornado con esculturas, relieves dorados y enormes espejos que alcanzan los techos. Cerquita del Colón está el teatro Cervantes, que es como su hermano pequeño, pero igualmente precioso, con mucha historia a sus espaldas.
Después conocí el parque Palermo, pulmón de la ciudad. Aquí la gente se junta a tomar mate junto a las raíces de grandes árboles. Cerca de este espacio verde están los museos de Bellas Artes y Arte Latinoamericano.
Buenos Aires es una ciudad que realmente se parece a Madrid, la arquitectura es similar a los edificios de Correos y a la zona del Prado. También hay demasiada gente por la calle caminando deprisa, con celulares y trajeados para trabajar.
Pero hay algo más, los argentinos en este contexto que les toca vivir aún tienen tiempo de detenerse a preguntar: "¿de dónde sos?, ¿qué hacés, estás de paseo o venís a estudiar?". Al igual que en el interior del país las personas son extremadamente amables y capaces de ofrecer todo lo que tienen, sea poco o mucho.
Este invierno en Madrid tuve una profesora de París que me contaba que había vivido en Buenos Aires. Me hablaba con auténtica pasión y yo no entendía por qué repetía tanto que quería irse a vivir a la capital de Argentina, ya que al fin y al cabo, París es París. Pero ahora la entiendo. Yo también quisiera radicarme en Buenos Aires.
"Mi Buenos Aires querido", no lo es sólo porque lo diga una letra de tango. Quiero volver a esta entrañable ciudad. Hoy los argentinos están tristes por la difícil situación que atraviesan, pero estoy segura que en el futuro todos volverán a recuperar la alegría que se merecen.

(*) Estudiante madrileña de Bellas Artes que estuvo dos meses en el país


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