Año CXXXV
 Nº 49.647
Rosario,
miércoles  30 de
octubre de 2002
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"No hay una educación de los afectos, por eso vemos adolescentes queriendo ser insensibles"
Para el psicólogo Horacio Belgich, la sexualidad es una problemática históricamente negada

Horacio Belgich es psicólogo e investigador. En su opinión, la sexualidad debe ser reconocida como una problemática en el ámbito educativo, en tanto se trata de "la capacidad de establecer lazos sociales, de comunicarse, afectar y afectarse con otro". Este y otros temas son abordados en su libro "Los afectos y la sexualidad en la escuela", de Homo Sapiens ediciones, y que a su vez será el eje de la conferencia que desarrollará el próximo jueves, a las 18.30, en el Colegio Normal Nº2 de Córdoba y Balcarce(ver aparte).
Belgich es miembro de la Escuela Especial Santa Mónica de San Lorenzo y autor de diferentes publicaciones y libros. Entre ellos, "Convivencia y poder en la escuela" (Ediciones del Arca) y "El trazado de la diferencia en la escuela" (Laborde Editor).
-Nadie discute si hay que enseñar matemática o lengua en la escuela, sin embargo no ocurre lo mismo cuando se habla de educación sexual. ¿A qué se debe esta diferencia de actitudes?
-En verdad se discute la enseñanza de la educación sexual en la escuela porque esa es una problemática históricamente negada, no sólo en la escuela. Si pensamos que la sexualidad es parte constitutiva de lo humano, a partir de la cual se modelan los modos de sentir y de pensar, no resulta extraño que haya existido oscurantismo y negación sobre esa temática. Además, se ha ligado históricamente a lo vergonzoso y a la culpa. Una historia que reconoceremos todos es la de la masturbación (hoy considerada inocua). En el siglo XIX existieron mitos muy arraigados acerca de los males físicos y psíquicos que acarreaba la masturbación, y ello se relacionaba con que la sexualidad debía estar destinada a fines reproductivos en el seno de la familia. Este modo de sentir negación por el propio cuerpo, rechazar el placer y lo lúdico, formó a varias generaciones, incluso a la nuestra. Nos hemos modelado sintiendo temor a la sexualidad, desconfianza e ignorancia de lo que sentimos y las preguntas sobre el cuerpo, el organismo y los afectos tuvieron respuestas no siempre verdaderas. La escuela como institución paradigmática de la modernidad contribuyó a ese modelamiento. Y eso significa que no hubo un aprendizaje para cuidarse, pues al ignorar qué nos pasa y qué sentimos terminamos por no saber protegernos. Por ello es tan importante que la sexualidad entendida como la capacidad de establecer lazos sociales, de comunicarse, afectar y afectarse con otro, sea reconocida como problemática en la escuela.
-¿Qué se entiende por educación sexual?
-Un modo de trabajo que llamaría dispositivo de investigación sobre la sexualidad, el cuerpo y los afectos. El término educación no creo que sea el más conveniente, pues se presta en ciertos casos a reducir la problemática a las clases de ciencias biológicas o naturales, y a la exposición en una lámina de los órganos genitales, y parece que allí se acaban las preguntas y el deseo de saber de los niños y adolescentes. De todas formas cuando hablamos genéricamente de educación sexual, se trata de una actividad escolar que debe instalarse en la vida cotidiana de la escuela, con sistematicidad en el trabajo de sensibilización con los padres, donde es importante que autoricen el trabajo con sus hijos; también donde se maneje información veraz y aprovechen todos los interrogantes que se hacen los niños sobre su cuerpo, su organismo, sus afectos, sus temores, la amistad, el amor, la relación con sus padres y familiares, y también el cuidado de sí y el cuidado del otro, pues ambos cuidados van juntos.
-¿Quiénes deben hacerse cargo de la educación sexual de los niños en la etapa escolar?
-Mi punto de vista es que los docentes en la institución deben prepararse para hacerse cargo de esos dispositivos de información sobre la sexualidad y los afectos. La ONG Casa de la Mujer (en Rosario) trabaja en este sentido desde hace mucho tiempo (en la preparación de los docentes). Por otro lado tiene que tenerse en cuenta que es el adulto en la escuela quien debe convertirse en un testigo humanizante para el niño o niña y el adolescente. Además, se debe contemplar el necesario trabajo con los padres.
-¿Existe una educación de los sentimientos?
-Si hablamos de esta educación, desde esta perspectiva, estamos hablando de la afectividad, del amor, de las preguntas importantes de la existencia, del lugar en el mundo que tiene una adolescente hoy, que tiene un niño y de todos los aspectos que se relacionan con un pensamiento crítico del niño o niña o adolescente. Creo que la escuela no aborda esto. Sólo está embarcada en una carrera alocada por la cantidad de contenidos que cree enseñar con calidad y se olvida de lo más importante de la vida y lo vital: ¿por qué se siente lo que se siente en este momento de incertidumbre y qué hacer con eso, con la angustia del interrogante?. Me parece que no hay educación de los afectos, por eso vemos adolescentes queriendo ser duros e insensibles, agresivos y violentos, pues eso parece que los hace pertenecer a esta sociedad de competencia. No creo que en el sistema educativo se contemplen los afectos, ni las preguntas que se hace todo niño o adolescente para crecer de la mejor manera, conociéndose.



Según Belgich el trabajo con los padres es indispensable.
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