Año CXXXV
 Nº 49.642
Rosario,
viernes  25 de
octubre de 2002
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Lo acusaban por un asesinato que ocurrió en 1993 y terminó absuelto
La misma testigo que lo incriminó terminó sembrando dudas sobre el presunto autor. No había otras pruebas

Jorge Salum / La Capital

Un sospechoso detenido que se fuga y desaparece por 8 años. Una testigo que declara una cosa y después de todo ese tiempo cuenta una historia muy distinta. Un acusado que finalmente reaparece y es absuelto porque nada prueba que es el homicida. Un crimen que sigue impune.
Es lo que queda en el expediente de un asesinato que ocurrió el 3 de mayo de 1993. Ese día alguien disparó y mató a Luis Alberto Martínez en Génova y Cullen. No se sabe quién fue y probablemente nunca se sabrá.
La compañera de la víctima fue quien en aquel momento señaló al supuesto homicida. Dijo que ella presenció el hecho y por eso al sospechoso lo detuvieron. Después lo reconoció en rueda de personas.
Pero el acusado negó la acusación y en la investigación no aparecieron otros indicios. Sólo la declaración de la mujer lo incriminaba. No había otra prueba directa y tampoco más testigos presenciales del episodio.
Entonces sucedió algo inesperado: el sospechoso escapó de su lugar de detención y literalmente se esfumó. Por eso la investigación quedó paralizada. Pasarían muchos años hasta que finalmente lo detuvieron y recién entonces las pesquisas se reactivaron.
Ocurrió hace exactamente un año. La investigación se reabrió y otra vez quedó claro que la prueba más contundente contra el acusado era la declaración inicial de la mujer que supuestamente presenció el crimen de su compañero.

Carta a un juez
El imputado fue procesado y enjuiciado como autor de un homicidio simple. Pero una vez más pasó algo impensado: la mujer modificó su declaración y ya no lo incriminó como antes. A partir de ese cambio toda la acusación se desmoronó y ahora el juez Antonio Ramos aplicó la lógica: lo absolvió por el beneficio de la duda.
El caso tuvo más entretelones. Uno de ellos es la declaración inicial que el imputado supuestamente hizo ante la policía, en la que habría admitido el homicidio. Después dijo que le hicieron firmar esa declaración escrita sin que él pudiera leerla.
Otra cuestión extraña es la actitud de la mujer de la víctima. Primero acusó directamente al único imputado y años después escribió una carta al juez donde se desdijo. Por eso, ante las dudas que plantea su doble discurso y la ausencia de otros indicios incriminantes, Ramos absolvió al acusado.
Se trata de Daniel Gustavo Albornoz. Tiene 28 años y ahora está detenido en Azul, provincia de Buenos Aires. Un fiscal de esa ciudad lo acusa de un robo a mano armada.
Ahora la que será investigada es la viuda de Martínez. Otro magistrado debe dilucidar en cuál de sus dos declaraciones mintió y por qué lo hizo. La mujer podría terminar procesada por falso testimonio.


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