Año CXXXV
 Nº 49.645
Rosario,
lunes  28 de
octubre de 2002
Min 8º
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Editorial
La exportación de carne

La crisis que agobia a la Argentina ha dado indicios, en los últimos meses, de que acaso lo peor ya haya pasado y se estén reabriendo, de a poco, ventanas de oportunidad. La devaluación del peso ha tornado nuevamente competitivos a los productos nacionales después de largos años de convertibilidad y el principal camino que se abre es el de la exportación, fundamentalmente de "commodities". En tal sentido, uno de los mercados que más beneficiados puede resultar es el de la carne, que en los últimos dos años sufrió las nefastas consecuencias de la crisis provocada por la fiebre aftosa.
La Capital informó en su edición del pasado miércoles sobre la ofensiva encarada por los frigoríficos argentinos a fin de reconquistar el mercado chileno, que antes de la explosión de la temida enfermedad del ganado vacuno era destinatario del treinta por ciento de las remesas de carne nacional. Claro que los más de dos años de ausencia derivaron en la sustitución por carnes de origen brasileño, que aprovecharon al vuelo la oportunidad y se adueñaron de la plaza. En este caso, la noción de sana competencia se transforma en clave: habrá que recuperar el espacio perdido en base a calidad (que está garantizada) y, por supuesto, precios convenientes.
Otra buena noticia que se produjo en este terreno es la reapertura del mercado ruso, que consideró satisfactorias las garantías ofrecidas por los servicios sanitarios nacionales y se convirtió en la quincuagésima segunda plaza recuperada para la exportación.
También con los Estados Unidos se están produciendo diálogos que podrían llegar a dar valiosos frutos en corto tiempo. No resulta novedad que la principal potencia del mundo suele emitir discursos libremercadistas y aplicar políticas contradictorias con ese mensaje; se trataría, entonces, de un cambio bienvenido.
Durante prácticamente una década la Argentina vivió al compás de un modelo económico que priorizó la estabilidad monetaria sobre cualquier otro valor. Lo que en un principio se erigió en un sólido dique contra la temida inflación se transformó con el tiempo en un corsé que asfixió todas las posibilidades de crecimiento. Este difícil momento, inmediatamente posterior al estallido de la burbuja de la convertibilidad, puede convertirse, sin embargo, en aquel donde se dé el puntapié inicial al necesario cambio de rumbo. Sólo se trata de aprovechar las oportunidades que proporciona la coyuntura.


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