Año CXXXV
 Nº 49.650
Rosario,
sábado  02 de
noviembre de 2002
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Condenaron a tres policías por brutales torturas a detenidos
Querían que se atribuyeran robos que no habían cometido. Fue en Las Parejas

María Laura Cicerchia / La Capital

Tres policías fueron condenados por torturar a tres jóvenes para que confesaran una serie de robos en la localidad de Las Parejas. Los apremios incluyeron intimidaciones con una picana y amenazas para silenciar a las víctimas, que permanecieron más de dos días cautivas. Uno de los policías está preso y con una pena de cumplimiento efectivo por cometer, además, una estafa a un comerciante. El mismo cabo registra otra condena por encubrir un crimen cometido por otro uniformado en la comisaría de Armstrong.
La condena fue dictada por el juez Julio Kesuani contra Liborio Raúl Pérez y el cabo Ramón Angel Campos. Quien entonces era jefe de la seccional de Las Parejas, el comisario Carlos Alberto Forgia, no pudo notificarse del fallo que lo condenaba a 3 años de cárcel porque falleció el 19 de octubre pasado.
Las víctimas de las torturas fueron tres jóvenes que los agentes detuvieron la noche del 20 de abril de 1993. Uno de ellos perdió una muela por una trompada y otro sufrió fractura del tabique nasal. Ninguna de esas lesiones fue constatada por el médico forense que los revisó al momento de su liberación, José María Lorecife. Para el juez eso supone un encubrimiento que, por el tiempo transcurrido, sería difícil probar en una nueva causa.
Los apremios fueron denunciados tres días después por Gustavo Mansilla en la fiscalía de Villa Constitución. El joven dijo que tres policías fueron a buscarlo a su casa ese martes alrededor de las 22 "para que fuera a firmar algo" a la comisaría. Lo acompañó su madre, pero al llegar a la repartición los policías le dijeron a la mujer que debía irse.
"Me preguntaban si yo le había robado una bicicleta al Gato Barcos, que estaba ahí y me culpaba", señaló Mansilla. Como el muchacho negaba la acusación, lo esposaron y comenzaron a pegarle. La golpiza cesaba cuando el comisario entraba a la habitación y le exigía que "cantara" todo lo que sabía. Y en una oportunidad, según la denuncia, el mismo titular de la dependencia le pegó una cachetada para que se hiciera cargo del robo.
Al joven le golpearon la cabeza contra la pared y le dieron trompadas y patadas que le dejaron hematomas en el rostro y los muslos. Y cuando la hinchazón sobre un ojo se hizo muy evidente, le suministraron hielo para disminuirla. Horas después lo obligaron a barrer y limpiar el calabozo. Lo liberaron el jueves siguiente.
Antes de dejarlo partir, señaló Mansilla, el comisario Forgia le advirtió que no denunciara los apremios porque ellos "tenían abogados que se iban a ocupar de que no pase nada". Y remató: "Vos no vas a poder tomar una Coca Cola tranquilo en un bar porque donde estés te vamos a encontrar".
El juez consideró acreditado que esa noche los policías también golpearon a dos conocidos de Moyano, a los que intimidaron con una picana. "Me querían poner la picana. La enchufaban, pero no me la ponían. Sólo la acercaban. Me agarraban de los pelos y me pegaban en la espalda", contó Ramón Herminio Verón, quien sufrió fractura del tabique nasal y desde observó la paliza a Mansilla.
Junto a Verón había sido detenido Alejandro Omar Pérez. "Me pegaban para que cante todo. Me hicieron desvestir y me querían arrimar una cosa que tenía electricidad y en la punta tenía un fierrito. Me hacían hacer flexiones con un solo pie y cuando me caía me daban patadas y agarraban de los pelos", describió el muchacho, quien pudo ver a sus compañeros tan lastimados como él.
Ocho años después uno de los implicados, el policía Ramón Angel Campos, fue acusado de estafar a un comercio de artículos para el hogar. Esto reactivó la causa de los apremios, que se encontraba en el juzgado de Sentencia Nº 6 y que llegó a una condena nueve años después.
Por los apremios y la estafa Campos fue condenado a 2 años y 6 meses de prisión. Pero registraba otra condena por su participación en un homicidio (ver aparte), de modo que le unificaron la pena en 4 años de cárcel, de cumplimiento efectivo. A Pérez le impusieron 2 años de ejecución condicional y 4 de inhabilitación para ejercer como policía. La sentencia fue apelada por Campos, quien se encuentra preso.



El auto donde fue llevado Raúl Flecha en 1996.
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