Año CXXXV
 Nº 49.642
Rosario,
viernes  25 de
octubre de 2002
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El psicólogo recibirá hoy el honoris causa de la UNR
Ovide Menin: "En la universidad pública reina el terrorismo ideológico"
Critica a la educación superior. Pide examen de conciencia de cómo se usan los recursos

Laura Vilche / La Capital

No se puede decir que el profesor Ovide Menin sea precisamente un intelectual complaciente. Hoy será nombrado doctor honoris causa de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) por su trayectoria en defensa de la educación pública y los derechos de los trabajadores docentes. El agradece y reconoce sentirse conmovido por la distinción, pero no deja de expresar duras críticas a la institución que lo galardona. "Debemos pelear por mayor presupuesto -dice-, pero cual los viejos cristianos también tenemos que hacer un examen de conciencia de cómo se usa el dinero en la universidad. Y, además, nos debemos un debate serio sobre cómo estamos enseñando y aprendiendo porque en la universidad pública reina el terrorismo ideológico".
Menin es psicólogo especializado en el área educacional, investigador y profesor. Tiene 75 años y 53 de docente. Gobiernos no democráticos lo cesantearon en tres oportunidades, pero él dice con orgullo que nunca dejó de dar clases, que trabajó en todos los niveles -primario, secundario y universitario- y que sigue en carrera. Los decanos de las facultades de Humanidades, Medicina y Psicología apadrinan el título que recibirá hoy, a las 19, en Maipú 1065.
-¿Qué significa este honoris causa para usted?
-La verdad es que me siento conmovido porque este tipo de títulos suele caer en manos de médicos, escritores, políticos e historiadores, pero casi nunca se le otorgan a un psicólogo o a un educador. Es un reconocimiento a una larga trayectoria como docente, porque yo di clases en todos los niveles. Hasta enseñé a leer y a escribir en primer grado cuando usted aún no había nacido.
-¿Y a qué se dedicó cuando lo cesantearon en el 62, en el 66 y en el 76?
-Como nunca supe hacer otra cosa más que enseñar y mi currículum era aceptable di clases en Canadá, Chile, Guatemala y Costa Rica.
-¿De qué lo acusaban?
-De comunista y de ser ideólogo de grupos subversivos. Viví muy mal la última dictadura porque estuve preso en Santa Fe y me maltrataron. Pero ya no suelo hablar mucho de esa parte de mi historia; no me gusta regodearme de esa época, porque creo que la vida se vive hacia adelante. Si uno se detiene allí y se queda en la melancolía y en el permanente recuerdo, se obtura la posibilidad de cambio. Estoy vivo y sigo activo, políticamente podría decir que soy un intelectual democrático, progresista y crítico, afiliado al radicalismo pero sin militancia.
-Usted que siempre fue docente, ¿qué le diría a quienes opinan que los maestros son privilegiados por trabajar medio día, tener tres meses de vacaciones y quince de receso invernal?
-Que no conocen cuál es la naturaleza del trabajo docente. Porque la docencia exige espíritu, vocación o identidad con las problemáticas socioculturales, llámelo como quiera. Pero hacer un trabajo de calidad demanda leer y estudiar permanentemente, además de atender las necesidades de los estudiantes que van desde las correcciones de las pruebas y tareas a la preparación de clases. Es mentira que se trabaje mediodía, sólo es posible que un maestro sostenga eso si se quiere morir de hambre. Porque le aseguro que nunca la docencia ha estado tan empobrecida como ahora. Siempre el maestro vivió estrechamente pero su labor le permitía comer. Hoy, en cambio, para subsistir tiene que sobresaturarse de horas de trabajo, alienarse. Y si quiere comprarse un libro al mes, que es lo mínimo que se le puede pedir, no puede. La violencia escolar para el maestro no es sólo simbólica, es real. No tiene sólo que ver con el bajo sueldo que le pagan, sino con la falta de respeto a su quehacer.
-El panorama es desolador para quien está estudiando el magisterio...
-Y, sí. Si uno tiene disposición y vocación para morirse de hambre debe seguir la docencia, sin perder de vista que es también un oficio gratificante, una de las armas más poderosas que tiene el ciudadano para contribuir a pensar con más claridad, a desarrollar el país.
-¿Y a qué atribuye usted la crisis de la universidad pública?
-Sin dudas a problemas presupuestarios, pero hay otras cuestiones que debemos analizar. Hay que discutir de una vez por todas cómo se emplea el dinero en la universidad, qué se prioriza. Y también debemos discutir nuestras prácticas de enseñanza y de aprendizaje porque creo que estamos inmersos en un escenario de terrorismo ideológico.
-¿Cómo sería esto?
-Se han sucedido tomas estudiantiles en los últimos días en la universidad, pero estoy en desacuerdo con estos procedimientos erráticos del estudiantado que cree que así va a hacer la revolución social. Los reclamos son justos pero no acuerdo con tomar edificios, decanatos o interrumpir clases. Estudiantes, docentes y no docentes tenemos derecho a protestar y disgustarnos por la situación violenta en la que nos sitúa el Estado. Esto es incuestionable. Pero no hay que echar mano a metodologías desquiciantes. Creo que los universitarios tenemos que hacer una autocrítica, porque todos, por acción o por omisión, estamos involucrados en un modelo operativo del quehacer sumamente peligroso.
-Empecemos por la autocrítica de su claustro.
-De acuerdo. Los profesores hacemos concesiones muy criticables: perdemos clases, llegamos tarde, tomamos recuperatorios tras recuperatorios y no nos animamos a decir que no interrumpimos una clase para apoyar una charla o asamblea. Vivimos temerosos por ese terrorismo ideológico al que me referí antes. Tememos a que nos descalifiquen, porque en la universidad la controversia pasa por el exabrupto y se ha confundido una postura flexible con la tolerancia total. Sin postular formas represivas creo que hay que empezar a poner límites en la universidad. Hay carreras reconfortantes donde se ven cambios en este sentido. Por ejemplo Medicina. Creo que allí han comenzado a llamar las cosas por su nombre.



"Los profesores hacemos concesiones criticables", dijo. (Foto: Gustavo de los Ríos)
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